domingo, 21 de agosto de 2011

PRESENTACIÓN LIBRO "ARCA DE AMASAR DILUVIOS" DE FAUSTO LEONARDO HENRIQUEZ


El poemario El arca de amasar diluvios, del escritor dominicano Fausto Leonardo Henríquez, fue presentado en un acto celebrado en la Academia Dominicana de la Lengua con la participación de intelectuales y escritores de la capital dominicana.

El director de la Academia, Bruno Rosario Candelier, ponderó la nueva obra del escritor interiorista al interpretar la dimensión estética y espiritual de su creación

poética. Al iniciar la presentación del poeta dominicano, señaló: “El sentimiento estético y la vocación contemplativa, fundamento de la creación poética y aliento de la lírica mística, se hallan entrañablemente unidas al sentido de la belleza y el impacto del misterio. Se hermanan en su dimensión espiritual, mediante la sustanciación de las vivencias y la

valoración de lo Absoluto. Arrancan de una misma fuente, el corazón humano, en cuya articulación desatan las más ardientes pasiones en el ámbito interior de la sensibilidad profunda. La conjunción expresiva de esas apelaciones entrañables se concilia en la palabra, vértice de la sensibilidad estética y fragua de la pasión mística”.

El poemario de Fausto Leonardo Henríquez explora, lírica y estéticamente, la vertiente telúrica del paisaje campesino y el origen sagrado de lo creado, al instaurarse en pleno campo cibaeño y, mediante oportunas imágenes poéticas, el hablante lírico recrea simbólicamente la Creación del Mundo y “revive” ese estadio primordial, genesíaco y original, para sentir el Mundo en forma empática. Mediante la descripción del impacto emocional que la realidad proyecta en su interior, se aprecia su inserción en la dimensión singular de lo viviente.

El poeta asume una actitud vitalista, luminosa y radiante. Desde el aliento espiritual de su visión del Mundo, con mirada profunda, holística y poética, retoma fenómenos y elementos y reconstruye sus vivencias para recrearlas poéticamente. Su aliento creador, interiorizado y bíblico, se reconcilia con el sentido de lo viviente y, en tono empático y gozoso, suma a su dimensión estética la vertiente espiritual de sus percepciones trascendentes. El pasaje siguiente describe el singular estado del éxtasis místico:“Desperté en un mundo/ donde no oía el ruido arenoso de los carros,/ lejos del mundo y el grotesco/ tambor de la violencia./ Vi el cielo abierto como un túnel iluminado/ por el cual entraban, vestidos de blanco, /silbando, los lirios. / Cuando entré en un clima sobrenatural/ tocaba mi piel y la sentía como de aire,/ y al hablar no hacía falta la voz,/ sino la mirada/ y la sinceridad del cristal desnudo/del alma rutilante”.

Con su visión amorosa, el poeta místico siente que el Universo se abre a su corazón y así lo experimenta nuestro agraciado creador al comprobar que el Mundo se recrea cada día ante las pupilas asombradas de quien contempla la belleza de la Creación, como la ven los que miran por primera vez las cosas, los que creen en el milagro y los que disfrutan las maravillas del Universo. El poeta lo expresa simbólicamente: “En el hueco de mis manos/recojo tu voz /y me la bebo”.

La sensibilidad trascendente se potencia en los poetas que sienten el llamado de la Fuerza Espiritual del Universo, como se aprecia en este creador dominicano, que recibió el don del sacerdocio, el don de la mística y el don de la poesía, plasmados en una obra de inspiración espiritual y estética bajo la iluminación mística del Interiorismo. Poeta signado por lo sagrado, Fausto Leonardo Henríquez hace de la poesía un vínculo sublime en procura del más hermoso sentido de la vida, vale decir, desde la más cabal consagración poética.

La Academia Dominicana de la Lengua reconoció al escritor dominicano Fausto Leonardo Henríquez, quien obtuvo el XXIX Premio Mundial de Poesía Mística, Fernando Rielo 2009. El acto contó con la presencia de académicos, escritores, y familiares del padre Henríquez. Fue encabezado por Bruno Rosario Candelier, director de esta Corporación, quien entregó el pergamino de reconocimiento en el marco de la presentación de la obra del escritor vegano, el poemario El arca de amasar diluvios.

Fausto Leonardo Henríquez vive la fe con auténtica entrega, su labor sacerdotal y escritural no están separadas, ya que su poesía es testimonio y manifestación de la grandeza divina, afirmó Rosario Candelier al presentarlo y precisó que el escritor ha podido comunicar esta vivencia a través de su poesía gracias a su capacidad de creación. Subrayó que la producción literaria del sacerdote-poeta evidencia que está dotado de tres dones: el don de la poesía, con la capacidad para testimoniar la verdad y la belleza; el don sagrado de la mística, con el que comunica el impacto que produce el vivir cotidiano en contacto con lo divino; y el don sagrado del sacerdocio, razón por la cual en su vida y su obra fluye un vínculo entrañable con la Divinidad. “Este valioso poeta dominicano encauza, con el lenguaje de las imágenes, lo que concita su intuición ante la verdad, la belleza y el misterio, mediante una visión lírica, metafísica y simbólica afín a su sensibilidad social, espiritual y estética. Su poesía canaliza el sentido de lo viviente intuido mediante la energía interior de la conciencia, que el poeta expresa desde la perspectiva de su sensibilidad profunda, por lo cual asume la vertiente interiorista de la creación con la connotación trascendente de hechos, fenómenos y cosas. Hace de la poesía un vínculo humanizante y sublime a favor del más hermoso sentido de la vida, como se manifiesta en esta obra poética, que confirma y potencia su talante creador”.

Al señalar que Fausto Leonardo Henríquez es un valioso exponente del Movimiento Interiorista, dijo también que la obra de este autor dominicano posee tres aspectos fundamentales, a saber: el aliento telúrico que permea el texto; la energía religiosa, en sentido trascendente; y la energía lírica que brota como un sentimiento especial de la sensibilidad del poeta en tanto amanuense de la Fuerza Espiritual del Universo. “Hacer poesía es acercase a Dios, todos los días”. Con esta frase inició el sacerdote-poeta su participación, señalando que su obra poética aplica los postulados estéticos del Interiorismo, movimiento literario fundado y dirigido por Bruno Rosario Candelier, cuya estética tiene cultores tanto en América como en España. El poeta y sacerdote dominicano agradeció el homenaje conferido por la Academia y acaparó la audiencia presente al leer varios de sus poemas.

Fausto Leonardo Henríquez nació en La Vega, Rep. Dominicana, el 20 de noviembre de 1966. Presbítero de la Congregación de la Misión y Licenciado en Teología, ha publicado los siguientes libros de poesía: Claridades, 1994; Sucesiones, 1995; La Seducción del Aire, 1999; La Otra Latitud, 1999; Muestra Poética, 2002; Ínsula Presentida, 2004; Antología Mayor del Movimiento Interiorista, 2007. Fundador y Editor de la revista CriticArte. Citado en varias antologías del Movimiento Interiorista, entre ellas, La Creación Interiorista y Poesía Mística del Interiorismo, de Bruno Rosario Candelier. Es Dirigente Internacional del Movimiento Interiorista, de cuya Comisión Intelectual forma parte. Fue columnista de opinión (1998-2008) de La prensa hondureña. Fausto Leonardo Henríquez ganó el XXIX Premio Mundial Fernando Rielo de Poesía Mística, concedido en Roma, por su poemario Gemidos del ciervo herido. Según el jurado del galardón, este conjunto de poemas expresa, con dominio y destreza literaria, "la superación, la esperanza y el gozo de lo divino en lo humano y de lo humano en lo divino". Actualmente reside en Valencia (España), donde ejerce como sacerdote de su Congregación.

