
Guillermo Pérez Castillo, Puerto Plata, República Dominicana, 1940. El interiorismo de este poeta se caracteriza por su destellante intuición. Su capacidad de síntesis le permite lograr imágenes de una belleza extraordinaria. Va de lo aparentemente simple y llano, a lo profundo; de lo conocido a lo desconocido, o sea al misterio. Fluye y refluye en esa doble dimensión con pasmosa maestría.
Los aciertos de Pérez Castillo son evidentes y de un lirismo verdaderamente alucinante. Podemos decir, sin ambages, que su pluma es agraciada por las musas. Sus versos son, en suma, un legado a
Encuentro con el lirio
Oh ablución del origen.
Este lirio derrama intimidad…
Oh blancura de la sombra
me insufla este aliento
este requiebro de cristal.
Flor desnuda en mis aguas
me adhieren las espumas
de este insondable acecho.
Las sombras se desnudan
en un ángel que no teme al fulgor.
Deshilo este misterio.
Asiendo a ti en cascadas
que invierten el murmullo.
Fluyo a tu morada.
Tiemblo en este atajo…
Lirio ungido,
inagotado lirio…
Oh Dios…
No sabes sonreír porque nunca has llorado.
La muerte que es párpado
cierra el azar.
Sólo la luz destimbra el velo
de la muerte que es sombra.
Por un instante el tiempo
es colisión en la prolijidad
y anulación del éxtasis.
El libro es perfume
pero el aroma es irreverente
en la muerte que no sabe
de unción sino de dispersión
y en el alma
el lirio está encerrado.
Cementerio de la tarde
Un vaho blanquecino
entre árboles dormidos
y un leve sol desparramado.
El mito de la tarde aún existe…
Algo hay de mí en sus verdores apagados
en esas manchas solitarias
en ese gris transido de rostros.
Pretendo la soledad pero todo me asiste:
solo entre ramas y azahares hay una multitud insólita.
Ahora todo mi universo es fronda
silabario ancestral
brumas desdibujadas y pausas…
¿Es vivir ser parte de las cosas?
Busco las moradas donde asirme
como quien se niega a sucumbir
y sigo con la tarde descrita en luz de luciérnagas
que transitan horadando la oscuridad.
Mis corceles asidos de dioses cabalgan
y todavía la tarde es la luz podrida
cementerio azul
ráfagas de alas.
Y retengo en mis manos la tarde
abrevada pero cierta
llena de mariposas,
cocuyos fugaces
y un tropel de alas en el sueño
en las lindes de mis ángeles…
Tarde que es un espejo
un pasadizo por donde huyo a encontrarme
con mis dioses.
La tarde que urdo y despojo en arcoíris extintos
es esta de luz fallida
de soles oscuros que obnubilan los espejos.
Tiempo detenido que mitiga la luz
la célibe tristeza de los ojos que estrenan sus soles
sus cirios apagados.
Ojos de una instancia
donde todo es el chasquido de hojas magulladas
desde antes que el tiempo creara su tortuga
su horóscopo de sangre.
¿Qué tiempo no ha existido aniquilándose?
¿Qué tarde no fue esta tarde
sólo porque mis ojos la negaron?
Canto de unción
Abierto hacia la luz
sobre las aguas
está el loto en su quietud ungido
Oh flor amada
desde el fango te yergues
a lo celeste…
Silencio
Solo es cristal tan frágil
que muere si lo nombro.
Intimación
Solo un espejo limpio devuelve la mirada
de unos ojos que han visto la luz de otros espejos
Son rosas que se abren
miradas que no pierden la sombra que la ocultan
Son abiertos paisajes por donde sólo han ido
otros ojos que existen…
Caracol
Estoico caracol
Ternura y piedra
Beso duro del tiempo
que no tiene palabra
Canto de piedra
Antes
que
fueras
tiempo
camino desandado
encontró en ti la piedra su morada.
Loto
Entre rizos
del agua
laguna silente
antro de oscuridad
aludiendo la iniquidad
del lodo
emerges mística
para besar la luz
Magdalena y el pozo
Rondas que era sombra todavía
atrapada
ardiente
y esculpida
Fisión de luz
tarda la calma.
El ánfora posada en el vacío
El cántaro sediento en el deseo
La sed de otra sed la que andaba.
Canto de sombra
Por donde anda un ciego
la estrella que se pierde
el cristal que se apaga
hay un noche onda
vacía como un eco…
Una herida en la luz
como una flor abierta.
Un espejo quebrado
donde él solo se mira
De espejos
Frágil a huir
en su delirio.
Flor que se mira en agua que se ausenta
¿la nada es algo en este espejo?
Bibliografía activa: Por estos caminos; Origen del pez espina. (Publicaciones artesanales).
Bibliografía pasiva: Bruno Rosario Candelier: El Movimiento Interiorista, Ateneo Insular, R. D., 1995. B. R. Candelier: La búsqueda de absoluto, Ateneo Insular, R. D., 1997. B. R. Candelier: El Interiorismo. Ateneo Insular, R. D., 2001. B. R. Candelier: El Ideal Interior, Ateneo Insular, R. D., 2005. B. R. Candelier: La creación cosmopoética. Academia Dominicana de
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