miércoles, 16 de mayo de 2007

Entrevista a la poeta dominicana Teonilda Madera

F/ Háblanos un poco de los estudios realizados y en qué te desempeñas actualmente.

T/ La pregunta te la hago a ti: ¿los curas son tramposos cuando hacen el papel de periodistas? Me imagino que tú no vas a hacer preguntas atrevidas, aunque deberías, son las mejores (risas). Hablar de uno mismo se me hace difícil. Qué te puedo decir, en términos académicos tengo una licenciatura, dos maestrías y estoy terminando el doctorado. Ya terminé todos los cursos, solamente tengo que tomar un examen final y empezar a trabajar en la tesis. ¿Dónde he hecho mis estudios académicos? Casi todos aquí en Estados Unidos. He tomado cursos, la maestría y la licenciatura -la primera que tuve- fue en la Universidad de Lehman College en el Bronx y luego combinado. He tomado, en ese lapso de tiempo, cursos en la Universidad de Alcalá de Henares, en Madrid. En Colombia University he hecho cursos de trabajo de investigación, he colaborado en una guía curricular. Mi tema fue la Celebración del Día de los Muertos, México. Yo trabajé en el aspecto de la literatura, bajo ese tema salieron más o menos 60 páginas. Colaboraron veinte personas de distintos lugares y países. Me desempeño como profesora, de ahí me gano la vida. Llevo más de diez años trabajando con jóvenes en una escuela en el Bronx, se llama Dewitt Clinton Hight School. ¡Por eso es que me mantengo jovencita, como me ves! (Risas)

F/ ¿Cuándo empezó tu carrera literaria, formalmente hablando?

T/ Bueno, yo diría en el 1992 fue donde empecé ya a compartir en público y a permitir que salieran algunos poemas y cuentos míos.

F/ De todo buen escritor, como es tu caso, sobre todo en la etapa inicial de su trayectoria, hay autores que han marcado su sensibilidad creadora, ¿podrías decirnos cuáles han sido para ti “maestros”?

T/ Mira, es que es una avalancha, como tú sabes uno va descubriendo en el camino, a medida que va leyendo, con quiénes te identificas. Yo pienso que hay una comunicación que está desde tiempos ignotos, entre uno y los escritores, no importa de qué siglo hayan sido. A mí el escritor que me ha fascinado ha sido, este… (y tengo que decirte ahora lo que está cruzando por mi mente. Yo tenía en mi boca otra cosa que decirte, y por eso voy a decirte lo que esta pasando por mi mente: Dios ha sido el mayor escritor que me ha influenciado muchísimo, porque empecé a leer la Biblia –luego te contaré de eso– a base de unos sueños que yo tenía cuando era más joven que ahora). Y Luego Cervantes. En la República Dominicana, yo recuerdo que leí el Quijote en el sexto grado con una profesora –yo culpo mi memoria no haber retenido su nombre– quien fue realmente ejemplar, y me marcó muchísimo. Creo que, de hecho, por eso se me dio lo de profesora porque aquella mujer era fascinante.

Yo estaba en un colegio en la capital que se llamaba Los Altagracianos. Entonces, fue con ella que empecé a tener contacto con Cervantes, –imagínate leer a Don Quijote de la Mancha en el sexto grado, cuando uno tiene, qué sé yo, unos 11 años, más o menos, por ahí tenía uno que tener– y luego después, vienen un montón, yo puedo citarte: Machado, Vallejo, Neruda, Pedro Mir, Manuel del Cabral, Del Risco, Juan Boch, Pedro Antonio Valdez –para citar algunos de los contemporáneos– Federico Niesztche, Hemingway, Walt Whitman. Bueno, la lista sería larga, pero realmente son de los escritores que me han marcado muchísimo.

F/ Hablemos de tu poesía, ¿te parece? “Corazón de jade con lágrimas de miel”, ¿qué supone para ti esta primera obra? ¿Qué quieres comunicar en él?

T/ Fue mi primer intento y atrevimiento poético, un hijo del que no reniego, el cual quiero y adoro. Fue mi primer reto. Si “Corazón de Jade” no existiese, los otros libros que le han sucedido no existiesen tampoco. Pero, naturalmente, que fue un libro de novicia.

F/ En “Corazón de Jade” se preludia un talento creador que se consolida en “Van llegando los recuerdos”, tu segundo poemario. ¿Has percibido el salto que hay entre ambos libros?

T/ Por supuesto que sí, porque uno tiene que ser el primer crítico de su propia obra y tiene que darse cuenta de los pasos que tú vas dando, y podemos decir el nivel de madurez que vas adquiriendo a través del tiempo. Y eso se refleja en tus obras, porque la Teonilda de “Corazón de Jade” no es la Teonilda de “Van llegando los recuerdos”, ni es tampoco la Teonilda de “Sorbitos de café en paisajes yertos”; y ni es tampoco la Teonilda que va a aparecer, posiblemente, en “Catedrales de humo” o cualquier otro trabajo que estoy haciendo después. Porque como sabes bien tú, uno evoluciona, evoluciona en todo sentido, y además las lecturas y las experiencias de la vida de Teonilda que tienes frente a ti hoy en día, no es la misma que escribió “Corazón de jade con lágrimas de miel”.

F/ ¿Qué aspectos caracterizan al libro “Van llegando los recuerdos?

T/ Además de las emociones, yo pienso que la poesía realmente no es más que un cúmulo de emociones que te hace parir algo en un momento determinado. Pero, además, en “Van llegando los recuerdos” hay una conciencia mucho más clara, mucho más perfilada de lo que es la literatura, lo que es la poesía y de todos los movimientos de la literatura; y un intento, una búsqueda constante de uno encontrar algo innovador, de uno definir su propia voz como poeta y eso ya está mucho más consciente en “Van llegando los recuerdos”. Y, luego, por supuesto, cristaliza mucho más en “Sorbitos de café en paisajes yertos”.

F/ ¿La nostalgia apela tu conciencia poética desde el título del libro? ¿Te has dado cuenta? ¿Qué es lo que recuerdas o añoras?

T/ Las cosas que marcan a uno, ¿no?, como individuo. Recuerdo de mi infancia, por ejemplo, una tisana hecha de hojas de limoncillo, tan ricas. Mi primera travesura como niña, por ejemplo, andar detrás de una abejita en un rosal, mis primeros contactos con la naturaleza. Mi padre tenía plantaciones de tabaco, tenía muchas fincas por ahí, por el Palmar, cerca de Villa González, y me llevaba de vacaciones bien pequeña. Tengo recuerdos muy gratos de esos momentos, por ejemplo, de cómo yo engañaba a mi padre vendiéndole dulces de tierra (risas). Pues, naturalmente, tengo hermanas y hermanos paternos, mayores que yo, por supuesto. Cuando yo llegaba a la casa, yo era el juguete. Mi padre era débil, me quería muchísimo. Entonces mi padre solía divertirse muchísimo conmigo. Me ponían a bailar, yo bien chiquitita, me encantaba hacer de artista, bailar, cantar y entre eso aprendí que yo podía sacarle dinero a mi padre haciendo unos dulces de tierra, que luego yo en una bandejita me ponía en la cabeza, y empezaba a hacer de pregonera y él me los compraba todos porque le dada mucha pena. Empezaba a hacerme preguntas a mí, ¿no?, y yo a contestárselas y, finalmente, concluíamos en que él me decía: que cuántos hijos tenía yo (Estoy hablando cuando tenía yo 4-5-6 años), y entonces parece que tenía una mentalidad muy comerciante, venía de parte de mi padre, por supuesto, él me hacía la pregunta de cuántos hijos tenía yo. Imagínate, a esa edad uno no tiene conciencia bien de los números ni sé que número le diría yo de hijos.