Santo Domingo, ADL, 14 de julio de 2011.

Nota: He tomado esta publicación de la crónica de la Academia Dominicana de la Lengua. Ver aquí.

JOSÉ ACOSTA, La Multitud, novela, 2011.

LA MULTITUD

En la búsqueda de la memoria originaria

La Multitud, Santuario, Rep. Dominicana, 2011, del escritor dominicano José Acosta, sale a la luz con una intencionalidad clara: la de sacudir la conciencia, es decir, de revolver, como hiciera Miguel de Unamuno con sus y novelas, la imaginación del lector. Esa revuelta de la razón no es otra cosa que un intento de pensar el mundo de forma diferente, aguda e intuitiva. Dicho lo cual, querría centrarme en lo que considero el argumento central de la obra, bastante original, por cierto.

El personaje clave de La Multitud, Hugo Santana, representa al hombre culto, solitario, reflexivo, pero vacío. Su actitud ante la vida es la de ‘romper la línea recta’ por la que avanzan los mortales con el fin de hallar la ‘cosa’ y sus otras posibilidades. La ceguera, el miedo y la alucinación embargan el alma insaciable de Santana.

Santana trata de conocer la fuente originaria de la sabiduría, o sea, el punto de partida del conocimiento humano. En su diálogo con los diferentes personajes, él sostiene que hay una ‘primera memoria’ consustancial a nosotros. Esa memoria conserva grabado todo lo que aconteció en el Paraíso.

Santana, naturalmente, no logra explicar qué fue lo que pasó con esa ‘memoria originaria’, pero tiene la intuición o certeza, racional, por supuesto, de que la traemos con nosotros en los genes; con la sola desgracia de que hemos olvidado todo. No recordamos lo que guarda la memoria, ya que algo impide que fluya el recuerdo.

El narrador, Acosta, articula un discurso sicológico. Sus personajes dan cuenta de las angustias existenciales, de la realidad, del pasado y del futuro, del yo, de la eternidad. De todas esas inquietudes universales del género humano, encarnadas en Santana, la del miedo a sí mismo es la más temible. Miedo a su yo, a la verdad que subyace en su interior.

Así las cosas, Acosta, que lleva el hilo conductor de su obra, cerca a Santana al punto de hacerlo topar frontalmente con la autociencia de la muerte, es decir, de la temporalidad de la vida humana. La muerte, no como tragedia, sino como una forma de ‘detenerse en el tiempo’, de ‘quedarse sin futuro’, que completa el círculo de la vida.

La muerte, pues, para Santana, solamente se da cuando el hombre ‘decide vivir en algún lugar de su pasado’. Quedarse en el pasado, o, lo que es lo mismo, en la memoria, es una forma de negar el presente y, por ende, de morir.

José Acosta, que acumula ya varias novelas, introduce en su ficción a un poeta real. Me refiero al poeta Pedro José Gris (cap. 12, pág. 110) para explicar la ‘teoría de los saltos’, tesis defendida por Gris para quien la humanidad avanza cualitativamente por acumulación de energía o de conocimientos.

La Multitud, plantea, pues, la cuestión teórica, filosófica si se quiere, de que «todo conocimiento, habido y por haber, le fue otorgado al hombre en el momento supremo de la creación, allá, en el Edén perdido».

El hombre puede pararse ante la puerta del conocimiento primigenio, la fuente misma de toda sabiduría. Esa puerta que se abre con el deseo de saber. Una vez saciado ese deseo, tan sólo queda la sensación de no haber conseguido nada.

La ‘teoría del conocimiento’ de la que discuten los personajes de La Multitud, consiste pues, en que los conocimientos que el ser humano adquiere a lo largo de su vida brotan de una fuente originaria (Paraíso) y llegan a la memoria consciente de mentes privilegiadas que introducen en el mundo nuevos inventos y tecnologías.

Hay ocultos en los genes humanos ‘facultades extraordinarias’. Hemos heredado de Adán la sabiduría, pero para recordarla es preciso ejercitar la memoria, la primera memoria. Para llegar a ella, esto es, para llegar al Paraíso, es necesario viajar mentalmente. Nosotros somos Adán. Buscamos el Paraíso perdido. Y, en esa constante búsqueda, nos afanamos por mejorar el mundo y la existencia humana.

Adán comenzó nombrando las cosas, ‘acumulando’ los nombres de las cosas y pasándolos de una generación a otra, hasta hoy. El pasado humano es localizable «en los huesos, en las piedras, en las huellas que fue dejando a su paso el carbono».

Cada descubrimiento, cada nuevo hallazgo de la ciencia y la tecnología, cada conocimiento adquirido por ‘acumulación’, no es sino un intento del hombre por retornar al Paraíso. En el Jardín de la memoria, el primer hombre, Adán, escondió todos los secretos del cielo y la tierra.

En realidad, lo que consideramos comúnmente como nuevo descubrimiento, no es sino un recordar lo que ya sabíamos. Recordar es reaprender la sabiduría primigenia de la que fuimos privados en el Paraíso.

Pues bien, esos son los hilos filosóficos que mueven la ficción de José Acosta en esta interesante novela que podemos leer, si se quiere de un par de sentadas. La clave narrativa de Acosta está, sin duda alguna, en que sabe lo que quiere decir, y, lo que es más importante, sobre todo cara al lector, es que sabe cómo decirlo. Y con eso digo todo.

Por Fausto Leonardo Henriquez

miércoles, 17 de agosto de 2011

TEONILDA MADERA, ENTREVISTA 2011

ENTREVISTA A TEONILDA MADERA

(New York, julio de 2011)

Teonilda Madera es una escritora dominicana con el grado de doctora en literatura. Ella es más conocida como poeta, sin embargo escribe ensayos de crítica textual, cuento, teatro y novela. En ella converge una extraordinaria facilidad para el uso de la palabra y una chispeante imaginación, por lo que destaca como brillante conferencista.

Pero todo eso podemos saberlo por otros medios, de modo que no vamos a abundar más en ello. Ahora nos vamos a enfocar en sus palabras, robadas al hilo de una conversación o entrevista.

FL: Como escritora y estudiosa de las letras, ¿qué narrativa prefieres en estos momentos?

TM: La que se escribe con enfoque filosófico que es la más significativa; la que está bien escrita y la que ha aportado en cuanto a estilo, a fusión de géneros y a propuestas innovadoras. Leer, por ejemplo, una novela o un cuento que no tenga nada innovador, a mí no me llama la atención.

FL: ¿Por qué te inclinas hacia ese modelo de creación literaria?

TM: Porque como dijo Baltasar Gracián en su tratado “Agudeza y arte de ingenio”, hay que evitar seguir lo fácil e imitar lo creado sólo para adelantarlo. Entonces, se deben retomar los modelos que nos legaron los griegos y los romanos, que tenían un modelo para todo, incluyendo las obras de teatro que se escribían siguiendo una fórmula, algo así como los cuentos de hadas, que se ciñen a un modelo canónico: “Érase una vez”, “En un tiempo remoto”, “En un país que no existe”. Por eso, el escritor debe tener como reto tratar de inventar técnicas nuevas, fórmulas nuevas de decir lo que ya se ha dicho.

FL: ¿Cuál es tu visión personal de la ficción novelística?

