lunes, 11 de mayo de 2009

TEODORO RUBIO, poeta interiosta. España.

Teodoro Rubio, Peñaranda de Duero, Burgos, España, 1958. Una nota importante de la poesía de Rubio es su lirismo, cuya herencia se enraíza en la tradición castellana. Otro aspecto es la dimensión espiritual de su creación. Y todo ello aunado a un dominio perfecto del lenguaje y del bello decir, la poesía.


En continuidad con la tradición de la espiritualidad hispánica, Rubio aborda la parte más entrañable del alma humana: su contacto con Dios. Su experiencia interior tiende a la contemplación, la cual se ve jalonada por la realidad que nos confronta cotidianamente. Desde ahí nacen sus mejores versos.


¿Quién soy?

“Esto es ser hombre: horror a manos llenas”
(Blas de Otero)

Déjame preguntarte por mi herida.
¿Quién soy yo, di, alfarero soberano,
si me hiciste del lodo más profano,
de mármol yerto, con la sien dormida?

No soy naipe que juegue esta partida
no soy playa, ni espuma en tu océano,
soy avión de papel sobre tu mano,
que lanzas al abismo de la vida.

Una, otra y otra vez mi silueta
va cayendo y cayendo por el suelo,
gira en el aire igual que una veleta.

Y serena aterriza sin consuelo,
quebrantada de no lograr la meta,
soñando a cada instante con el cielo.


Caín sepulturero

Si pudo florecer igual que espigas,
¿por qué aguzaste sórdida quijada
y después, en las sienes enclavada,
a tu estirpe maceras y castigas?

Si pudo sonreír, ¿por qué le obligas
a ser luto, y erial, y res callada?
¿Por qué ovillas su vida regalada
sumiendo pesadumbre tus fatigas?

¡Quebraste los deseos más arcanos!
¡Océanos nacieron por claveles,
abúlico, Caín sepulturero!

¿Y cuándo esponjarás de nuestras manos
la sangre que vertieron los abeles,
haciendo del fusil flor de romero?


Al comienzo

Un presagio de caos y oscuridad,
como al principio del mundo,
adolecía tus entrañas.
Así la tristeza fecundó en el costado
de la noche la penumbra.

Y la Palabra
quiso hacerse fuego
para allanar la estepa anillada de espesura
y alumbrar con su nervado sol
la amorfa luz cenital sin pliegues ni colores que existía.
Hilvanaste los bolsillos de esta alma agostada
y fueron esencia y dicha desde entonces
sus pardos caminos.

Y la Palabra
quiso hacerse carne para vivir con los hombres
en la húmeda alcoba,
en el terrazo frío,
en el mismo suelo de la tierra
cubierto por el techo de vibrantes estrellas
y la falta de ozono que nos asfixia.

Quiso compartir el pan blando
en una mesa entrelazada por la concordia
y le dimos el pan de la complicidad,
el pan duro, que nos sobra en cada fiesta de noche.
La Palabra se hizo carne
y le cerramos los labios.
Mendigó el recuerdo hasta el instante preciso
y por una rendija introdujo sin doblar nuestro saludo
la llama de la vida
y tu imagen quebró nuestra ceguera,
la turbia esperanza en el desánimo.

La Palabra fue palabra.
Alzó su plegaria de amor a los mendigos,
ese acento mecido por el aire,
espíritu, intuición casual,
en el espacio, el devenir,
y nació el verso más bello y recordado.


Paz desde la cuna

No habrá nieve de amor, no habrá rocío,
no habrá incienso esta vez, no habrá amapolas,
ni arcángeles que extiendan sus estolas
para mostrar así tu señorío.

No habrá más donación que mi albedrío,
mi corazón que siente, herido a solas,
esta playa sedienta de las olas
para calmar, Jesús, tu escalofrío.

No habrá más gratitud para ofrecerte
y agrupando el amor, sin ofenderte,
revierto en tu nacencia mi fortuna.

A todo darás luz con tu sonrisa,
la paz me ofrecerás, la miel, la brisa,
jugando Niño-Dios desde la cuna.