Yo sí recuerdo como ahora que mi padre ponía cara triste, porque era buen actor, y me decía: ¡Ay, señora, con tantos hijos y ya tan tarde! Usted en la calle vendiendo dulces, yo se los compro todos. Y me los compraba y ese era el momento culminante. Salía yo volada con mis amigas, con mis hermanas paternas, con mis amiguitas a comprar dulces de verdad. Por supuesto, son etapas como te digo, uno va teniendo los recuerdos del primer amor, del primer beso, de una manera consciente e inconsciente. Luego tú vas descubriendo el humanismo, vas descubriendo todo lo que hay a tu alrededor, vas descubriendo la maravilla del mundo, del universo, de Dios, la magia de una flor que se abre, del vuelo de una abeja, de la tristeza de un ser que tú no conoces, que sin embargo te afecta, de la alegría de unos ojos brillantes adelante de ti, que te dicen tanto sin decirte una palabra. Y de ahí te va marcando los territorios del alma, de la vida y esos son recuerdos que se van quedando, ¿no? y que aparecen muchísimo de ellos en “Van llegando los recuerdos.”

En “Van llegando los recuerdos”, ¿crees que estás más cerca de ti misma, de tu propia voz?

T/ Pues digamos que sí, podría decir que sí. Yo pienso que no soy la más indicada para hablar de mi propia obra, de mí deben de hablar los lectores y entre ellos tú que eres un crítico, no yo, ¿no te parece que es injusto lo que estás haciendo?

El uso del inglés está presente en “Van llegando los recuerdos”. ¿Significa esto una ruptura con la tradición domínico-hispana?

T/ No, sólo significa una realidad lingüística simplemente. Yo vivo y me manejo en dos idiomas y por supuesto que tenía que aparecer ya la presencia del inglés como realidad lingüística en mi vida.

F/ ¿Cómo conjugas un único ser, o sea, tú, mujer y poeta con dos culturas, la propia y la adoptiva?

T/ Yo creo que eso se va dando de una manera inconsciente en uno porque, de repente, van aflorando cosas que pertenecen a ambas culturas y de ahí aparece o surge, yo te diría, un acrisolamiento lingüístico, cultura que se hace tuya.

F/ “Sorbitos de café en paisajes yertos”, tu tercer poemario, ¿qué elementos novedoso presenta? O sea, aspectos que no aparecen en los anteriores libros. ¿Superas los anteriores? ¿Y en qué?

T/ Te repito, no seas tramposo que de lo de cura no te está favoreciendo, así que esa pregunta yo no te la voy a contestar porque pienso que ya te he hablado demasiado de mi poesía y prefiero que lo digan los lectores. Yo sé que sigue latiendo allí la Teonilda que quiere, que tiene sueños, que cada día sigue superándose como individuo, como persona para llegar a una meta final, que es lo que somos todos: un ente del cosmos simplemente y seguir compartiendo con los demás las inquietudes que uno tiene de la vida, la filosofía que uno tiene de la vida, simplemente.

F/ A caballo entre la cultura dominicana y la norteamericana, ¿sientes alguna presión para defender o conservar tu propia identidad?

T/ No yo no tengo ningún problema con mi identidad, yo siempre he tenido claro que yo soy un individuo con una ciudadanía internacional. Yo soy simplemente del planeta tierra, y realmente no tengo ningún problema con mi identidad en ese sentido. Yo pienso que los seres se enriquecen y crecen muchísimo cuando están en contacto con otras culturas. Ya quisiera que escucharas tú una entrevista, una parte de una entrevista que yo le hice –tuve el privilegio, la fortuna, de hacerle una entrevista– a Don Pedro Mir y realmente cómo contesta a una pregunta similar a esta que tú me estás haciendo. Realmente yo creo que los seres somos mucho más libres, podemos llegar a ser más humanos a medida que tenemos más contactos, somos más abiertos a las demás culturas, pero eso no tiene que afectar tu identidad porque tú lo qué eres al final no es sino un ser humano como cualquier otro.

F/ Tú sabes que estamos en un mundo nuevo. El estar en este mundo nuevo supone un desafío lingüístico y cultural, donde no solamente afloran los recuerdos, sino que afloras tú como poeta, como creadora. ¿Qué supone para ti a la hora de expresar su ser poético?

T/ Bueno, mira, yo no sé cuán nuevo sea el mundo, para serte franca. Es un mundo muy viejo que está en constante, constante evolución, eso sí, y que a nosotros nos ha tocado vivir una era dominada por la tecnología y desgraciadamente por las guerras, por las armas nucleares y por la destrucción de la humanidad. Lo nuevo que tiene el mundo para mí es eso porque el hombre siempre ha tenido las mismas necesidades hoy día que tenía anteriormente: un deseo de comunicarse con los demás, un deseo de facilitar su rutina diaria, de encontrar las cosas que le faciliten el diario vivir, pero en esencia, el hombre en esencia, es el mismo hombre.

F/ ¿Has pensado publicar alguna cosa más? ¿Para cuándo?

T/ Sí, yo tengo un par de libros inéditos que sí pienso darles seguimiento. Entre ellos una obra de teatro, “Temor Rojizo”; un compendio de cuentos, “Catedrales de Humo”; otro poemario, un poemario y medio vamos a decir, y una novela. En su momento irán saliendo.

F/ ¿Objetivamente hablando, ¿qué aceptación ha tenido tu obra poética entre los escritores, entre que la gente que lee y que está pendiente de los valores dominicanos como es tu caso?

T/ Mira, en cuanto a lo dominicano, te voy a decir algo, yo no escribo para la comunidad dominicana nada más, no son esas mis pretensiones. Yo escribo para todo aquel que quiera leerme y en ese sentido deja decirte que pienso que ha tenido muy buena proyección mi literatura (de hecho tú eres testigo de que ni siquiera sin conocernos nunca, ya tú habías tenido mis libros y tú estás viviendo en Honduras desde ya hace tiempo) o sea, más que lo diga yo, lo puedes decir tú que mi obra ha pasado las barreras y las fronteras de la Republica Dominicana.

No te podría decir, darte una definición o un porcentaje porque eso no se puede medir y punto. Yo pienso que sí me he proyectado, que mi trabajo se ha proyectado muy bien porque a mí, te repito, te reitero, a mí me conocen escritores internacionales de donde quiera. Qué te puedo decir, a mí me conoce un, por ejemplo, Don Claudio Guillén –por citarte a alguien que es uno de los críticos más grande que tiene España ahora mismo, que es el hijo del poeta de la Generación del 27–, con quien me carteo. Te puedo citar a Roberto Ponte, unos de los escritores de Brasil; te puedo citar a un montón de poetas y escritores no dominicanos y que me conocen internacionalmente, incluso de China, que conocen mi trabajo. Muchos, ha pasado como por ejemplo contigo, que han leído cosas mías, libros que le han llegado o artículos míos, qué se yo, y se han, de una manera u otra, puesto en contacto conmigo. Me parece que eso es fabuloso, pero en cuanto a decirle yo ¡ay mira que soy el gran fenómeno de la literatura!, ¡Me libre Dios! O sea, una de las cosas que pretendo mantener siempre es la modestia en todo los actos de mi vida. No quiero pecar jamás de que la arrogancia me lleve a mí a yo autodefinirme como la gran poeta de la Republica Dominicana, a usar esos epítetos y a hacer uso y abuso de las hipérboles que son tan comunes en nuestros escritores. Lo que yo pretendo es, sí, llegarles a quienes Dios tiene destinado que yo llegue.

F/ A propósito de Dios, que al principio dijiste que era unos de los autores que, por medio de la Biblia, te había inspirado, ¿puedes conversar un poquito de esto?

T/ Sí, sí, mira, yo siempre he sentido la presencia de Dios en mi vida, pero de una manera muy, muy tangible. Yo tengo cierto conociendo de la Biblia. Yo empecé a leer la Biblia cuando estaba en la República Dominicana haciendo el bachillerato, la escuela secundaria. Fue a raíz de sueños que yo empecé con la Biblia, entonces un día, yo le dije a mi abuela, –yo le decía a mi abuela mamá– que me prestara su Biblia, y yo solía abrirla al azar donde saliera. Allí empecé a leer y empecé a ponerme en contacto con los discípulos y con la profecía, con el libro de Revelaciones. Yo pienso que una de las cosas que me mantiene a mí realmente, no tengo la menor duda, de que quien guía mis pasos literarios y mi vida, es Dios. Yo reconozco, humildemente, reconozco que sin Dios no sería nadie ni nada.

