jueves, 29 de enero de 2009

HOJAS DE HIERBA

Walt Whitman (1819, Hunttington, Long Island, Nueva York) es un autor archiconocido por los lectores de poesía. He vuelto a leer a W. y he visto y sentido cosas diferentes. Su estilo desenfadado y suelto da la impresión de poco esfuerzo por hallar la imagen como vehículo para la expresión refinada. No, W. no. No tiene la preocupación por deslumbrarnos con la metáfora, sino con la vida. Esto es, con lo que naturalmente le inspira: "Instando el pulso de la vida que casi nunca / se muestra".

El poeta Whitman asume el liderazgo, entre los poetas de su época, para apuntar al porvenir: "Yo tan sólo escribo una o dos palabras indicativas para el futuro" (Poetas por venir). "Nadie ha adorado o reverenciado ni siquiera la mitad / de lo preciso, / nadie ha empezado a pensar en lo divino que es, y en cuán cierto es el futuro" (Partiendo de Paumanok VII).

No sé, pero "Canto a mí mismo" me parece un tanto saberbio. El poeta se canta a sí mismo.con una naturalidad pasmosa Eso es ser libre para expresarse a sí mismo. sin complejos Pero también puede ser una sobredosis de autoestima. O, simplemente, un exceso culto al yo. Sea cual sea la intención de Whitman ahí están sus versos: "Me celebro y me canto a mí mismo". Tal vez ese canto sea la expresión de un alma extraordinarimente sensible, que en verdad lo es: "Clara y dulce es mi alma, y claro y dulce es también todo lo que no es mi alma", "Agonizo en el moribundo y nazco con el recién nacido".

Nada le es ajeno a Whitman. Muy humano, carnal, sin complejos: "Soy aquel a quien / el amoroso deseo hiere [...] mi cuerpo atrae a los de todos / aquellos a quienes encuentro o conozco" (Soy aquel a quien el deseo hiere).

Si algo caracteriza a Whitman es la "reciprocidad" con sus semejantes, hombres o mujeres. Sentirlos cerca, rozarlos, tocarlos, interactuar con ellos es un forma de vida y placer como ninguna cosa: "Hay algo en permancer próximo a los hombres y a las mujeres, y en mirarlos, y en su olor y en su / contacto, que complace al alma, / todas las cosas complacen al alma, pero éstas / la complacen más" (Yo canto el cuerpo eléctrico).

En continuidad con lo dicho arriba, Whitman valora el amor, la amistad, porque eso constituye la savia de su estructura emocional: "Vi en Louisiana crecer una encina [...] me pregunté cómo podía soltar gozosas hojas / allí sola, sin un amigo cerca, porque supe que yo no podría" (Vi en Louisiana crecer una encina). "A veces, con alquien que amo me lleno de ira por / temor a prodigar amor no correspondido" (A veces con alguien que amo).

Cuando un poeta canta lo verdaderamente humano, canta lo universal. Por el contrario, cuando un poeta canta lo anecdótico, lo circunstancial, tendrá esplendor, pero fugaz. Quien canta lo efímero de la experiencia se juega la posteridad. Pero quien canta las emociones, las vivencias humanas propias de todos los hombres y mujeres, encontrará eco en el hoy y en el mañana. En ese plano se pone Whitman cuando dice: "Ven, dijo la Musa, / haz un canto que ningún poeta ha cantado todavía, / cántame lo universal" (Canto de lo universal). "Soy Walt Whitman, genero y vital como la naturaleza". Esta es una de las razones -la vitalidad-, en mi opinión, por la que Whitman ha cautivado a generaciones de poetas. Rubén Darío dice algo parecido, con otras palabras, claro: "Ser sincero es ser potente". En efecto, la fuerza, el dinamismo está justamente en conservar la vitalidad, la emoción, el arraigo profundo en lo homano y en lo trascendente, en lo divnio, porque todo lo humano es, en el fondo, potente, vital.