TM: No he publicado una novela inédita que tengo y que trata sobre la inmigración. Es una obra que lleva muchos años añejándose. En cuanto a tu pregunta, debo decirte que me gusta la ficción de contenido filosófico, la que tiene un argumento que cautiva y que tenga cierta dosis de humor bien manejada. Algo así como el Quijote, la gran obra de Miguel de Cervantes.

FL: Catedrales de humo reúne tu producción cuentística, ¿cómo concibes tú el cuento?

TL: Como dijo el maestro Quiroga en el “Decálogo del perfecto cuentista”, un escritor debe saber, desde la primera línea, hacia dónde van los personajes, y tiene que saber lo que necesita ese cuento en particular para que sea único; un cuentista se asegura de que a su cuento no le sobre ni que falte nada.

FL: El teatro siempre ha estado presente en ti desde jovencita. Has actuado, pero también lo escribes, ¿qué nervios tocas en este género, qué alcance tiene, qué aspectos tocas que no consigues con la poesía o con otros géneros?

TM: Fíjate, el teatro ha sido y es muy poderoso. En nuestro tiempo, la mayoría de la gente no quiere ponerse a leer ni obra de teatro ni ningún libro que represente un ejercicio intelectual agotador. Sin embargo, asistir a una función teatral –que incluso permite que la audiencia se convierta en personaje-, representa un ambiente mágico, típico de las actuaciones teatrales. El teatro permite tocar temas de la actualidad, con una audiencia que está escuchando, reflexionando y valorando una función que se basa en actuación y en diálogos que se internalizan con facilidad en la inmediatez del momento. No es lo mismo ver una pieza teatral de principio a fin, sin interrupciones que leer una obra interrumpiendo y retomando la lectura que se hace a retazo. El teatro presenta la oportunidad de movilizar y de llevar un mensaje inmediato a un gran número de gente que puede hasta llegar a formar una revolución ideológica, si el dramaturgo se lo propone, como ha ocurrido tradicionalmente. El teatro se ha utilizado para generar cambios sociales significativos, recordemos lo que hicieron “Los Trinitarios” en nuestro país, por citar un ejemplo.

FL: Tu obra teatral “Temor rojizo”, ¿qué impacto ha tenido en el auditorio?, ¿qué acogida ha tenido en tus puestas en escena?

TM: Esa es una obra que yo escribí con mucho entusiasmo porque sentía el compromiso de llevar un mensaje, de aportar algo, de invitar, no solamente a los jóvenes, sino a los adultos que la leyeran o que la vieran, a considerar seriamente los problemas que estamos viviendo hoy día, específicamente la violencia, las drogas, las pandillas juveniles y de ese mundo que significa, y que forma parte , hasta cierto punto, de la modernidad que muchas veces se torna perniciosa cuando no se maneja adecuadamente.

FL: Como profesional de las letras, sé que dedicas tiempo para el ensayo y la crítica, ¿qué significa para ti el ejercicio crítico?

TL: Es algo diferente, es un producto distinto que exige que el crítico se meta a navegar en un universo o en varios universos creados por otro autor. En el ensayo crítico hay que ir pescando, “fishing”, como se dice en inglés. Es decir, pescar, en la lectura cosas que, a veces, ni el mismo autor se ha dado cuenta de que están ahí. La crítica textual es magnífica, porque es un rompecabezas que se debe desmontar para descodificar, no solamente los signos que aparecen en la obra, sino todo el andamiaje en el estilo, en el discurso y en la polifonía de la narración. Es hacer tuyo algo que no hiciste tú. Tuyo porque tú llegas a manejarlo de tal forma que descubres cosas que se le escapan hasta al mismo autor de la obra.

FL: Tú, como escritora, participas en congresos como conferencista, ¿qué nos puedes decir de esta actividad intelectual tuya?

TL: He participado en congresos desde inicios de los noventas. Algunas veces hago crítica textual, colaboro para revistas importantes y medios de comunicación que me lo solicitan. Podría dar más conferencias, pero me lo impiden mis compromisos laborales, académicos y la misma creación.

FL: Tu tesis doctoral es un gran paso en tu vida, danos a conocer sobre quién o qué la hiciste.

TM: Tuve el atrevimiento de hacerla sobre un poeta monumental, César Vallejo y luego, por si fuera poco, abordé a Blanca Varela, una mujer que ha alcanzado gran renombre internacional, ambos peruanos. Digo atrevimiento porque como debe saber todo literato, y todo académico, existen infinidades de tesis doctorales acerca de la obra de Vallejo y es más que un reto decir algo nuevo acerca de la misma. Mi tesis doctoral tiene tres vertientes y se titula: “Polifonía, corporeidad y memoria en el universo poético de César Vallejo y de Blanca Varela”.

FL: Siendo que has abordado a dos grandes de la literatura de ayer y de hoy, ¿nos puedes decir cuál es el lado luminoso de la tesis?

TM: Las conexiones que encontré y el paralelismo de versos y frases que recicla Blanca Varela y que vienen de Vallejo –no las había apuntado nadie- Valera utiliza el reciclaje como un elemento irruptor en su poética y lo hace con gran originalidad al darle un giro que pone de relieve su creatividad y su brillantez a través de esos ecos polifónicos que son reveladores. Esos prestamos que hace Blanca Varela del universo vallejiano son realmente asombrosos.

FL: ¿Te habría gustado profundizar más en algún aspecto de tu tesis?

TM: Me gustaría retomar cada una de las vertientes temáticas de la tesis sin la presión de la camisa de fuerza que impone la Academia. Una tesis doctoral debe someterse a un lenguaje específico, a los planteamientos del director de tesis. Una vez que se obtiene el título doctoral uno goza de un margen de autonomía y de libertad que permiten presentar temas o cuestiones que, durante el proceso de la tesis no se consideraban oportunos. Puedo decirte que cuando se vuelve a la tesis se abren nuevas posibilidades.

FL: ¿Cuándo defendiste tu tesis?

TM: En el 2008. Presentar la tesis, defenderla y logar el PhD, sabiendo que hay muchísimas personas que no llegan a conseguir ese título en el área de Filosofía y Letras fue un gran logro para mi comunidad y para mi vida.

FL: ¿La publicarás?

TM: Tengo una buena oferta para publicarla, pero he estado tan inmersa en cuestiones laborales, que no he podido enviarla. A nivel de institución universitaria hay tres hermosos volúmenes publicados que están disponibles para el público académico.

FL: En este punto en el que te hallas, ¿cómo te figuras en diez años?

TM: Mi obra… (Es que tú haces unas preguntas que sólo a ti se te ocurren, siempre con una dosis de inteligencia, pero a la misma vez con cierta malicia. Porque ¿cómo voy a saber yo lo que va a pasar dentro de diez años? ¡Ojalá saberlo!). Yo quisiera que el entusiasmo de escribir, el entusiasmo por la literatura no se me apagara, pero hay tantos charlatanes en la literatura, tanta gente que ha hecho de esto un negocio de butifarra y que se autodenominan grandes lumbreras que da asco. Son individuos que descaradamente escriben en las solapas de sus libritos una sarta de mentiras que ellos afirman como verdades (e.g. que los han invitado a Europa, que han ganado premios importantes) y sin embargo, uno sabe que son farsantes a los que solamente sus esposas o sus maridos y un par de amigos de esquina conocen. Para mí la literatura es un asunto muy serio. Un escritor serio debe tener mucha mesura y evitar caer en las garras de esos supuestos “escritores” o en “organizaciones culturales” que no son más que anillitos de fantasía fabricados para su ego. Desgraciadamente, en nuestro país y en los Estados Unidos los “escritores” de mentiritas son los que más ruidos y visibilidad tienen. No me asombra que escritores de estirpe vivan, por lo general, como en un retiro permanente. La verdad de la mentira de la que te acabo de hablar está matando el entusiasmo que solía tener por la escritura. Ahora estoy mirando la literatura y la crisis de valores humanos que estamos viviendo hoy en día como un fenómeno universal que se acentúa más en los dominicanos.