No soy tan soberbia como algunos de creerse que las cosas que yo logro, lo poquito que mi literatura ha avanzado se deba a ningún talento mío nada más, no, se debe a que Dios tiene destinado para cada individuo algo. Y eso no te lo quita nadie, independientemente de lo que fuese y lo que yo he hecho en términos literarios y términos personales de mi vida ha sido guiado por Dios.

F/ En esta misma línea, tú sabes que hay escritores, intelectuales, tan intelectuales que son fríos y tan fríos que son ateos, ¿qué opinión te merece a ti el trabajo intelectual y la fe? La fe en Dios, para ser exactos.

T/ Mira, Fausto, yo no soy quién para cuestionar la fe de nadie ni la ideología de nadie, yo las respeto, absolutamente las respeto, independientemente de que yo no comulgue con la ideología ni con la fe de otros, porque eso no me atañe. No puedo opinar sobre este tema porque cada quien es libre de escoger el territorio de la fe con la que más se siente conforme.

F/ Una última pregunta para terminar, ¿tú podrías darnos o decirnos una frase célebre?

T/ Mira, antes de contestarte esta pregunta, como tú me hablaste de Dios y de los ateos y de los intelectuales, en unos de los viajes que yo he hecho a Europa, yo estaba mirando -por cada país de los que fui visitando- la presencia de Dios en las montañas, en la agricultura, en la naturaleza, en los seres que me fui encontrando en todos los países que visité. Escribí un poema, precisamente, en el cual se presenta la visión de un ateo y de un creyente. El poema es un cuestionamiento así empieza: “¿Dónde esta Dios?”, pregunta el ateo. Este poema está en “Sorbitos de café”. Léelo, que quizás ahí vas a encontrar un poco de cosas sobre lo que yo considero acerca de la fe y sobre ciertas pretensiones utópicas como quizás las que me estoy planteando en este poema, o sea, llegar a que a un ateo de un momento a otro reconozca la presencia de Dios.

Frase: “Yo sólo sé que no se nada”. (Risas).

Entrevista a Franklin Gutierrez, escritor y ensayista dominicano.








Nueva York, 12 de Febrero de 2004.



— Franklin, ¿cómo surgió la brillante idea de hacer un Diccionario de la Literatura Dominicana?



R/ La idea surge porque, estoy casi seguro, la República Dominicana, es prácticamente el único país de habla hispana que no tiene un diccionario de literatura que la represente. Entonces, el hecho de vivir fuera del país durante muchos años y el estar ligado al mundo académico, también me ha hecho ver la necesidad de un material de esa naturaleza. No lo concebí como un diccionario de autores porque no era el proyecto que quería ni tampoco de escritores, sino de literatura. En él no solamente trato a los autores con sus notas bibliográficas y sus referencias de obras publicadas y lo que se ha escrito sobre ellos, sino también un recorrido panorámico de lo que es la literatura dominicana desde sus orígenes hasta hoy.



— ¿Cuáles son las características principales de este diccionario?



R/ Yo diría, en primer lugar, que es el primero que se hace en el país. No hay una tradición en ese sentido. Lo que más me ha interesado ha sido el mostrar la bibliografía pasiva de lo que se ha escrito sobre los autores, porque cuando los autores, investigadores y los estudiantes que buscan referencias de literatura y nunca las encuentran. Y ahí sí hay una unas 8.500 entradas bibliográficas, a través de las cuales la gente se pueda enterar. Esa es una parte. La otra es terminológica. En ella se cuenta todo lo que es la historia de la literatura dominicana. Entonces esa parte le servirá a la gente como material de referencia obligatoria prácticamente en lo que tiene que ver con la historia de la literatura dominicana.



— Quedan insinuados los destinatarios de tan importante trabajo, pero ¿a quién específicamente va dirigido este diccionario de historia de la literatura dominicana?



R/ Está diseñado para todos los niveles, tanto para estudiantes, académicos, investigadores y amantes de la literatura, en sentido general, que quieran tener conocimiento sobre esa área.



— ¿Cuál es el objetivo último de este laborioso trabajo?



R/ Dotar al pueblo dominicano, en primer lugar, y en segundo lugar a las comunidades latinoamericanas y, finalmente a los estudiantes –que tanto lo necesitan- a investigadores de una fuente de información en la que ellos puedan encontrar una historia de la literatura dominicana, que se ha diseminado durante más de un siglo y medio sin encontrar un documento donde se pueda acudir sin tener que ir a cincuenta, sesenta o setenta libros para reunir información. De modo que, en ese documento, en ese diccionario, está reunida toda esa historia. Y toda esa referencia bibliográfica al mismo tiempo.



— A sabiendas de que es difícil hacer un juicio de valor sobre una obra que uno mismo hace –en este caso tu diccionario- ¿podrías darnos tu valoración?



R/ Para mí, como bien dices, es muy difícil valorar. Lo que sí puedo decir es que es un trabajo al que le dediqué doce años de labor intensa y lo he hecho tratando de corregir miles de errores bibliográficos de nuestras fuentes principales para tratar de dar a la gente, al lector, un material limpio, un material confiable, un material al que pueda uno llegar con confianza.



— Tú dijiste que no había antes en la República Dominicana un diccionario de esta categoría, no obstante, ¿hubo alguna vez un intento de cotejar documentos para un diccionario como el que presentas hoy al público?



R/ Existe un diccionario de autores dominicanos, hecho por Cándido Redón, pero es un diccionario en el que va todo el que ha publicado un libro, porque es de autores. No está clasificado ni es de literatura, sino de autores, desde los libros de literatura hasta los de matemáticas. En este orden, Miguel Collado ha hecho bastante trabajo de recopilación de fuentes bibliográficas. Pero lo que es el concepto de diccionario en sí es la primera vez que se trata, porque en nuestro medio se entiende que un diccionario de la literatura es un diccionario de escritores y de autores, pero no es así. El diccionario de autores es de autores, el de escritores de escritores y el de literatura envuelve todos a la vez.



— ¿Qué repercusiones ha tenido entre los intelectuales el diccionario?



R/ Todavía yo no puedo hablar de repercusiones porque, en realidad, el libro ni siquiera está circulando en la República Dominicana todavía. Yo voy ahora el día 4 de marzo a ponerlo a circular. No quise dejarlo circulando ahora cuando estuve allá en enero pasado porque quiero hacer un acto más o menos decente, ¿no? Y aquí en Estado Unidos, aquí en Nueva York, específicamente, la recepción ha sido muy, muy positiva. La gente está ya interesada, muy interesada en él, porque en realidad es un material que les puede ser útil. Especialmente a la gente que le interese conocer nuestra literatura.



— Quienes te conocemos sabemos que eres un hombre multifacético, sobre todo en el ámbito de la creación intelectual, ¿tienes un nuevo proyecto con el cual nos puedas sorprender?



R/ Ahora estoy terminando otro proyecto de diccionario, pero éste más ligado a lo que es la teoría literaria como fuente de conocimiento, o sea, es un glosario de términos literarios de uso común que se usará para estudiantes de educación superior y universidades. Recoge los principales términos de lo que es la teoría literaria, aplicados a otros conocimientos de la misma literatura, a otras áreas.



— ¿Tienes contemplado para cuándo estará terminado ese nuevo trabajo?



R/ Terminado está, lo que no está es publicado. Pienso que lo podré publicar para mediados de año.



— Sabemos que te dedicas a divulgar los valores dominicanos, no solamente por medio del papel impreso, sino también a través de la web: Escritoresdomiccanos.com, ¿qué nos puedes decir de esa página?



R/ Esa página me llena cada día de satisfacción porque recibo con frecuencia muchos correos electrónicos de la gente de todos los niveles y de muchos países, dando las gracias por una página como esa y felicitándonos por el trabajo que estamos haciendo. Entonces, siento que está teniendo mucha acogida, que está llegando a muchos lugares y que está supliendo una necesidad que realmente es muy importante. Lo lamentable de todo esto es que no se cuanta con apoyo oficial ni de ningún tipo. Es un trabajo que, como tengo que hacerlo solo, a veces me toma incluso tiempo preparar material para ponerlo en la página. Pero sí he recibido mucho estímulo de mucha gente que valora el trabajo.