Whitman, en suma, me llama la atención por su espontaneidad de pensamiento. Es un bardo convencido de su oficio y lo vive así: "Silenciosa, a través de mi alma se mueve / la verdadera sinfonía". Su poesía es, en su conjunto, una sinfonía en el sentido clásico del término -al estilo desenfadado de Mozart- de la vida, de lo otro, de sí mismo.

miércoles, 28 de enero de 2009

CANTO SILENTE / MÁTAME TU HERMOSURA

Bernardo García Pintado, Canto Silente, Sial Fugger Ediciones, Madrid, España, 2008. En este libro de poesía el autor, monje de Silos, inaugura -al menos cara al público- su presencia en el panorama literario español. Canto silente expresa lo que vive y contempla el poeta con mirada mística. El fraile de Silos pone en juego todos sus sentidos interiores y de los sentidos ordinarios, la vista, la cual agudiza para penetrar los secretos del recinto antiguo silense:

"Roca labrada que habla sin boca". La vista le sirve para agudizar la visión -la divina- y no pierde detalle que lo subyugue: "Mis ojos y mi espíritu celebran / una fiesta en imágenes de piedra, / un festival de historia y de leyenda".

En una de las figuras talladas en piedra del monasterio aparece el Cristo del descendimiento -de la cruz-, ante este episodio de la vida del Señor dice el poeta-místico: "Mano tendida / de un cuerpo desnudo / ¿Buscas limosna o pides la vida?".

No cabe duda de que
hay en los versos de Canto Silente una profundidad que interpela al lector y un mirar que escruta el misterio divino. El sentido de la vista es, por tanto, fundamental en el poemario Canto Silente. Es, diría yo, el instrumento que hace resonar en el alma aquello que mira y contempla el fraile silense: "Árbol de negros ojos en la orilla", "Son unos ojos negros / como la noche triste / que te envolvió en el Huerto", "Son ojos de colores, / los colores del tiempo, / cuando alguien los ha visto / se clavan dentro".

En la tercera parte del poemario fray Bernardo evoca las más hondas vivencias del alma en su encuentro total con el misterio divino, es decir, con la presencia inefable de Dios. "La voz de estas piedras", que así se titula la mejor parte del libro, según mi parecer, contiene poemas memorables y versos tal vez dichos por primera vez en el ámbito de la poesía mística en nuestra lengua. Espero no exagerar, pero tratándose de un hombre de Dios, de un contemplativo, es posible. El léxico de fray Bernardo no es rebuscado, al contrario, parte del lenguaje hablado común. Sin embargo, sus vivencias no son comunes, son singulares. "Pesca divina / en el mar del torbellino", "Que cante / vientecillo de Dios / sobre este nuevo olivo / con las ramas en flor, / que cante siempre / sobre el corazón" (Vientecillo de Dios). "Muchas veces ha venido ese sonido / a mis oídos [...] Muchas veces mi corazón y mi mente / lo han rumiado y lo han mordido" (Ausencia presente). "Mi corazón se ensancha / en otros corazones. // Yo suspiro en sus ansias, / mi amor en su amor se dilata" (Mi amor en su amor). "Un rescoldo con aguas otoñales, / equilibrio de hogar en Dios fundido. / Brasa profunda / del amor que escucha" (Me arropa el silencio).

Matame tu hermosura, Sial Fugger Ediciones, Madrid, España, 2008, es el segundo poemario de Bernardo García Pintado. El poeta sigue la trayectoria de Canto Silente, cuya fuerza, en mi opinión, es mucho mayor en éste que Mátame tu hermosura. No por ello este último pierde encanto, tal vez sea diferente y menos concentrado.