FL: ¿Tus proyectos literarios para el futuro?

TM: En este momento, para serte franca, estoy escribiendo una biografía de alguien muy importante para nuestra cultura y que ha hecho grandes aportes a la comunidad dominicana. Pero en verdad no tengo un proyecto magistral, a pesar de que me tomo muy en serio lo que hago.

lunes, 15 de agosto de 2011

FAUSTO LEONARDO HENRIQUEZ: EN EL GRITO DE UNA NOCHE LARGA

Por Henry Santos Lora


He vuelto a la tina, ubre del campo. Un niño

En mitad de la vida mira surtir

De la peña el cielo.

(Fausto Leonardo Henríquez)


l. Introito

Antes del libro está el hombre. En el hombre está el sacerdote, está el poeta, está el grito de ese hombre que vive, siente y padece su entorno, que siente y padece las humanas cosas, y que al mismo tiempo las exterioriza en la forma que sabe hacerlo. Ese hombre es Fausto Leonardo Henríquez, y la forma que utiliza para canalizar sus recuerdos, sus sufrimientos, sus anhelos es la poesía. Ella lo impulsa hacia el mundo exterior, luego de regresar de un viaje hacia dentro de si mismo.

ll. Aspectos generales de la obra

En el libro que hoy presentamos: Arca de amasar diluvios, están presentes diferentes momentos de la vida de su autor. Acontece que la obra poética entraña un gran compromiso para el autor de la misma, ya que este queda de alguna manera reflejado en ella, a diferencia de otros géneros literarios en donde no necesariamente el yo profundo del autor queda en el trasfondo de la obra. La obra poética, en definitiva, es una obra de creación pura. Es sencillamente una obra que seduce y despierta los reflejos que subyacen en los espejos del alma. Es la sublime experiencia del alma humana que se sirve de los sentidos interiores como lo es la intuición para auscultar las grandes verdades ocultas en los elementos sensoriales de la naturaleza y de las cosas que nos rodean. En el libro que hoy nos ocupa unas veces habla aquel niño de paisajes remotos, otras veces habla el hombre de la vida humana o de la vida contemplativa, pero en la integridad y esencia de la palabra poética de Fausto Leonardo Henríquez, siempre se encuentra la esencia de un ángel. De un ángel volando sobre los límites posibles de la poesía. En cada verso de este libro encontramos una alegría estética, expresada con sinceridad y con mucha pureza. Es un alma cantando a la vida, a la naturaleza, y a las cosas que nos atormentan.

La belleza es un anhelo del espíritu humano. La poesía despierta ese sentido estético, o lo que es lo mismo, despierta el anhelo de la belleza sublime o del misterio profundo. Nos impresiona un atardecer o la expresión frágil y hermosa de una flor, también el dolor, el tormento, las zonas grises y oscuras se convierten como nos refiere otro poeta, Julio Adames: en latigazos de sombras. Pero, otras veces, la poesía es una comunión entre el hombre y nuestro Creador. Es el momento estelar de la misma: nos referimos a la poesía mística. El Padre Fausto Leonardo, a través de toda su producción literaria ha dejado evidenciado que en él existe esa llama teopática que lo conduce necesariamente hacia una dimensión trascendente de ver y sentir las cosas. En él hay un gran poder contemplativo, a través del mismo canaliza los llamados valores de la conciencia, que de acuerdo a lo señalado por el maestro don Bruno Rosario Candelier, forman parte de esos valores: la luz espiritual, el amor puro, la paz interior, la belleza sublime, la verdad profunda, el vínculo entrañable y el bien supremo. El escritor, Fausto Leonardo Henríquez, definitivamente a lo largo de toda su producción literaria alcanza momentos de un gran sentir místico, logrando el arrebato propio de los grandes creadores, como ocurre en su libro anterior Gemidos del ciervo herido, en donde sacia su sed infinita de Dios, siguiendo las huellas de los grandes iluminados de la poesía mística como San Juan de la Cruz, Fray Luis De León, Santa Teresa de Jesús, Juan Pablo Segundo, entre otros. Empero, cabe señalar, que la obra que hoy nos ocupa no entra en los límites de la poesía mística, ya que la misma ha sido creada a partir de otras premisas poéticas. Arca de amasar diluvios es, sin embargo, una obra en la que el poeta se canta a sí mismo, porque vuelve sobre él, para degustar lo que fue, lo que recuerda, lo que sufre o disfruta. No obstante, no puede escapar de algunas vetas místicas que el propio título de la obra deja entrever, al igual que muchas partes del libro, porque Fausto ante todo es un poeta contemplativo, con una vocación pura hacia lo místico. Miembro de la Congregación para la Misión de los paúles o padres vicentinos, sus trabajos apostólicos lo han llevado por otras tierras, lejos de su lar nativo. Cabe destacar que su permanencia en Honduras, de alguna manera lo ha marcado. Vemos cómo esas vivencias alimentan de manera efectiva la memoria poética del autor del libro hoy nos ocupa. De igual forma nos trae vivencias de otros lugares como es el hecho cuando le canta, por ejemplo, a esa avecilla ingenua como lo es el zorzal, el cual habita en gran parte de Europa y otras partes del mundo. El particular canto de esta avecilla ha sorprendido al poeta, el cual en una especie de contra-canto, le dedica algunos versos:

Tu lira suena pura antes del amanecer,

resguarda la flor de tu pico…

¿Quién te llooraa en la penumbra? Los follajes

Embelesados y quietos. ¿Quién te besa

La frente?. Un hombre despierto,

Con vida en los ojos.

El autor del libro cuando pregunta: ¿Quién te llora en la penumbra? Los follajes están embelesados y quietos, está dejando caer un telón mágico de palabras para ocultarse detrás de él. Ese que puede nombrar en la penumbra y que tiene vida en los ojos: no es otro que el propio poeta que está despierto, porque sólo él tiene vida en los ojos, porque sólo él puede ver las cosas que otros no pueden ver. Y así nos trae múltiples imágenes aprehendidas de otras realidades. Pero, en definitiva, el espíritu vegano, ese llamado de la tierra amada: esa energía telúrica, ese ímpetu emocional que nace de la tierra misma que nos vio nacer, en algún momento a nuestro autor le ha sorprendido y le ha cautivado, lo cual deja plasmado en más de un momento, y así nos refiere en el poema titulado: “Me crece el grito”, lo siguiente:

Me crece el flamboyán por dentro,

y la ciudad. Todo mayo florece por dentro.

Qué vegano, qué hijo de esta tierra, o aún pudiéramos decir: qué visitante o advenedizo a la ciudad de La Vega, pudiera ignorar lo que es y significa para nosotros el árbol del flamboyán. El poeta Fausto Leonardo, identificado con su pueblo, nos sigue diciendo:

Me crecen las calles que limpia el sol.

me crecen los árboles,

lavados por la lluvia…

… Me crece el caminar de la gente.

Me crecen las miradas

y los cuerpos vírgenes. Me crecen

los días y el tiempo que muere.

Me crece el grito dentro: Dios.