— Sabemos que hay una presencia cada vez más notoria de la literatura hispana en los Estados Unidos, ¿cuál es tu opinión específicamente de la literatura dominicana?



R/ La literatura dominicana en los Estados Unidos está tomando mucho auge. Yo, contrario al pesimismo que tiene mucha gente, soy muy optimista. Yo acabo de dictar un Seminario en la Fundación Global Democracia y Desarrollo en la República Dominicana, en el que hemos hecho un estudio panorámico desde 1900 hasta hoy de todo lo que es la literatura dominicana en los Estados Unidos. Incluso tuvo tanto impacto ese trabajo allá, que van a publicar las ponencias en un libro, me imagino, que para mediados de año. Acá se está trabajando mucho, ya no se trata solamente de poetas y novelistas, pues tenemos gente trabajando en el campo de la historia, de la sociología y de la investigación y publicando libros en todos esos órdenes. De modo que hay que tomar en cuenta que la inmigración ha cambiado mucho. Ya no solamente están inmigrando los obreros, los trabajadores y la gente del campo, sino personas formadas. Eso ha contribuido también a que, gente que comenzaron a escribir en la República Dominicana, sigan haciéndolo acá. Muchos que estudiaron y se formaron acá están trabajando lo que es la sociología, la historia y el desarrollo de la comunidad dominicana desde el punto de vista ensayístico.



— Por otra parte, ¿hay cohesión entre los intelectuales dominicanos en los Estados Unidos?



R/ La cohesión es difícil en todas partes. Los escritores tienden a dividirse en sectores ideológicos, a agruparse a veces por razones políticas. Es difícil lograr cohesión. Lo que sí yo sé es que, al momento de hacer grandes cosas, como participar en congresos u organizar eventos de esa naturaleza, generalmente nos encontramos todos, nos damos un abrazo y seguimos trabajando.



— De los jóvenes creadores en los Estados Unidos ¿cuáles te parecen que son un potencial?



R/ Uno de ellos es, evidentemente, José Acosta, Pedro Antonio Valdez, que se fue hace ya un par de años, pero que hizo una buena producción acá [Nueva York]. Entre los jóvenes que no han publicado libros, está Rubén Sánchez, un cuentista interesante. Hay también algunos jóvenes que están agrupados al sector que organiza Diógenes Abreu del grupo Palabra Expresión. En la misma academia hay muchachos que han comenzado a escribir en inglés. Hay un gran movimiento. Creo que hay mucho futuro. Dentro de no mucho tiempo de comenzará a producir literatura en inglés que ya arrancó con Julio, Maritza, Alexis y con otro grupo más.



Finalmente, ¿cómo anda la literatura escrita por mujeres dominicanas en los Estados Unidos?



R/ Yo creo que la producción va paralela. Hay mucha gente escribiendo. Muchas, muchas. Dinora Coronado, Marianela Medrano, Anexi Báez, Angy Cruz, Irene Santos, Inoemia Villar, Loida Maritza Pérez. Es un grupo bastante significativo, cuantitativa y cualitativamente.



Fin.

Entrevista al poeta José Adán Castelar, poeta hondureño. FLH




FL: ¿En qué año y dónde nació usted?


JAC: Yo nací, por casualidad, en un lugar llamado Coyoles Central. Digo por casualidad porque en aquellos tiempos, cuando una mujer iba a parir en la Standard Fruit Company, proporcionaban un vehículo que llamaban motocarro. Este motocarro hacía un recorrido en el campo donde estaba la embarazada hasta el hospital de La Ceiba. Eso ocurrió con mi madre. Pero yo estaba muy urgido y reventé la fuente de mamá cuando pasaba por Coyoles Central en el motocarro. Nací en la orilla de la línea, en una choza. Me atendió una partera que todavía la busco –seguramente debe estar muerta– para darle las gracias, porque por ella estoy aquí en este mundo. Nací en un lugar que poco a poco he ido amando, incluso le he escrito unos seis poemas. Nací el 9 de abril de 1941. A los seis meses llegué a La Ceiba. Esa es la confusión que tienen amigos y vecinos de La Ceiba, pero no, soy un campeño de Coyoles Central.


FL: ¿Cómo llegó usted a las letras?


JAC: Mi apego a las letras nació, no sé si decir por vocación natural o por iniciativa propia o por un problema congénito, creo que por las tres cosas. Pero más porque necesitaba tener una indentidad. Desde pequeño me gustó leer y escribir. Leí el cuento de Peter Pan, el cual nunca moría, siempre renacía.


FL: ¿Qué autores leyó usted de joven?


JAC: Siempre he sido un campeón como lector, leía todos los clásicos españoles, que por cierto la embajada en aquellos tiempos, quizá por problemas económicos, proporcionaba todos los libros que salían en las editoriales de aquella época. Yo los leía gracias a la directora de la biblioteca Juan Ramón Molina, Angelita –una señora que recuerdo con gran cariño–, me prestaba cada libro por una semana. Leía a los clásicos frances, ingleses y a los griegos, desde luego que en idioma español. Mis lecturas fueron desordenadas, pero muy queridas. Leí mucho, por lo menos aprendí para qué y por qué escribir.


FL: ¿Qué obras tiene usted publicadas?


JAC: Hasta ahora tengo publicados diez libros y mantengo inéditos nueve. Mis diez publicaciones son casi todas de poesía, sólo uno, que es un relato, , un cuento de nueve páginas que se llama: “La noche en que le cortaron las alas a Supermán”. Este año seguramente publique un libro de cuentos cortos, titulado “Actos de amor y otros actos”. Son unos cuarenta y cinco o cincuenta cuentos cortos. Todos son una parodia, como diría Borges, para quien la literatura es una parodia. Unos están inspirados en la mitología griega, otros en la realidad nacional y otros especialmente tocan aspectos de la guerrilla. Todos mis cuentos se caracterizan por ser pequeños y por tener un final con el verso número catorce de un soneto. He querido publicar toda mi obra, pero como se sabe, la economía mueve al mundo, y a mí no me mueve la economía. Yo entiendo el cuento como un soneto, no con catorce versos, que tenga las tres categorías que tiene el cuento y con un final sorpresa. Para mí el maestro del cuento es el dramaturgo y novelista, ruso, Chejov, quien escribió cuantos sobre cualquier tema. El cuento corto no admite un error.


FL: ¿Con cual obra publicada cree usted que alcanzó su madurez como poeta?


JAC: Mi mejor obra es la que mantengo inédita, porque hasta ahora he aprendido a escribir, he aprendido un poco a escribir, a usar un poquito, que no poco, la estratagema de la palabra. He descubierto que la palabra está más viva que yo y que debo respetarla, tanto que sin ella no existo, ella es que la que me da la vida. Antes pensaba que la poesía era mirarla llegar y platicar con ella. Pero no, la poesía, además de ser un acto de magia, es una salvación, una salvación del cuerpo y del espíritu. Yo hago lo que el mestro Eugenio Montale, espero que la poesía me edifique. Por eso es que ahora mi obra no es tan apurada. Utilizo más tiempo para elaborarla. Yo amo la poesía espontánea, la que nace de pronto, la que prácticamente está ahí y surte en un momento de locura o cordura. Después me quedo preguntando cómo es posible que me salió esto tan rápido después de querer escribir un poema y no me sale nada. Ese misterio es lo que todavía me preocupa y estoy aprendiendo a descubrirlo, tal vez en cien años consiga saber cómo se escribe poesía. Con mi libro “Poema Estacional” creo que alcancé lo que yo buscaba. Es un libro plástico, el lirismo es natural, se caracteriza por la musicalidad del verso y una cierta ternura que necesitaba expresar ahí. Hoy en mí no compite lo externo, sino lo interno entre mi poesía de ayer y mi poesía de ahora. Sin embargo, tengo un libro inédito que creo que es lo mejor que he escrito hasta ahora, se titula “Nombrar”. Nombrar a las cosas en su significado natural, inspirada en los grandes maestros griegos, los italianos, sobre todo Montale. Tengo otros libros. Uno de ellos se titula “Poemas viajeros”.


FL: Profundice un poco más acerca de su visión de la poesía.