No obstante, la impronta espiritual de fray Bernardo sigue vigente en Mátame tu hermosura. Lo podemos palpar en estos versos: "Nenúfar florecido / en mi cámara secreta". (Cierro mis ojos). "-Mi querido ciprés: / en el claustro de mi alma / y en medio de mi huerto / yo percibo gemidos / inefables y tiernos". "Y de otro rostro el reflejo / contemplas en el limo [...] brotó una flor del légamo / convertida en un hijo" (La hora de la brisa). "¿Qué le has dicho a la luna, / cerca de la alborada, / que ha venido a mi lecho / con caricias de amada?" (Ensoñaciones del ciprés).

Fray Bernardo es capaz de exponer en una sola frase un pensamiento de sabio: "Y yo a ti te pregunto: / una rosa, / ¿para qué sirve?, dime. // La raíz vive oculta, / pero nutre las plantas / y alimenta los bosques" (Amor que escucha).

Los monasterios han sido de siempre -y lo serán sin duda- cuna de vida interior, de refinada vida espiritual, de contemplación de la obra de Dios y de su presencia en el mundo. Los monasterios son, en suma, cuna de la cultura, la ciencia y la sabiduría. ¡Qué bueno haber leído estos dos libros de fray Bernardo crisol de su contemplación y de su experiencia de Dios!


lunes, 26 de enero de 2009

Literatura Dominicana en los Estados Unidos.

Literatura Dominicana en los Estados Unidos. Presencia temprana 1900-1950. Selección y prólogo de Daisy Cocco de Filippis y Franklin Gutierrez. Editora Búho, Santo Domingo, República Dominicana. 2001. PP. 190.

Este libro es fundamental para tener un acercamiento a escritores dominicanos, radicados, al menos durante un tiempo, en los Estados Unidos de Norteamérica. Daisy y Franklin nos acercan a autores que, de otra forma sería muy difícil de conocer y hasta de saber de la existencia de algunos de sus escritos. En este sentido el valor de este trabajo de investigación es, en el orden de la cultura dominicana, incalculable. La bibliografía de la literatura dominicana suma un texto clave para conocer la vida y preocupaciones de los escritores/as dominicanos en suelo norteamericano, a saber: Fabio Fiallo Cabral, Manuel Florentino Cestero, Pedro Henríquez Ureña, Camila Henríquez Ureña, Jesusa Alfau Galván de Solaline, Gustavo Bergés Bordas, Ángel Rafael Lamarche, Virginia de Peña de Bordas, Andrés Francisco Requena.

Cada escritor tiene un estilo y mentalidad, unas ideas –algunas chocantes para nuestro tiempo- y en los pasajes escogidos de sus obras, se puede apreciar la agudeza de todos ellos. Me llamó mucho la atención Camila Henríquez Ureña y el erudito Pedro Henríquez Ureña, su hermano (en cuyo ensayo hay 29 citas muchas de las cuales son miniensayos). También me llamó la atención Virginia de Peña de Bordas con su “Magia de la primavera”. Escribe con gran fluidez. En fin, en unos autores se destaca la franqueza, el juicio crítico, el valor, etc. Literatura dominicana, un ejemplar que sirve de guía para profundizar en las restantes obras de los nombres de escritores dominicanos en Estados Unidos.

sábado, 10 de enero de 2009

FRÍA DESNUDEZ DEL CALENDARIO


Teodoro Rubio es el autor del poemario "La fría desnudez del calendario". Adonais. Ed. Rialp, S.A., Madrid, 2001. Este poemario es único y hay en él una fuerte dosis de humanidad, emoción y belleza. Pocas veces he leído una poesía que denomino vital. En los versos de Rubio confluyen la memoria, el tiempo y logra comunicar sus vivencias o su experiencia emocional -a veces desgarradora- con imágenes vitalistas. Porque canta lo humano se hace grande su poesía. Con un tono sereno, diáfano, sincero, el poeta te hace cómplice de sus versos.