Oscura soledad

Araña mi soledad
crepúsculo de la noche,
tu breve caricia fluye
del aire nace tu nombre.

De jazmín y madreselva
tus labios aroma esconden,
ángeles cierran tus párpados,
resurge de tu beso el orbe.

Boga infinito silencio
de arrullo se ama y canciones.
Del firmamento sedoso
agita el cristal su polen.

Araña mi soledad
brizna afilada de hombre
¡Sosegaos, sombra y quejido,
crepúsculo de la noche!


Navidad

Has nacido después de tanta espera,
de tanta oscuridad y desconcierto.
Has traído a nuestro árido desierto
rescoldos de ternura y primavera.

Has traído en amor su sementera
para injertarlo en este viejo huerto.
Has traído rejones y has abierto,
con sonrisas, la senda verdadera.

Has traído, en palomas y canciones,
un ramillete blanco de alegría.
Has traído aquí antiguas ilusiones.

Se ha cumplido ya al fin, la profecía:
son de carne y de flor los corazones.
Has traído a la vida una utopía.


Viernes Santo

Tu soledad, contigua de la mía
henchida de aflicción y de amargura:
tu inocencia y condena me tortura.
Mi espadaña apuntala tu agonía.

Pasa la noche, nace el nuevo día.
Tú, paciente, en la cruz sientes ternura,
calmas mi sede de paz y de ventura
y me ofreces tu drama y compañía.

Pegado yo a tu cruz rezo y te miro,
imbele, sin consuelo, agonizando,
blandiendo, a solas, tu último suspiro.

Y sigo en el dolor a ti clamando.
Es cierto que te quiero y que te admiro.
Y quedo solo en mi orfandad llorando.


Niebla

El cielo tiene dos ojos
para podernos mirar.
El uno alegra la tierra,
el otro duerme en el mar.
Tiene los ojos cerrados.
¿Cuándo se despertará?
¡Qué pálida está la tierra!
¡Qué revoltosa la mar!


Lluvia

¿Qué pena te habrán contado,
que no cesas de llorar?
El aire lleva suspiros,
el eco trae su cantar.
La tierra viste de luto.
El mar, ¡qué triste está el mar!

¿Qué pena te habrán contado,
que no cesas de llorar?


Pleamares duraderas

Me hablas con esa misma dignidad
que invade el pensamiento la nostalgia,
con la misma insistencia que la mar
representa sus versos a la playa.
Me hablas y estoy ausente, tan ausente
que parezco invisible a nuestro tacto,
a aquella superficie de tus dedos
cóncavos, y al rumor de tus palabras.
Me hablas y, como rectas que se cruzan
componiendo cuadrículas de escarcha,
tu voz desaparece en remolinos
de impaciencia en el borde de las almas.
Me hablas como un candil nos ilumina
el oscuro silencio de una plaza,
y la espesura igual que enredadera
entrelaza en paredes la esperanza.
Me hablas en este bosque fatigado
con monótonas ramas. Y me hieres
con esas pleamares duraderas,
me hieres con tu vuelo de calandria.
Pero profundamente estoy despierto
para abrirte de nuevo mis entrañas.
Dame el olvido, amor, y no me golpees
tantas veces mi orilla con tus aguas.


Entrega

Cuando pronuncias Dios y me circundas
con esa honda mirada de paciencia,
inventas en la noche los caminos
por donde la luz nace, en la mañana
veloz para escuchar en tus suspiros
el más ciego deseo por marcharte
a la orilla de Dios, junto a tu hijo
esperándote alado y misterioso
con la misma ansiedad de los centenos
para unirte en abrazos como el día.
Tiene miedo la muerte y se aproxima
descalza, silenciosa en los rincones
oscuros de tu rostro, y nos ofreces
ese puzzle de amor que con tus ojos
nos recreas la vida, nos despides.
Te entregas generosa en el silencio
respirando la mansa compañía,
la quietud en la esfera del olvido.
Tiemblan en el ocaso las palabras
flexibles, como el álamo y el junco;
en la estela del tiempo se sosiegan
con ternura tus párpados abiertos.
Y Dios derrama lágrimas oscuras
en los ásperos surcos de la tierra.
Madrugan los arcángeles al límite
del suelo, y tú sonríes como un sauce
con los labios de Dios, mientras te elevas
llevándote el amor como los pájaros
se llevan la alegría con su vuelo.
Y se detiene tu música quebrada
en el árbol cansado de tu ojos.
Y Dios se duerme, madre, entre tus brazos.