JAC: Después de golpearme la cabeza con la palabra, decrubrí que esta mildita palabra, está ahí, pero no sale, no la encuentro, no encaja. Yo amo la música y deseo que mi poema sea musical, que tenga música. Por eso se me hace difícil encontrar la palabra precisa. A veces choco con las palabras que busco y me derriban, por eso hago unos borrones espantosos en el papel. He llegado a esa conclusión a base de estudio, de fracasos y siguiendo esas prácticas diarias, que es necesaria, para poder dominar un poquito este arte tan díficil y asesino –digo asesino con mucho amor– como es la poesía.


FL: Tengo entendido que usted ha practicado el periodismo cultural. Cuéntenos algo sobre su experiencia.


JAC: Sí, he practicado mucho el periodismo cultural, pero por falta de espacio donde publicar estos artículos pequeños, unos más grandes, están por ahí inéditos. He mandado muchos a los periódicos, pero reproducen uno o dos al año y luego se pierden. Tengo como para publicar un libro, que podría ser un libro de crónicas. He escrito mucho en periódicos locales, semanarios de La Ceiba. He ejercido el periodismo local en miniatura en una sección llamada “Sin importancia alguna”. Tengo por ahí un montón de apuntes, sobre todo con los amigos que han muerto dentro del país como fuera de él.


FL: Usted hizo mención a sus amigos pintores, ¿cuáles admira usted en el ámbito nacional?


JAC: Admiro a Pablo Zelaya Sierra. Siempre que voy al Museo de la República voy a ver su cuadro “Las Monjas”. Es un cuadro excepcional y es digno de cualquier gran pintor mundial, aun de Velázquez. Hay otros pintores muertos: Aguilar, Rodezno, Aníbal Cruz, que tienen su obra, pero no tienen una obra que me deslumbre como “Las Monjas”. Hay otros pintores actuales, vivos, que admiro: Padilla Yestas, Virgilio Guardiola, Tróchez, Juan Cony, Mario Mejía. Me preocupa escribir sobre ellos porque sólo tengo anécdotas muy desgraciadas, muy humanistas y a la vez muy tristes. Por ejemplo, Aníbal Cruz una vez me dijo: “Te invito a almorzar. Yo voy a cocinar, déjenme, no me molesten. Había otros amigos invitados sentados en la sala tomándose una cervecita, otros tomaban ron. Pasó el tiempo, una, dos horas y el almuerzo no aparecía. Entonces dijimos: vamos a buscar a este indio que nos invitó a comer, a almorzar y se ha perdido. Cuando llegamos al patio de la casa vimos que le estaba echando maíz a unas palomas de castilla, de esas gorditas. Le hablamos y él dijo: “cállense, que estoy esperando que las palomas se acerquen para matarlas, no ven esta es la comida nuestra”. Tengo numerosas anécdotas, todas ellas enmarcadas entre el dios Baco, el dios dinero y las dificultades de los artistas que sobreviven en un país como este. Estoy preparando otro libro titulado “Mis amigos los pintores”. Yo pensé que mis amigos pintores eran unos cinco, pero cuando me doy cuenta van como por setenta.


FL: Háblenos de sus amistades con escritores hondureños, de sus preferencias.


JAC: Bueno, yo soy de los pocos, –yo me vanaglorio– de ser amigo de todos los escritores de este país. Todos son mis amigos. No hay diferencias, nunca he tenido ninguna rencilla personal con ellos. A todos los respeto y ellos me respetan. Me respetan y eso ya es bastante. Y eso es lo que pido. Los leo, los comento; dentro y fuera del país yo hablo de los escritores. Yo, incluso, presenté una ponencia en Colombia, sobre las generaciones literarias en este país. Hablo de algunos de los más jóvenes, del 96, como José Antonio Funes, el más joven de aquella época –ahí termina la generación, ya no abarqué la generación última de los poetas jóvenes tanto de San Pedro Sula como de Tegucigalpa–. Tengo ese trabajo donde espepecifico la vida y la obra de ellos. Por otra parte, la Generación del 50 trajo el rigor de la profesión, a la poesía hondureña. Cada poeta aporta algo, eso es lo que yo más admiro. Yo no juzgo al poeta por su vastedad de obra, por sus libros. Yo lo juzgo a veces por un verso. Un buen verso que esté bien escrito para mí ya eso es admirable. Yo admiro a los escritores. Si escriben un buen libro, ya es un milagro; si escriben un buen poema, otro milagro; si escriben un buen verso, también es un milagro. Por eso los admiro y aprecio. Por ese poema y ese verso, les agradezco y les animo a que escriban.


FL: Sé que usted tiene afición a la música. A qué clase de música es usted aficionado.


JAC: Yo soy un tenor frustrado. Desde niño quise ser un tenor. Luché desde los doce años para que alguien me ayudara a conocer la música y me ensañara a cantar. En aquella época yo admiraba a un tenor ceibeño Alberto Figuls, era un tenor de familia de origen catalán. Creo que vive aún en los Estados Unidos. Su hija es una contralto de muy buena categoría. Yo busqué a alguien, pero nadie me enseñó, nadie sabía música. Cuando me cambió la voz, de adolescente, imitaba con facilidad a Alfredo Craus, Mario el Mónaco, y otros tenores de la época que yo imitaba de alguna forma. Me gustan mucho las óperas de Richard Wagner, Rigolletto de Verdi. Los aclamaba, amaba la ópera y la sigo amando. La música que más me gusta es la música clásica. Me gusta lo mejor de lo clásico, como en la poesía, que me gusta lo mejor de cada poeta. Me gusta Mozart, es mi preferido, por su riqueza melódica. Luego Beethoven por su gravedad, fuerza y profundidad. De la sinfonía número 9 de Beethoven prefiero el tercer movimiento. Es increíble ese movimiento. Me gustan Chaikowski, Bach y todos los grandes compositores. Pero también amo la música popular, amo la música tradicional nuestra. Admiro las canciones compuestas por Belisario Romero, Anderson. Carla Lara, que es de una voz muy melodiosa, canta una canción de Anderson de corte internacional muy bella. En general admiro toda la música, pero especial la clásica. La sinfonía es como un gran libro, sin embargo, la hermana gemela de la poesía, para mí, no es la música, sino la pintura.


FL: Me gustaría que dé usted su parecer sobre la actualidad literaria hondureña.


JAC: Ese es un gran punto. Me ha sorprendido. Partiendo de mi época debo decir que éramos pocos; éramos poquitos y andábamos dispersos y divididos por los sentimientos políticos. Eran épocas de divisiones políticas en la que se pensaba que eres o no eres revolucionario, en la que si no arriesgas la vida no tienes obra, si no eres de izquierda no tienes obra. Había que demostrarlo con poesía y con hechos; había que unir la palabra al hecho real. Los poetas de ahora, en cambio, no han tenido ese problema. Ahora el problema con los poetas es con la forma y con la definición espiritual. La tendencia no es espiritual, hay más libertad del poeta para tener su propio yo. Antes se tenía un yo colectivo, ahora se tiene un yo individual. Esa es la gran diferencia. Sin embargo, yo los admiro a todos. Yo los he leído y todos aportan algo. Voy a hablar de los jóvenes de Tegucigalpa. Estos jóvenes los admiro mucho, primero, porque son solidarios. Tienen algo que no teníamos nosotros, que estábamos dispersos. En La Ceiba teníamos un grupo, “La Voz Convocada”, que si éramos muy solidarios y amigos, pero no era frecuente. Esta generación nueva sí. Incluso tienen sus propios estatutos, están bien constituidos, pueden viajar al exterior, consiguen ayudas, tienen sus propias orientaciones, su propia editorial y funcionan a la perfección con sus costumbres económicas del márquetin. De los de San Pedro Sula he leído el libro que usted me dio, (Muéstra Poética) del cual me encantaron muchos versos. Sólo que la poesía moderna exige de la complejidad del lector. Si uno se despoja de prejuicios encuentra obras de arte completas. Hay que desprenderse de aquello de yo “yo no lo conozco”. Hay que leer, no para juzgar, si no para sopesarlo. Leer al autor, no por lo que es, sino por lo que llegue a ser. Autores que publican malos poemas, malos libros, vemos que con el tiempo publican una buena obra. Por eso debemos darle tiempo al tiempo y no apresurarnos a matar a una persona que acaba de salir. Es un delito. Yo entiendo a los poetas jóvenes y los leo. Mi actitud es de comprensión y tolerancia, porque no me siento maestro, sino uno más. Odio que me digan poeta, porque para mí poeta es Rubén Dario, Neruda, Eugenio Montale.