La poesía de Rubio tiene lo que tiene la poesía de los maestros de la lírica española. Si me equivoco en este juicio, admito que es posible, será por un margen muy corto. Para muestra, un botón:

SÍLABAS DE NIEVE:

I

Cuando el aire desliza los contornos
azules de la mar en cada impulso
de su voz quebrantada
por el eco,
cuando el agua redime
con sus olas
la cintura de arena y desvanece
la longitud de amor en sus orillas,
me abandono en los brazos imperfectos
de la tarde, sintiéndome pequeño
como un ave que asciende la montaña
graznando la tristeza
de los días.
Girando como un aspa de molino
se consumen las horas,
mientras sueño
volar con la destreza de los pájaros
y fundirme en el sol, entre sus pétalos
de luz, desvanecerme en el silencio
del bosque, entre los nervios de las hojas
y ser la claridad en los temblores
de las nubes que apagan las auroras.

II

¿Y cuánta soledad tendrá la noche
si sigues ocultando tus reflejos
en esta densa bruma
que envejece
la vida sin apenas respirarla?
No negaré tu luz porque tuve
cegando el corazón con tanto brillo.
Sé que escribes con sílabas de nieve
nuestro nombre, y tus pasos
son fragmentos
de un puzzle en el abismo
del otoño
cuando todas las piezas
se confunden
y se vuelan al roce de la brisa
sin poder descifrar tu paraíso.
Pero vienes y vas por los caminos
cosechando la mies, pluscuanperfecto
de amor en tus alforjas
invisibles
y dejando destellos
tan fugaces
que parece la noche mansamente
mis pasos sobre el mundo.
Mientra vivo
sitiéndote pequeño como el pájaro
graznando la tristeza
de los días.

La estética de Rubio se desmarca de la estética de la Poesía de la Experiencia, cuyo canto consiste en narrar la vida misma, "literalmente", al decir de Olvido García Valdés, para posicionarse en la Poética Interior. Si los poetas de la experiencia -como Luis García Montero- cantan el acontecer cotidiano, los poetas interioristas cantan lo que acontece en su interior, aquellas verdades profundas y trascendentes. La Poética Interior, puede decirse con certeza, tiene en Teodoro Rubio a uno de sus propulsores más genuinos. Hay que seguir muy de cerca a este poeta porque su poesía está entre lo mejor de su generación.

lunes, 5 de enero de 2009

BALADA DE ABU GHRAIB

Era final de diciembre, 2008, cuando me dispuse a buscar en varias librerías una novela no convencional, del género de "Reportaje de Investigación", titulada "LA BALADA DE ABU GHRAIB de Philip Gourevitch y Errol Morris.


Mi interés no era tanto la novela en sí misma como el tema que abordaba: las torturas de la cárcel de Abu Ghraib. Los soldados norteamericanos, en plena gurra de EUA contra Irak, practicaron sendas torturas a presos iraquíes que dieron la vuelta al mundo. (En cualquier buscador de internet se pueden localizar fácilmente). Aquello a mí me impresionó sobremanera.


Unos meses atrás, concretamente en mayo, el pintor colombiano Botero expuso en el IVAM de Valencia, España, una serie de obras -decenas en realidad, cuyo título era precisamente Abu Ghraib- en las que magnificaba con su estilo singular de destacar sus figuras los atropellos de los verdugos hacia aquellas gentes desvalidas e indefensas.


A mí la exposición de Botero me dejó afectado, es decir, inquieto, con deseos de abundar más en el asunto por otras fuentes. Y mira por dónde que, sin esperarlo, sale publicada esta novela, cuya lectura no dejará igual al lector. "La balada de Abu Ghraib" es una novela polémica, crítica, cuestionadora de los valores de la sociedad norteamericana -básicamente del Ejército, Inteligencia Militar, CIA, Gobierno de W. Bush- y de su vulnerabilidad en el cumplimiento de tratados (el de Ginebra sobre todo, que marca los criterios de actuación en tiempos de guerra), reglamentos militares y derechos humanos.