Este interesante poema que aparece en la página No. 61 del libro, permite a Fausto Leonardo Henríquez, retornar a su pueblo natal. Encontrándose en Valencia, España, vuela por los inmensos océanos entre América y Europa, huye hacia el pasado, y se refugia en él, y de él retorna cargado de vivencias infinitas que nos la regala a través de esa catarsis poética. Lo que deja evidenciado al nombrar el período de su infancia entre árboles, raíces, caminos montañosos y cafetales. Vuelve a su origen, en busca de esas vivencias perdidas, pero guardada en la memoria poética. También en este poema evidencia un grito desgarrador, porque es oportuno señalar que el libro: Arca de amasar diluvios entre muchas otras cosas es un grito que nace del hondón del alma. Es por ello que desde la portada misma del libro nos remite a un gesto de dolor que se expresa a través de la pintura de la artista plástica española Clara Bou Puchault que con genialidad y maestría traza las líneas síquicas de una parte del libro. Pintura ésta que llama poderosamente la atención, pues refleja un estado de desesperación, a través de un grito humanizado, que no necesariamente nace del dolor propio del autor del libro, sino más bien del dolor ajeno que lo siente como propio. Todo lo cual en el contenido de la obra recobra la cordura y el éxtasis poético. El autor de Arca de amasar diluvios, le canta, entonces, a la locura, al dolor, al sufrimiento de la carne, a los laberintos de la conciencia, pero con sublime belleza y recogimiento. A esos episodios humanos que tantas veces quisiéramos ignorar, pero que están ahí. A esos laberintos inescrutables del alma y de la razón humana. Es el momento en que el poeta se vuelve un estudioso de la mente humana, desafiando los métodos y las terapéuticas modernas, cuando nos dice en su poema “Locura”, refiriéndose a un personaje de nombre Gregorio, lo siguiente:

Humanidad hundida en tus ojos.

En un rapto de lluvia

Se te fue la consciencia.

Tu cuerpo quedó como único testigo

de que aún vivías,

a la espera de atrapar

tu cordura en alguna parte.

¿Qué bosques crecieron en tu demencia?

¿Por qué te fuiste a ese abismo

a donde la memoria se borra y abunda la tiniebla?

Cuál de nosotros no recuerda haber visto caminar por nuestras calles, a cuántos personajes en la orfandad de la locura. En cambio, el poeta lo ha visto al igual que nosotros, pero se ha detenido frente a su desgracia humana y desamparo, y en un gesto de misericordia describe esa locura. Igual ocurre cuando se identifica con los estados misérrimos y de soledad, levantando también su canto de solidaridad humana, cuando nos expresa: Me duele el hombre,/ Su mirada caída, su voz sin asta,/ Su noche deslunada… Sube a mis hombros, apóyate/ En la columna que sostiene la noche… Preguntamos, entonces, ¿cuál es esa columna que sostiene a la noche?, de la que nos habla aquí el autor de Arca de amasar diluvios. Indudablemente, el autor de estos versos convierte el dolor terrenal en una especie de preces o súplicas al divino Creador.

Hay también en este libro una especie de interpretación o crítica pictórica, a un cuadro fundamental de una artista también fundamental de la historia de la humanidad, se trata de la Gioconda de Leonardo da Vinci. Fausto Leonardo desafía el pincel y el lienzo del gran genio italiano, al mismo tiempo que va dibujándose asimismo a través del escrutinio de la enigmática obra de Da Vinci. Aquí habla el poeta-hombre, el poeta-ser humano, el poeta que trata de salvarse asimismo, inmerso en las espesas brumas humanas, cuando nos dice lo siguiente:

Hay noches rocosas, brumas sin fin

Rodean el simple gesto labial

Que me nombra y te nombra…

La otra parte del universo, la que husmean

Los sentidos como perros, es mi mundo aterrenal.

Soy pintura con sentidos, nada perturba

Mi reino…

Este es mi ser: oleo consciente…

Tú, Orfeo, por encima de las noches y los días,

Me verás aquí, antigua, trascendida en el tiempo.

En esta parte final quiero hacerles una revelación: en la Pág. No. 15 del libro, encontraremos ese lugar que no es más que un refugio donde se esconde Fausto Leonardo cuando los demás duermen. Acontece que en el poema Arca de amasar diluvios, el cual le da nombre al presente libro, expresa lo siguiente: La noche y la muerte dormitan/ Vigila la luz conmigo para no perecer/ en el torbellino de la oscuridad. Y nos sigue diciendo: no estoy sino lejos, en el arca, amasando diluvios. Y así nos regala ese diluvio de sensaciones y olvidos, abriéndonos de par en par su escondite, para que entremos en él. Aprovechando que la tierra toda se encuentra sumergida bajo las aguas de tantos hechos negativos que atormentan y preocupan a la humanidad de hoy. Entonces, a la espera de ese tiempo de calma, nos sigue diciendo: Aquí sólo las pupilas de tus ojos/ tienen vida, dolor y ramas de olivo. Mientras llega ese ramo de olivo, el poeta, como el gran Noé bíblico, trata de refugiarse en esa arca, y allí amasar diluvios que no son más que poemas.

Arca de amasar diluvios no es más que un grito que ha estremecido a la noche. A una noche larga. Tan larga que se ha convertido en “un territorio nuevo” en la mente del poeta, en donde han nacidos nuevos mundos y jardines verticales de prosas inauditas cuando éste nos canta, por ejemplo, lo siguiente: Vuelo de la noche/ … Boca tánata de íncubos sin rostro/¿Adónde me llevas, noche? En tus ancas/ recorro fauces, …/ Huecos llenos de cielo, impalpables máscaras yacentes en la abierta/ Negrura. ¿Qué soy entre cielo y tierra?/Qué tierra soy o qué cielo?/ Un territorio nuevo es mi mente,/ Antiguo reino encriptado/ En la bóveda de la memoria. (Noche, Pág.No. 27). Este libro no es más que una amalgama de los múltiples colores que el alma humana puede irradiar. Es un arcoíris de sensaciones, presagios y sombras.

lV. Evocación

Entre un reencuentro y una despedida y otra, ahora le digo: vuelva poeta de vez en cuando a su terruño, a su patria chica, prendida siempre de sus pensamientos, vuelva junto a los vetustos flamboyanes, y háblenos de sus heridas y de cómo el flamboyán sangra y se desangra por sus ramas. Y haga que recordemos siempre que la ciudad cabe en la cascara del flamboyán, y que todos estamos presentes en él, bajo su follaje, bajo su verdor y su sombra. Poeta, en su larga y sagrada misión por el mundo, siempre usted dejará sentir su presencia a través de los versos del poema Herida del flamboyán, cuando aún lejos de su tierra, nos deje escuchar ese canto que nace del hondón de su alma, al dejarnos plasmado en relación al árbol del flamboyán, lo siguiente:

La ciudad se desangra por tus ramas.

¿A qué se deben las heridas que te pueblan

el cuerpo?

Ay, árbol,

no gimas, detén tu hemorragia

Que se te va mayo por tus flores.

Ven a mis brazos para consolarte. No temas,

Dime lo que sienten tus raíces.

Te voy a hacer un cielo, un Edén en mis aposentos.

Nadie oye tu pasión, nadie se acerca

a tu cruz lavada en sangre.

La ciudad cabe en tu cáscara, todas las muertes.