FL: Finalmente, cuál es su visión de futuro de la joven literatura hondureña.


JAC: Yo la miro de un modo muy optimista. Desde luego, no todo da esperanzas de mayores logros. He visto en muchos poetas el márquetin y, al hablar con ellos, se ve el poco estudio. Adquirir una cultura literaria es cuestión de disciplina y de estudio continuo. Hay que leer todos los días. En todas las épocas ha habido poetas de gran calidad y narradores de gran calidad porque atrás hay maestros que siempre te guían, por emplo, Roberto Castillo, Marco Carías, entre otros. Narradores más jóvenes como Roberto Quesada, han confesado que han aprendido de estos autores que les han precedido. Lo mismo ocurre con los poetas, los poetas jóvenes que, aunque no busquen la influencia de los poetas nuestros, por lo menos asumen el rigor que se propusieron nuestros poetas y la disciplina que han tenido para desarrollar su obra. Del libro “Muestra Poética” de Los Novísimos, yo leí poemas de poetas que tienen una gran imaginación, donde se ve que buscan una poesía de pensamiento, una poesía reflexiva. Claro, todo depende del talento natural de cada uno, de la disciplina para tener obras. Las cuestión se ha disparado en varias vertientes. Por ejemplo, en mi época éramos poetas políticos, pero ahora no. Mi grupo –Generación del 70– hemos buscado la trascendencia, escribíamos poesía epigramática, pero también poesía reflexiva, poesía de amor. Eso ha hecho nuestra poesía más interesante. La gran poesía hondureña siempbre ha estado ahí, sólo hay que buscarla. No hay que buscarla en un libro total, ni en el pasado, el presente o el futuro.

INTERIORISMO Y METAPOESIA

ENTREVISTA METAPOÉTICA - INTERIORISTA A JORGE PIÑA

Nueva York, 11 de enero de 2005

Por Fausto Leonardo Henríquez

F.L.: ¿Cómo nace el escritor y metapoeta Jorge Piña?

J.P.: Yo nací en San Juan de la Maguana. Leía novelas de la época, Agatha Christie, por ejemplo, los grandes autores como Shakespeare. Otra influencia de la infancia fue la de los idiomas, sobre todo el inglés. Mi casa era una fonda, un restaurante que tenía mi madre, al cual venía mucha gente, invitados y amigos.

Luego, con el afán de escribir letras, escribía cartas de amor a enamoradas y, finalmente, a principios de los años 80, cuando decidí entrar a la universidad y al Taller Literario “César Vallejo”, uno de los talleres de la época. Auque estudiaba medicina, tenía afición, apego, a las humanidades. Aunque estaba en medicina, estaba siempre metido en humanidades, sobre todo en el área de sicología.

De ahí surge, si se quiere, mi pasión por las formas de la escritura, mi preocupación por el lenguaje. Descubro la dimensión formal, la historia de la literatura dominicana y me quedo, de alguna manera, vislumbrado por la falta de la dimensión ética de los escritores de los 80 y la demasiada acentuación en las formas y el contenido que los soportan.

F.L.: ¿Qué obras tienes publicadas?

J.P.: Tengo cinco obras publicadas: La Pasión de los sueños, constituye la vinculación y pasaje entre psicoanálisis y literatura; Andrógino Ciego, que es una forma de adentrarme a la complejidad de lo femenino y lo masculino en el texto; Metaoníricas, trata de establecer el código o bastimenta filosófica de la Metapoesía; Manifiesto de la Metapoesía sobre los aspectos de formación de la metapoesía a finales de los 80 y 90. Unos catorce años de estudio crítico y de búsqueda personal sobre la cuestión formal de la Metapoesía y sobre la tesis principal de la misma de que el “poema es metalenguaje”. Finalmente, la Antología de la Metapoesía que recoge lo sustancial de mis cinco libros de poesía. Después he escrito artículos, ensayos y otros escritos.

F.L.: Se te atribuye la fundación del Movimiento de la Metapoesía, junto a un grupo de escritores. ¿Puedes decirnos cómo surge esta iniciativa?

J.P.: El Movimiento de la Metapoesía surge de manera casual, sin proponérnoslo y sin siquiera haberlo pensado. En 1990, en el suplemento “Coloquio” del periódico El Siglo, que dirigía Bruno Rosario Candelier, yo publiqué un suplemento dedicado al Psicoanális. Entretanto, Bruno se me acerca y me dice que ha notado que el Taller Literario César Vallejo no tiene manifiesto, que porqué yo no reúno los textos más representativos de los escritores miembros del taller.

Seguí el consejo, y yo comencé a hacer eso. Empecé a trabajar lo que yo pensaba que era el contenido crítico, la relación con el lenguaje, la dimensión disidente, su relación con la filosofía, sobre todo el aspecto formal, y, sin querer, le meto la cuestión sicoanalítica. Un día, entrando a la universidad, que quedaba frente a donde yo vivía en la zona colonial, se me ocurre que debía ponerle “metapoesía”, ni siquiera el término existía en la República Dominicana, ni lo había leído, sino que era metafísica, metapoesía, con un sentido meta… autoreflexivo, crítico. De ahí surge la metapoesía es tal y tal cosa, la metapoesía es autorreflexión.

El Manifiesto define prácticamente la Metapoesía. De ese Manifiesto surgen los aspectos principales de lo que teníamos escrito en las tesis fundamentales sobre el problema del metalenguaje, eso es vital; segundo, la dimensión teórico-crítico-creadora en el poeta; la vinculación con el postmodernismo, la filosofía postmoderna, Lacan, el Postumismo, la Poesía Sorprendida, y sobre todo el “subconscientismo” de Antonio Fernández Spencer que, influido por el surrealismo bretoniano, trató de vincular el Psicoanásis con la literatura de la época. Ese intento quisimos profundizarlo más, y es esto, precisamente, lo que da pie al Manifiesto. Cuando hube terminado el Manifiesto de la Metapoesía, se lo llevé a Bruno para que lo publicara en Coloquio, de El Siglo, pero miró que no era conveniente porque él estaba también por publicar el Manifiesto del Movimiento Interiorista.

Solamente firman el Manifiesto Metapoético Miguel Antonio Jiménez, Claribel Díaz, Rubén Ventura y Jorge Piña. Cuando llevo el Manifiesto fuera del Taller César Vallejo crea una revolución en la década de los 80 y en los escritores de la época, que lo encuentran modernísimo, se aficionan a él y lo firman unos cien escritores. Envié el Manifiesto por todas partes. Lo publicaron todos los periódicos, menos los grandes. Por primera vez, el 13 de octubre de 1990, lo publica José Rafael Lantigua. Lo publica con una nota señalando que es un movimiento que intenta definir e imponer la nueva literatura dominicana e incluye además una lectura sólida.

En el movimiento están cifrados todos los escritores, ya sea por sus obras o por unas referencias. Un lector conocedor de la literatura dominicana que lea el Manifiesto sabe que ahí está toda la literatura dominicana joven. De ahí surge, realmente, mi preocupación por explicar el Manifiesto de la Matapoesía que había aparecido como una apuesta discursiva para los años 90. Los escritores empezaron a hacerme preguntas a raíz de las cuales creé el “decálogo” definitorio de Metapoesía.

A pesar de todo eso, de 1990 a 1993, las tesis fundamentales del Movimiento de Metapoesía no las tenía establecidas, no las había aclarado; quería hacerlo más sencillo, comunicable. Esto dio origen a los “metamitemas” para definir un poco los códigos centrales de la Metapoesía, utilizando los recursos lacónicos, o sea, los sistemas, de Lacan. En los años 1990-1993 lo que más sobresale es la acentuación social y política de la Metapoesía. En aquellos años teníamos el Café Teatro en la zona colonial, Martes Poéticos, Jueves de la Cultura, Miércoles Literarios.