"La balada de Abu Ghraib" no es una novela de ficción, no, es un documental narrado con un estilo periodístico muy fino, aunque no tremendista. Hay que entrar en su lectura con la mentalización de que no vamos a leer una saga de Harry Potter, sino a presenciar de lo que somos capaces de hacer con nuestros semejantes cuando se pierde el sentido de la realidad y de la existencia.


Con motivo de la exposición de Fernando Botero, que fui a ver dos veces, tomé unos notas en mi agenda que acabaron en un artículo publicado en La Prensa de Honduras. Lo uno a mi comentario porque contiene otras impresiones, tal vez no muy diferentes de la narrativa de Philip Gourevitch y Errol Morris.


BOTERO, “ABU GHRAIB”


22 de mayo, 2008. Fernando Botero expone en el IVAM, Valencia, España, la colección “Abu Ghraib” (AG). El poeta español, Dámaso Alonso, tiene un libro muy reconocido, titulado: “Los hijos de la ira”. AG bien puede tener este otro nombre sin menoscabar la idea del artista de la plástica colombiana.


Los rasgos de la pintura de Botero, como es conocido por muchos, son extraordinariamente vigorosos, destacados, de gran volumen y de fuertes colores. En la colección AG Botero hace un “película” bien trazada de lo que ha sido y sigue siendo la guerra provocada por el gobierno de Estados Unidos de Norteamérica, presidido por el saliente presidente W. Bush.


AG narra a través del óleo la atrocidad de una guerra que nadie quiso. Sobre todo representa gestos de la maldad humana, a saber: tortura, fiereza –la cual se puede ver obras como AG 45, 52, 75-, insensibilidad, crueldad, vejación, inhumanidad, burla, bajeza, brutalidad, placer en lastimar, injusticia, fuerza bruta, dureza salvaje, poder opresión y dominio –AG 52, 60-.


Del otro lado está la víctima, con evidentes sufrimientos –con amagos cristianos, AG 47, 75-. Las víctimas de AG se ven indefensas, atacadas, adoloridas, amoratadas, sangrantes, despojadas de sus ropas, torturadas, abocadas a la muerte, desprotegidas, encarceladas, con gestos de dolor y postración, con gritos de desesperación, menos que humanos, extenuados, agotados, muertos.


Las 24 pinturas en óleo y los 22 dibujos que componen la serie AG denuncian el espíritu de esta época que, bajo la égida de la libertad, viola los derechos humanos fundamentales. AG pone en evidencia la verdad histórica de la guerra de Irak, aquello que es capaz de hacer y sufrir el hombre. Botero lleva la verdad de AG al arte y ésta, a su vez, se convierte en una lección de humildad. No somos tan inocentes como parece.


AG es un aviso de lo que está pasando en otras partes del mundo como Cuba, Chad, Congo, China, etc. Por estas obras de Botero –como el “Tres de mayo de 1808”, de Goya o el “Guernica” de Picasso- nos juzgarán a los hombres de hoy, especialmente, a G. W. Bush.


Una vez más el arte ha servido para aleccionar al mundo des la bajezas humanas, pero también de nuestra inteligencia para evitar el mal, el dolor y la muerte de nuestros semejantes.

sábado, 3 de enero de 2009

DON QUIJOTE DE LA MANCHA

Para el V Centenario de la publicación de la célebre obra cervantina, Don Quijote de la Mancha, leí por segunda vez las aventuras del "cabellero de la triste figura". Saqué, por entonces, una notas que hoy rescato y paso a limpio. Si algún tuviera la oportunidad de profundizar en ellas lo haría con mayor seriedad.

1. Apelación de la justicia hacia los desfavorecidos. Don Quijote encarna el ideal de una sociedad justa. El deseo de un mundo más justo, sobre todo para los desvalidos, es todo un símbolo de hacia dónde debe caminar la humanidad.