Están vivas en ti.

lll. Breve contexto literario del autor

Casi al terminar, quiero expresarles que después de leer algunos fragmentos del libro Arca de amasar diluvios, y de tratar de sintonizar con los efluvios que del mismo manan como un pozo inagotable de sentimientos y vivencias, quién, entonces, se atrevería a decir que La Vega no es una tierra de poetas, si desde Emilio García Godoy, Rubén Suro, Luis Manuel Despradel, pasando por José Mármol, cuya poesía nació entre nosotros, Pastor de Moya y Julio Adames, entre otros tantos, hasta llegar a Fausto Leonardo Henríquez, La Vega no ha hecho otra cosa que no sea regalar parte de su alma poética. El Padre Fausto Leonardo, por muchos años ha venido escribiendo y publicando, importantes artículos de critica literaria, compartiendo sus responsabilidades sacerdotales con la de escritor y poeta. Siendo párroco, por varios años, en San Pedro Sula, Honduras, realizó una importante carrera de escritor y ensayista en Centroamérica. Allí puso en circulación la revista internacional CritcArte, hoy editada y publicada desde Valencia, España. De igual manera ha puesto en circulación varias obras poéticas, siendo el libro Gemidos del ciervo herido, la obra galardonada y que le mereció el pasado año de 2010, el Premio Internacional de Poesía Mística, Fernando Rielo, otorgado en Roma, Italia, lo cual constituye un alto honor para la República Dominicana, el haber conquistado esta presea internacional. He ahí su ganador, he ahí un hijo de este pueblo levantado y erguido por encima de muchos escritores del mundo. Esto último unido a todos sus aportes, talentos y virtudes. Ante todo un hombre de fe, un hombre humilde, un hombre de trabajo. Uno de los más sólidos intelectuales veganos y del país, un activo importante de nuestra sociedad dominicana que a diario sirve como mensajero de la paz y de los auténticos valores vernáculos que nos distinguen como nación. Padre Fausto Leonardo Henríquez, tan vegano como cada uno de nosotros, poeta como pocos, sacerdote y amigo que nos llena de orgullo, finalmente le digo, en nombre de todos: Felicidades y bienvenido a casa.

Muchas gracias

sábado, 13 de agosto de 2011

RUBÉN SÁNCHEZ FÉLIX, Los muertos no sueñan

RUBÉN SÁNCHEZ FÉLIX, Los muertos no sueñan, Editora Nacional, República Dominicana, 2011.

Al acabar de leer esta novela, lo primero que he percibido es la riqueza de léxico del autor, las descripciones precisas de lugares, personas y cosas; profundización en la sicología de sus personajes y un dominio magistral de los recursos técnicos de la narración novelística.

La primera novela, El décimo día, 2005, supuso una puesta en marcha de Sánchez Féliz como escritor de largo aliento; un lanzarse al vacío con la esperanza de caer, como los paracaidistas, indemne.

En Los muertos no sueñan, el autor hace gala de un amplio conocimiento de la lengua castellana; y lo hace abordando unas veces lo culto, otras, lo que más, lo popular. Sánchez Féliz ha alcanzado con esta novela la mayoría de edad en el uso del castellano. Digo poco si no digo que esa mayoría de edad consiste en haber adquirido el nivel de los grandes novelistas de habla castellana. Eso significa, con otras palabras, que tenemos a un narrador dominicano sazonado para producir obras memorables.

Sánchez Féliz tiene una deliciosa forma –con ribetes poéticos- de describir lugares, personas y cosas que, en verdad, recrean las escenas de la obra y hacen que la imaginación vuele al mundo de los personajes. Aunque a veces recurre a lugares comunes, corrientes en la novelística, sus descripciones se vuelven más interesantes cuando se sumerge en la sicología de los personajes.

La imaginería o ficción de Los muertos no sueñan, abre muchas posibilidades al creador que, sin miedo, analiza las más secretas intenciones humanas. Pienso que por ahí también hay gran filón para Sánchez Féliz. Pues las obras que perduran en el tiempo, son las que abordan

el drama humano. Pienso, por no poner más que un par de ejemplos, en las tragedias griegas o en las de Shakespeare. Describir la sicología, –esta tentativa ya aparece en El décimo día- es decir, las más secretas intenciones, pasiones y anhelos humanos, puede dar lugar a obras de gran alcance literario. Y nuestro autor puede lograrlo.

El argumento de Los muertos no sueñan, trenzado por una doble historia, todavía no alcanza, a mi juicio, la cima de lo que pudiera ser “el macando” de la narrativa del autor. No obstante, Los muertos no sueñan, es, a todas luces, una novela que marca un hito en la trayectoria de Sáchez Féliz. Y sólo eso nos tiene que llevar a leerla con profusión.

Los muertos no sueñan impulsa a Sánchez Féliz a conquistar mundos maravillosos posibles. Como somos herederos de esta época, con toda probabilidad el autor no morirá, y yo que lo vea, sin antes haber hecho realidad sus sueños.

martes, 9 de agosto de 2011

JORGE LUIS BORGES, Fervor de Buenos Aires

JORGE LUIS BOR-GES, Obra poética. Emecé Editores, Buenos Aires, 1998. El día 10 de septiembre de 1998, estando yo en Buenos Aires, tuve la feliz ocasión de hacerme con esta obra de setecientas páginas en la que se podemos leer los trece libros de poe-sía del célebre escritor y poeta argentino.

Diez años después vuelvo a releer a Borges. Decido, pues, rescatar algunos poemas y versos que despertaron en mí una especial simpatía. Debo decir que he sentido rechazo al ‘borgianismo’ del que hacen gala ciertos escritores y, tal vez por eso mismo, hacia la obra del ilustre escritor argentino. Pero hoy que vuelvo a reencontrarme con el Jorge Luis Borges poeta, debo decir mi ‘mea culpa’ y honrar su memoria con mi lectura y mis palabras indoctas.

Fervor de Buenos Aires, 1923. El poemario abre con una referencia cultural hebrea. Los griegos pensaban en conceptos, los hebreos en imágenes. Borges distingue este dato lo hace ver su obra. Él también, que tiene la doble virtud, la de pensar en imágenes y la de pensar en conceptos, nos proporciona una bella imagen poética. «Penumbra de la paloma / llamaron los hebreos a la iniciación de la tarde / cuando las sombra no entorpece los pasos / y la venida de la noche se advierte / como una música esperada y antigua […] Las vidas de los hombres arden / como velas aisladas» (Calle desconocida).

En los primeros poemas se puede apreciar una fogosa virtualidad en la adjetivación: «piadosas curvas», «lentitud cimarrona», «trémula inmortalidad»; «la joven flor platónica, / la ardiente y ciega rosa que no canto, / la rosa inalcanzable»; «ávido puñal», «follaje de estrellas»; «vago miedo», «furtiva noche felina», «tiempo caudaloso».

En lo que puede ser un juego de palabras encontramos belleza formal y belleza intelectual: «Y el mármol no hable lo que ca-llan los hombres» (Inscripción en cualquier sepulcro). El desdoblamiento de la filosofía platónica y la analogía de la noche con los ojos de un ciego tienen una especial certeza, es decir de verdad profunda. «Y ya que las ideas / no son eternas como el mármol / sino inmortales como un bosque o un río […] La noche gastada / se ha quedado en los ojos de los ciegos» (Amanecer). «Toda la santa noche la soledad rezando / su rosario de estrellas desparramadas» (Noche de san Juan). «Alguien descrucifica los anhe-los / clavados en el piano» (Sábados).

La vida necesita que todos los días reciba un nuevo impulso de nuestra parte. No se puede esperar de la vida, al contrario, ella espera de nosotros que la elevemos a lo más alto. «Habré de levantar la vasta vida / que aún ahora es tu espejo: / cada mañana habré de reconstruirla» (Ausencia).