Es un lirio tu voz

Es para mí tu voz sabiduría,
como en el templo fue la sementera,
y la sal y la luz en la pradera,
alimento y salud del que sufría.

Siete palabras sólo en tu agonía
y una gota de amor en tu ribera,
como nace al desierto una palmera
a mi ocaso le nace el mediodía.

Es un lirio tu voz, es un lucero
que despunta en el alba de una cuna
y atardece en la cima de un madero.

Es el agua de paz, que nos convierte,
es la antorcha, mi amor, es la fortuna,
que debemos legar hasta la muerte.


Eternízame

Con un puñado de tierra modelaste mi espeso labrantío
amasado con agua y sangre ilimitada.
Insuflaste el aire de la vida
y ardió esta feraz arquitectura
en el fuego horizontal de tus palabras,
de tu amor definitivo.

Desnudo en esta estepa me adelgazas
con tu voz de espliego
y fecundas con tu estrenada luz
cada surco agrietado del barbecho.
De arcilla me tallaste
para convertirme en arcilla nuevamente.
Embriaga aquella fiebre con tu aliento,
con el granito de piedad
sobre mi entraña.

Eternízame en tus brazos, sol.
Descásame, por siempre, en tu sosiego.


Alma de testigo

Yo no quise limpiar mi amor sombrío
con la sangre vertida el Viernes Santo
y aquí, en Getsemaní, ahogado el llanto
relimpio hoy tu corazón y el mío.

No quise corregir mi desvarío,
pero tú, mi pasión, nos amas tanto,
que transformas mi lloro en dulce canto
y escucho tan alegre: “Yo te envío”.

No quise responder y estás conmigo.
Haz de mi voz tu súplica callada,
de mi mano leve aspa, blanco trigo.

No quise ya esperar la madrugada.
¡Porque anochece mi alma de testigo,
toma mi vida, amor, resucitada!


Bibliografía activa: Una Aventura con Vosotros, Editorial CCS, 1996, en prosa, y los poemarios Araña en tu silencio, Toro de Barro, Cuenca, 1989; Herida la palabra, Astrofuente, Salamanca, 1991; Murmullos de Brisamar, Ayuntamiento de Carreño, Asturias 1992; Arañando tu niebla, Univ. Complutense, Madrid, 1998; Luminosa andadura (Antología Poética), Ayuntamiento de Carreño, Asturias, 1999; Fría desnudez del calendario, Rialp, Madrid, 2001. La Oquedad de tu distancia, Ayuntamiento de Carreño, Asturias, 2002.

Bibliografía pasiva: Bruno Rosario Candelier: La creación poética de Teodoro Rubio. Prólogo a La oquedad de tu distancia. B. R. Candelier: El Interiorismo. Ateneo Insular, R. D., 2001. B. R. Candelier: El Ideal Interior. Ateneo Insular, R. D., 2005.


Bibliografía Internet:
http://www.nidodepoesia.com/muertemorib.htm
http://www.rielo.com/obragalardonadapremio.htm
http://es.catholic.net/comunicadorescatolicos/582/1489/articulo.php?id=26964
http://victoriapereira-lia.com/even/momentos11.htm
http://www.archimadrid.es/princi/menu/notdirec/notdirec/2005/12diciembre/19122005.htm#Anchor-.06583991
http://www.portaldepoesia.com/poetas_r.htm#Teodoro_RUBIO
http://www.revistaecclesia.com/index.php?option=com_content&task=view&id=3356&Itemid=67
http://www.google.hn/search?q=teodoro+rubio&hl=es&lr=&start=30&sa=N
http://www.deconcursos.com/web/hemeroteca.php?id=6514&page=49&CADENA=

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