2. Ambición de Sancho Panza. Sancho, amparado en las promesas de su amo, Don Quijote, sueña con conseguir una buena posición: la de ser gobernador de la famosa Ínsula Barataria. Corrió toda clase de suerte, hasta la burla, por mantener vivo su sueño, que formaba parte de la locura de su defensor.

3. Visión de la mujer. Hay en la obra Don Quijote una curiosa concepción de la mujer, que podría ser de la época o del mismo autor, Miguel de Cervantes, que a mí me pareció en el momento misógena. Habría que analizar más este hallazgo, sin embargo. Sé que si las defensoras de género leyeran el texto cervantino no quedarían muy contentas ni Cervantes bien parado.

4. Culteranismo de Don Quijote y lo popular de Sancho Panza. El Hidalgo de la Mancha usa un lenguaje correcto, pulcro y culto. Sancho, en cambio, irrita a Don Quijote con sus refranes. Esta doble nota se mantiene en toda la obra y es, para mí, un elemento clave, constitutivo de la novela.

5. Ironía, burla, jocosidad de la obra. Miguel de Cervantes intenta transmitir, a través de sus personajes, una serie comportamientos humanos que, además de entrener, dejan el sabor agridulce de que la verdad es otra, que la vida habría de ser de otra manera, pero que en realidad los seres humanos a veces somos irónicos, burlescos y jocosos.

6. Técnica narrativa. Miguel de Cervantes sabía lo que iba a contar en el siguiente capítulo y te prepara para ello. Crea expectativa y enlaza con lo que viene después. Creo que esta técnica es capital. Cervantes cambia de escenario con frecuencia manteniendo la centralidad de Don Quijote y Sancho Panza, el cura, el barbero y el bachiller. Llama la atención los "consejos para escritores". En fin, Cervantes mezcla prosa, poesía y cartas.

7. Crítica a los libros de caballería. Cervantes los critica por no estar ceñidos a la realidad y la veracidad de los hechos que narran.

8. Decálogo para gobernantes. No es extraño que una obra cuyo ideal es la justicia mencione unas pautas para los que ejercen la política, el poder público. De manera que Cervantes deja plasmado un Decálogo o ideario moral para ser un buen gobernante. No sé, pero me viene a la memoria la obra La República de Platón y la Ética Nicomaquea de Aristótles. ¿Leyó Cervantes esas obras?

9. Amistad y complicidad de Don Quijote y Sancho. Más allá de la locura de Don Quijote y de la credulidad de Sancho, les unía la amistad. Y esto les hacía cómplices en toda aventura.

10. La locura: fuente de inspiración. Cervantes crea una realidad irreal, o sea, imaginaria, pero no anula todas las facultades del protagonista. Don Quijote es loco para algunas cosas, pero brillante para otras. Este contraste es, quizás, lo más sorprendente de la genialidad del autor. Al menos así me lo pareció. Hay una tensión entre la locura y la cordura tan sutil como magistral. Cuando Don Quijote dejó de soñar, de tener una razón para luchar y vivir -una conclusión más- le vino la depresión y la muerte. ¿Será que cuando el hombre o la mujer bajan la bandera de sus aspiraciones más locas, más osadas, cuando pierden las ganas de seguir peleando contra molinos de viento firman su propia sentencia? Pienso que Cervantes retrató el alma humana en el alma de el Caballero de la triste figura, en el que, del alguna forma, nos vemos todos.

11. Postura como lector. El narrador te lleva a sentir compasión, repudio, risa, lástima, goce, sorpresa y hasta tedio.

Estos apuntes, insisto, no son conclusivos, ni mucho menos. A lo sumo son alusivo,s unas improntas de una lectura que requeriría análisis e interpretación. Por lo que a mi respecta, como lector y observador, me quedo, de momento, con estas pinceladas. Ningún lector hispanohablante puede presumir de lecturas hasta que haya leído a Don Quijote de la Mancha.

Localización tierra natal, República Dominicana