La oscuridad –«se oscureció mi dicha»-, encierra una inquietud existencial, no evidente en un primer instante, pero que puja, lucha por salir. «La oscuridad está en la sangre / de las cosas heridas» (Atardeceres); «Oh tardes merecidas por la pena, / noches esperanzadas de mirarte» (Despedida). FLH.

ENRIQUE MORENO CASTILLO, 18 POETAS FRANCESES CONTEMPORÁNEOS

Philippe Faccottet (1975) también está entre mis preferidos. Razón: canta algo muy hondo, muy humano. Le poema “Sur les pas de la lune”, del libro “L’ignorant”. Su sencillez cuánto me gusta.

ENRIQUE MORENO CASTILLO, Dieciocho poetas franceses contemporáneos. Editorial Lumen, 1998. Aunque ya hace doce años de la publicación de esta obra, hoy querría llamar la atención sobre ella por la importancia que tiene sobre todo en el ámbito de las letras y, en particular, de la poesía francesa de los últimos tiempos. Moreno Castillo ha seleccionado y traducido a dieciocho poetas franceses del siglo veinte. Todos ellos con numerosas obras publicadas y con una gran incidencia en el ámbito literario.

A grandes rasgos querría decir algo de los autores que recoge Moreno Castillo son, en esencia, representativos del país galo. Esbozo algunos apuntes sobre ellos, tras mi lectura de la antología. Alain Bosquet (1919). Me gusta de él el poema (Graces) del poemario “Demain sans moi”. La selección de René Guy Cadou (1920), neosurrealista, tiene un no sé qué que me atrapa. El poema “La nuit surtout” es sencillamente fabuloso.

Jean-Claude Renard (1922) es un poeta para leer a fondo. De sus obras me atrae mucho “Père, voici l’homme”. De la obra “Métamorphose du monde”, el poema “Exorcisme des plantes” es maravilloso. Yves Bonnefoy (1923), poeta meditativo. El poemario “Du mouvement et de l’immobilité de Douve” es singular. Ha creado imágenes poéticas de gran impacto y originalidad. Escribe sobre la existencia.

Robert Sabatier (1923) realizó un ensayo sobre san Vicente de Paúl, un Diccionario ilustrado de la muerte y una Historia de la poesía francesa en nueve tomos. Su poesía es de hondo calado reflexivo, con un fuerte asidero en la existencia del ser humano: «Au plus haut de mon être / une voix veut parler» (En lo alto de mi ser / una voz quiere hablar). «Je suis blessé par un être et je sais / que sa blessure est la soeur de la mienne» (Estoy herido por un ser y sé / que su herida es hermana de la mía).

André Du Bouchet, (1924). Escribe una poesía abierta, inacabada, sin cierre. De sus poemas me gustan “Nivellement” del poemario “Dans la chaleur vacante”. «Je conserve le sourvenir de la rosée sur cette route où je ne me trouve pas, / dans le désespoir du vent / qui renoue» (Conservo el recuerdo del rocío sobre este camino en donde no estoy / en medio de la desperación del viento / que vuelve a empezar). Robert Marteau (1925) es bastante conceptualista. Está más en la línea de una poesía de la experiencia. Su obra “Liturgie” y “Louange” son altamente sensibles.

Lorand Gaspar (1925) está entre mis preferidos. Subrayo de él sus brillantes imágenes y su lírica. Su obra “Sol absolu” merece un acercamiento reposado para degustar sus versos. Philippe Faccottet (1975) también está entre mis preferidos. Razón: canta algo muy hondo, muy humano. Le poema “Sur les pas de la lune”, del libro “L’ignorant”. Su sencillez cuánto me gusta.

Charles Le Quintrec (1926) lo leería todo él a gusto porque canta todo lo humano, lo que vive el hombre. En “Le règne et le royaume” en el poema ‘Pouvoir de naître’ leemos : «Enfant je suis entré dans l’âge des blessures / dans l’âge de la mort je m’avance masqué» (De niño entre en la edad de las heridas / por la edad de la muerte avanzo enmascarado). “Danses et chants pour Elisane) contiene versos como estos: «Je n’ai d’autre pays / que celui de mon âme» (No tengo otro país / que el de mi alma).

Jacques Dupin (1927) gran creador de imágenes poéticas, de gran densidad intelectual. Jacques Reda (1929). Su poesía resuma escepticismo y soberbia intelectual. Michel Deguy (1930). Lenguaje y poesía se conjugan en su obra. El poema “Consolatio” del poemaro “Jumelages”, aborda la cuestión de lo que somos y de los que seremos cuando nuestros huesos se hagan polvo.

Bernard Noel (1930). Su obra, vista desde esta época, está cerca del discurso creador de la metapoesía de Los Novísimos españoles de la década de 1970, en la que la palabra y discurso poético están estrechamente unidos. Jacques Roubaud (1932). Poeta experimentalista. Octavio Paz colaboró con él la creación de un tipo de poesía plurilingüe. Pierre Ester (1933). Poeta que busca lo sagrado. Me gusta mucho la obra la “Solitude de la lumière”: «¡Oh Claridad que te me escapas toda, / no soportes que yo Te escuche nunca!»”.

Claude Esteban. Profesor de la Sorbona de París. Ha traducido a numerosos poetas castellanos clásicos y contemporáneos, desde Góngora, Lorca o Paz. Lionel Ray (1935). Es considerado como un poeta oscuro, hermético. Lo cual, lejos de enturbiar su obra, la engrandece. FLH

POMPEYO DEL VALLE, Piano de cola en el mar

POMPEYO DEL VALLE, Piano de cola en el mar. Fonteclara, Tegucigalpa, Honduras, 2006. Poesía de síntesis o, si preferimos, de la ‘recapitulación’. Solamente quien sube a lo alto de una montaña, al bajar, podrá contar la hazaña vivida. Pues bien, Del Valle, nos cuenta, embellecida la palabra, retablos de su vida toda. Sus emociones ante la belleza femenina, expresadas con magistral sensualidad, se actualizan y reviven en el acto crea- eador del poema. Hay en este poema continuos destellos de cultura general, sobre todo francesa. La poesía de Del Valle es poesía de la vida o, si queremos, a lo Vallejo, poe- sía humana, agraciada con una lira sonora, propia de los vates que han mudado la piel muchas veces hasta ser enteramente ellos mismos. Piano de cola en el mar testimonia que, por encima de todas las batallas libradas por el poeta, lo más importante para él, y acaso sea la última y única gran razón de su vida, ha sido y es la poesía. «El hombre vacila / en el naufragio de la hora / empapada en silencio […] Más tarde, siente el llamado de la Justicia […] La llama indómita de la esperanza […] Son tan breves los días y las noches / de gozo y de fiesta de la humana existencia […] La muerte, / dentro de ti trabaja. / Pero ella es nada si puedes salvar el poema». «Y creías oír el cristalino tintineo de la luz / al caer de tan alto […] Mágico tiempo cuando / al aproximarse la noche / se iba la música de los atardeceres / con un piano de cola flotando en el mar». «¡Qué volcán de tiempo desde tu última / tarde aquí en la aldea!». «Y la noche comienza a subir / igual que una torre / anunciando el silencio infinito». «Confirmé que las formas / en que se nos revela / la felicidad a los hombres / son súbitas y misteriosas». «El rígido oleaje de tus pechos exánimes». «…Senos desnudos, / islas mágicas flotando a la deriva». «Mi amor ilimitado por esa otra madre que también / me dio la vida: la Poesía, que es otro / de los nombres del misterio».