La Metapoesía domina en toda la época de los 90. Mantuvimos la relación con la música, pintura y la danza. De ahí vienen los conflictos con Cayo Claudio Espinal que me acusaba de haberlo plagiado porque yo utilizo el concepto de Metapoesía, componente empírico del Contextualismo. En una discusión sostenida en la Feria del Libro aclaramos el asunto. Él pidió disculpas, dijo: “vamos a dejar este asunto” y descubrió que la Metapoesía tiene que ver mucho con la Metafísica y el Psicoanálisis, pues tú sabes que yo soy psicoanalista freudiano, médico, que aplico, como muchos escritores han hecho, (piénsese en Breton) a la Metapoesía los elementos de psicoanalíticos.

En la Metapoesía dominicana, no la internacional, solamente hay dos referentes, Manuel Matos Moquete, quien sostuvo que la “metapoesía se repite como metahistoria” y la otra es la escritora puertorriqueña, Luz María Umbierre, quien hace un ensayo sobre la Metapoesía de Julia Álvares del libro “Home coming” (Viniendo al hogar). Ahí surgió el Movimiento de la Metapoesía.

F.L.: ¿Quiénes integran el Movimiento de la Metapoesía?

J.P.: Los poetas dominicanos son los fundadores: Darío Tejada, Joel Almonó, Carlos Betancourt, Orlando Alcántara, Orlando Cordero, Nicolás Mateo, Claribel Díaz, Taty Hernández Durán, Enrique Méndez. Este grupo son los pivotes fundamentales de la Metapoesía. Taty trae la concepción de la Internet del grupo y Enrique Méndez trae la página de la Metapoesía.

Darío Tejeda trae el Círculo Internacional de la Metapoesía. Él se interesa más por la cuestión internacional que hay y que existe. Se pone a investigar y descubre en Chile a Enrique Lihn que ha hecho Metapoesía como poesía de la poesía, no es metapoeta, no lo hace desde un movimiento literario y estética singular como la del Movimiento Internacional Metapoéitico (MIM). Rodrigo Lira también, se le llamó el Metapoeta y hacía una poesía que era un feísmo literario de mal gusto; todos o ambos en contraposición a la antipoesía de Nicanor Parra. Es decir, él hacia "anti"poesia, hacía “meta” poesía por usar un prefijo vacío.

Tejeda, también descubre la metapoesía de Guillermo Carnero, de Los Novísimos, España; Livia Díaz y Antonio Reyes de México, Miriam Mireles de Venezuela, Néstor Barreto de Puerto Rico y un grupo de Venezuela y Perú que aparecen como parte de la Metapoesía Digital.

Luego aparecen los dos aspectos que considero fundamentales de la Metapoesía: el Primer Congreso de la Metapoesía donde comienzan a aparecer los libros y las antologías después de doce o trece años de análisis de la Metapoesía. Hemos puesto en circulación música, danza. En la música se integran japoneses e italianos; luego la Metapoesía con pintura.

Para el II Congreso Mundial Metapoesía celebrado del 13 al 17 de Octubre en CULTURARTE, Nueva York, participaron escritores de RD, Cuba, Puerto Pico, Venezuela, Brasil, Colombia y de Finlandia, Outi Oja, MA y Anneleen De Coux de Bélgica, ambas candidatas a PhD en literatura y hacen tesis sobre metapoesía, las cuales vinieron pagadas por sus respectivas universidades al Congreso. Annellen De Coux habló de la Metapoesía del poeta Polaco Jacques Hamelink. Se llevaron una tremenda impresión, para satisfacción mía, de ver el componente internacional de nuestro movimiento metapoético.

F.L.: Obras publicadas del Movimiento de la Metapoesía.

J.P.: La Metapoesía nuestra tiene la antología Metapoesía de Mí de Orlando Alcántara Fernández, de donde recoge a autores de diversos países, la antología Las Voces Metapoéticas de Joel Almonó, los textos individuales de cada uno de nosotros conforman el grupo fuerte de la Metapoesía. Tesis que se han estado haciendo y que todavía no nos han llegado. Hay una tesis de una dominicana aquí en Nueva York que quedó de enviarnos el texto.

F.L.: Hay metapoesía en Borges, Vallejo, Paz y en Guillermo Carneo, de Los Novísimos, España. ¿Toma en cuenta el movimiento que tú presides a estos autores?

J.P.: Carnero hace metapoesía, pero no es metapoeta. Hay metapoesía en Carnero, de Los Novísimos, porque hay una poesía que quiere ser autoreflexiva. No tiene interés en ser parte de un movimiento literario ni tiene manifiesto, sino que sigue el uso corriente y formal del concepto de metapoesía, que viene de la referencia que hace incluso sobre el concepto de metalenguaje, y hay un uso tradicional, académico, de la metapoesía.

Es más fuerte en la metanovela una metareflexión y en la lingüística también se define a la metapoesía como la poesía de la poesía, que es el sentido que usan Los Novísismos. Y, más que nada, la metapoesía no es la metapoesía nuestra, pues la de ellos es una metapoesía intelectualista y culturalista, donde hay una mayor ubicación de referencias intelectuales y culturales del autor que conoce textos, que es un intelectual. Esa es la metapoesía de Carnero, cerebral, intelectual y culturalista. Es totalmente diferente a la metapoesía que nosotros buscamos hacer, que es una metapoesía un poco más abierta.

Utilizamos el metalenguaje en diferentes niveles, no tiene que necesariamente ser referencial o culturalista donde se muestre el conocimiento del autor. Esto se da mucho en la década de los 80 donde los autores quieren dar a conocer lo que son, su filosofía, sus autores. Lo más central es la tesis nuestra de que, yo pienso que es una tesis única, “el poema es metalenguaje”.

En ningún movimiento del mundo, literario, universal, ha sido definido con mayor profundidad un campo nuevo. Ningún escritor en el mundo jamás se consideró fuera del lenguaje, sino que la materia prima era el lenguaje fundamentalmente. En cambio, la materia prima del metapoeta, teórica y de trabajo, es el metalenguaje.

F.L.: ¿Qué es y no es Metapoesía?

J.P.: De alguna manera una buena poesía que reflexione sobre su hacer, que utilice los principios críticos, referenciales de la creatividad y, de alguna manera, toda buena poesía es metapoesía, pues está hecha de estudio, crítica y referencias.

En Borges y Octavio Paz, por ejemplo, hay metapoesía por la labor de estudio y crítica del autor dentro del autor, pero en sí no hay metapoesía porque, primero, no lo definen como metepoesía ellos mismos, ni tampoco porque no se proponen hacer una concepción crítica sobre el texto. No tienen una poesía en el concepto de movimiento. Mas sí lo que se ha identificado ha sido el arts poética, pues, de alguna manera, los autores fundamentales hicieron su propia arts poética, lo hicieron en un poema tratando de dar sus giros técnicos o expresando su técnica en un poema.

F.L.: El Movimiento Interiorista y el Movimiento de la Metapoesía nacen ambos en el año 1990. ¿Cuáles son sus semejanzas y desemejanzas?

J.P.: De las semejanzas destacan: la preocupación por la estética, la preocupación por la creación, que la tenía Bruno Rosario Candelier al final de una época, la preocupación por un manifiesto, la preocupación por el grupo, por dejar un código establecido y un legado. Esas son las principales semejanzas. Pero también la dimensión ética, la búsqueda del Bien, la honestidad, el aspecto trascendente y la espiritualidad.

Todo lo que, en el caso de la Metapoesía, es una oposición al elemento ético de la década de los 80 que cree en el malditismo, la poesía de droga, el oscurantismo, de los vicios, de Baudelaire, Rimbau. Mientras más malo y extravagante tú seas, -se pensaba en los 80- mejor; cuanto más traicionero, mejor poeta tú eras. Yo venía de una concepción más elitista, más psicoanalítica, pensando más en el ser humano, en la Metapoesía, en la dimensión de ser “más”, no ser menos.