POMPEYO DEL VALLE, La imaginaria línea del horizonte. Fonteclara, Tegucigalpa, Honduras, 2010. El poeta hondureño, de la Generación del 50, en esta nueva entrega nos habla como quien ya tiene el círculo de su existencia a punto de cerrarse. Dolor, soledad, melancolía, cavilación, recuerdos suman instantes de la existencia de Del Valle. Una triste desazón, por la brevedad de la vida, atraviesa horizontalmente la existencia del poeta. Su tabla de salvación está en la palabra poética, a la cual se aferra como náufrago que chapotea para no morir. Las experiencias cotidianas, los más insospechados lugares, personas y cosas se transforman en materia poética para el dies-tro vate hondureño. Las utopías de la juventud, a caballo entre el sueño y la lucha para conseguirlas, dejaron en el poeta un sabor agridulce porque tar- daron en llegar o acaso no llegaron nunca. La imaginaria línea del horizonte nos envuelve en una atmósfera, no de derrota, sino de una alta dosis de realismo. Hallamos versos de la desolación, de la tristeza adulta y encallada en la senectud. «Por eso los ojos se me van volando / hasta torcer la imaginaria línea del horizonte […] Estoy vacío como una campana / derribada al pie de una gran muralla […] La mía es la nostalgia del huérfano, / no la del viudo. / El tiempo transcurre tambaleante y veloz como una ruega averiada» (Monólogo de un bebedor solitario). «Junto a mí / hay una silla sin consuelo». «En realidad envejeces / cuando el teléfono calla. / O cuando suena por equivocación». FLH

martes, 2 de agosto de 2011

Diálogo con Fausto Leonardo Henríquez, por Luis Martín Gómez

ENLACE CON EL PERIÓDICO "HOY"

ENTREVISTA A FAUSTO LEONARDO HENRIQUEZ

Diario digital "Hoy" Rep. Dominicana. 29 Julio 2011, 8:07 PM

Diálogo con Fausto Leonardo Henríquez
“La mística es vivir lo cotidiano con apertura al misterio”

Autor de siete poemarios, ganador del Premio Mundial de Poesía Mística Fernando Rielo

Escrito por: LUIS MARTIN GOMEZ (yolayelou@gmail.com)

La característica más sobresaliente de la mística es el júbilo, el gozo, la alegría, la comunicación íntima con Dios”, asegura Fausto Leonardo Henríquez, y yo creo haber encontrado entre sus escritos una prueba de esta certeza: Me crece el flamboyán por dentro, y la ciudad. Todo mayo me florece dentro.

Me crecen las calles que limpia el sol, me crecen los árboles lavados por la lluvia; me crece el verde de las frondas y el aire que zarandea la niñez…

Es un fragmento del poema “Me crece el grito”, de su más reciente libro, “Arca para amasar diluvios”, exquisito poemario presentado a cuatro manos por Juan Miguel Domínguez Prieto, Teonilda Madera, Bruno Rosario Candelier y José Acosta.

FLH Este libro contiene no sólo poesía mística sino que también aborda el sufrimiento humano, la muerte, la esperanza, vivencias que se amasan en el arca, que presento como el lugar de la poesía. Así ve el autor su obra; los presentadores, por su parte, encuentran en ella otras cosas que el autor tal vez no contempló: un viaje al pasado del cual el poeta regresa cargado de nostalgias, un compromiso del autor con la estética interiorista de la que es compromisario, una pugna entre lo sacro y lo profano (hallazgo significativo tomando en cuenta que el poeta también es cura), “el más acá entrañado hasta las transfiguraciones”. Yo, que miro las cosas con ojos ignorantes, encuentro asombrado colores y olores que me conducen a mi niñez en aquel Ozama pre urbano donde tuve una laguna y un bosque antes que los bordes del barrio fueran tomados por el asfalto. Camino, con pantalones cortos y tenis Campeón, por los versos de Fausto, y me topo con el flamboyán florido del parque: “La ciudad se desangra por tus ramas/ ¿a qué se deben las heridas que te pueblan/ el cuerpo? Ríos de arterias/las llamas que arden/ en tu fronda”. O llego, junto con Armando, Santiago y Francisco, sudorosos y hediondos tras la carrera en la que “el que llegue de último es un burro”, hasta el charco sobre el que rebotan las hojas, el cielo y nuestros rostros azorados: “La única fuente que me salva/ es esta tina, boca de la peña, que aún mana/ en mi niñez”.

Arca de amasar diluvios, que incluye haikus (Instante de luz) y poemas sobre pinturas famosas (de Da Vinci, de Monet) sale primero que Gemidos del ciervo herido, poemario ganador de la XXIX edición del Premio Mundial de Poesía Mística Fernando Rielo. El jurado del premio destacó que la obra de Fausto expresa, “con dominio y destreza literaria, la superación, la esperanza y el gozo de lo divino en lo humano, y de lo humano en lo divino”.

FLH Este libro es el punto de llegada de un camino que comencé con mi primer libro, Claridades, de 1994, donde esbozaba mis inquietudes poéticas que luego definí mejor con “La otra latitud”, obra de 1999 que obtuvo una amplia acogida en el movimiento interiorista, porque era ya una propuesta consciente de esta estética. Fausto Leonardo abunda sobre la temática de la mística y dice que en ella confluyen los sucesos de la vida diaria, la fortaleza de la fe y la vida de oración, potenciados por la alegría experimentada en grado sumo. “La mística es vivir lo cotidiano con apertura al misterio. Tiene que ver con el gozo, pero también, como dijera San Juan de la Cruz, es noche oscura, momentos de duda, de dolor, de prueba, de dificultades, momentos en que te sientes cansado, agobiado, cuando no ves una salida; pero todo eso produce un júbilo equivalente al amor que los esposos se expresan afectivamente, carnalmente, a través de la comunión sexual”. En estos tiempos, hablar con un sacerdote provoca cuestionarlo sobre su papel en la sociedad actual, así que no desaproveché la oportunidad.

FLH El desarrollo material de los pueblos contribuye a que, en cierta medida, la gente se vaya desentendiendo de lo espiritual, y el sacerdote se ve afectado por esto. Pero entiendo que hay gente que está consciente del papel del sacerdote en la sociedad, porque así como hay buenos médicos, buenos periodistas, buenos abogados, hay sacerdotes que juegan un papel clave creando armonía, evangelizando, humanizando. Estoy convencido que el evangelio de Jesús es un medio excelente para que el mundo sea mejor, para crear sentimientos nobles en las personas.

LMG. Has sobrellevado tu doble condición de sacerdote y poeta, pero si se te presentara una bifurcación en el camino, ¿cuál senda eligirías?

FLH Desde que yo era seminarista y estudiaba con los Paúles en el ensanche Ozama, venía experimentando la presión de las dos vocaciones, el sacerdocio y la literatura; en distintas épocas, he tenido momentos de contradicciones, situaciones tensas, porque por un lado me debo al sacerdocio, que es muy exigente, y por otro, en la parte más íntima, más personal, deseo cultivar la poesía. Ante esos momentos, he tenido que hablar con mis superiores, preguntarles qué hago, y ellos me han aconsejado: “Tú sigue adelante”, ahora sé que no traicionaría ninguna de las dos vocaciones..

La frase

La mística produce un júbilo equivalente al amor que los esposos se expresan afectivamente, carnalmente, a través de la comunión sexual”.

Sus poemarios

Fausto Leonardo Henríquez ha publicado los poemarios: Claridades, Sucesiones, La seducción del aire, La otra latitud, Muestra poética, Insula presentida y Arca de amasar diluvios. Es también fundador y editor de la revista cultural CriticArte.

Localización tierra natal, República Dominicana