A finales de los 80 los movimientos empiezan a evaluar los quince años de la generación pasada, querían empezar un espíritu de la época distinto, nuevo. Por ejemplo, ahí estaba Claudio Cayo Espinal con el Contextualismo, Bruno Rosario con la Poética Interior, y nosotros con la Metapoesía. Ellos buscaban una reacción, una estética, una generación, un manifiesto, la dimensión de liderazgo. Esto fue lo que marcó el espíritu de la época.

Las desemejanzas: Yo pienso que hay una gran coincidencia en el tronco fundamental entre Interiorismo y la Metapoesía, pero si en algo hay una abismal diferencia en que nosotros creemos en la transgeneracionalidad, ustedes (el Interiorismo), en cambio, tienen un grupo cerrado. Tenemos el componente de antigrupo, somos menos sectarios, contrariamente al Interiorismo que tiene tendencia de grupismo y sectarismo, que quiere ser elitista.

Nosotros somos un antigrupo. No hay una referencia más que al creador o al líder porque el otro considera. Todo lo contrario, la Metapoesía sacó un manifiesto en el año 1993 en Santo Domingo y no fue hasta el 2000 que alguien me dijo que un grupo me persigue nacional e internacionalmente y que ha creado una página de Internet.

Entonces yo comencé a hacer los congresos de la Metapoesía poniendo un poquito más de interés en estructurar y a organizar eventos. Pero la idea fundamental es que el escritor, el poeta, está en la metapoesía por criterio y por cuenta propia. Yo no soy una cobija, sólo soy una referencia. Cuando señalo nombres en la metalista, que es parte del movimiento, los acojo para que vean en qué países estamos.

Surgimos de dimensión de la Metafísica, de la búsqueda de lo inefable, de lo incognoscible, de lo innombrable y de la rama espiritual, de lo trascendente. Mientras que el Interiorismo se enfoca más en lo espiritual e inefable de los escritores en esa búsqueda fundamental. La Metapoesía lo que hace es convertir la Metafísica, la Metasicología freudiana, que tiene que ver mucho con la metafísica, la filosofía, la literatura en metasicología. Yo pienso que esa es la diferencia fundamental.

La Metapoesía lo que hace es de vector que convierte Metafísica en Psicoanálisis y la Metasicología freudiana o Psiconálisis en Metapoesía. A mí me hubiese gustado que el Movimiento de Metapoesía, que en vez de ser fortuito como fue, se hubiese llamado Movimiento de Metaonirismo. Esto es lo que yo creo que es el aporte mío a la literatura universal: la vinculación del lenguaje, onirismo, poesía caribeña, el poema es metalenguaje, es decir, todos esos elementos, me hubiese gustado llamarlo Metaonirismo.

El Metaonirismo, pienso, es la filosofía de la Metapoesía. El Metaonirismo es lo que tiene de particular nuestro movimiento, lo que tiene de caribeño, de dominicano y de Jorge Piña. Fuera de cualquier otra filosofía que aparezca, el Metaonirismo es la filosofía central de la Metapoesía, donde todo cabe. Se convirtió en un movimiento internacional, sin querer, con los congresos mundiales en los cuales se descubren ciertas similitudes con el Manifiesto, los códigos, y el decálogo de la Metapoesía.

F.L.: Cuando los interioristas hablamos de lo trascendente hablamos e incluimos tres núcleos: la metafísica, la mitopoética y la mística. En cambio, cuando los metapoetas hablan de la trascendencia, ¿de qué hablan?

J.P.: Para nosotros varía, la trascendencia es el momento sensible en que el que escritor se convierte en un teórico-crítico-creador del poema. Esto es, cuando el escritor logra saber que es crítico, creador en el texto mismo y lo hace con arts poética en el momento que tiene conciencia del ser, de la escritura, del lenguaje y, en el caso de nosotros, del metalenguaje. Ser metapoeta es ponerse en actitud de estudio, búsqueda filosófica, literaria. De alguna manera la Metapoesía te invita “a”… buscar. Es una poesía que va más allá.

F.L.: Una pregunta parecida, pero intencionalmente distinta. ¿Hay algún punto de convergencia total o de divergencia radical entre el Movimiento Interiorista y el Movimiento Metapoético?

J.P.: Yo pienso que el elemento esencial de ambos es el aspecto ético del grupo, el aspecto de trascendencia de la obra y la labor de grupo. Me parece que esos elementos son vitales. Luego, la Metapoesía tiene un sistema generador de forma a través del metalenguaje, que un interiorista puede fácilmente ser un metapoeta. Trabajar el manifiesto, trabajar el problema del metalenguaje, el lenguaje en la dimensión de la autorreflexión, una buena estética, una buena escritura, puedes, con ello, entonces, encontrar metapoesía en un poeta interiorista.

También lo contrario, te puedes encontrar buena poesía interiorista entre los metapoetas. El caso más peculiar es Joel Almonó que estuvo en una época en el Movimiento Interiorista en Santiago con Bruno Rosario. Y también por la dimensión de lo trascendente, lo sublime, la dimensión con Dios, la espiritualidad, el sacerdote. Pienso que hay esas coincidencias.

F.L.: Una pregunta lacónica, ¿qué no podrías aceptar jamás del Interiorismo?

J.P.: Posiblemente el sectarismo, el elitismo, el exclusivismo, los que están y no están, el tema de un líder único y totalitario.

F.L.: ¿Cómo miras el panorama de la intelectualidad dominicana en Nueva York?

J.P.: Yo pienso que los intelectuales dominicanos, específicamente en Nueva York, han crecido en nombre, en publicaciones. Pienso que debemos tender a la unión de los intelectuales, a crear un oficio más sólido, con mayor conciencia de oficio. El oficio de los intelectuales se pierde por el materialismo, el capitalismo.

Otro aspecto negativo es que no se tiende a trascender al mundo norteamericano de la lengua, de la historia y de los modos de hacer literatura. Creo que debemos enfocarnos a cómo se hace, de alguna manera, el crossover entre la lengua española y la lengua norteamericana, literatura dominicana y literatura americana, en el texto, la estética y la filosofía o constructo americano. Y entrar en el mercado americano del libro y los autores.

F.L.: ¿Puedes darnos tu opinión sobre los escritores dominicanos en la diáspora?

J.P.: La diáspora, en sentido general, yo la llamé antidiáspora, porque no había diáspora definitiva. La diáspora es para los que no pueden volver, como pasa con Cuba. Nosotros formamos la antidiáspora porque, de algunas manera, estamos retirados, nos autoexiliamos económicamente, pero no hay la visión de no retorno.

Desde el punto de vista tradicional y universal del término, sí hay una diáspora sólida y fuerte, intelectual. Eso hay que tomarlo en cuenta, pero necesitan más unión, necesitan más dedicación al oficio. Tú puedes encontrar escritores dedicados a la escritura en Santo Domingo o con un cincuenta por ciento de su vocación dedicado a la misma.

Aquí (EUA) tú te encuentras escritores que hace cinco años no se dedican a su oficio ni escriben ni hacen trabajos de difusión o comunitario. Hay un vacío, una pérdida en los escritores de la diáspora. Tal vez el Comisionado, Franklin Gutiérrez, el Secretario de Estado, José Rafael Lantigua, puede atraer a ese componente de los escritores de la diáspora. Creo que eso puede traer muchas cosas positivas.

Fin

Entrevista al Poeta Jose Acosta

Nueva York, 12 de Febrero de 2004. Eran las cuatro de la tarde, en un restaurante del Bronx, a unos pasos de la Corte Suprema de Justicia, al término de degustar una comida con sabor criollo, tuvo lugar la siguiente entrevista con el poeta y escritor dominicano José Acosta.


1. EL HOMBRE

F.: José, Dinos algo del hombre que eres, algo de tu vida cotidiana.

J.A.: Soy un hombre normal, en el buen sentido de la palabra. Tengo dos niños que adoro, de cinco y tres años. A quienes apodo los “churumpunes”. Cada uno de ellos se pone un nombre. Uno es Supermán Montruo, y otro Supermán Sopa. Tengo doce años de casado con mi esposa. Una vida de pareja normal. Yo divido la vida mía en varias cosas: en mi trabajo, mis hijos, mi hogar y también la literatura.

F.: No has dicho nada de tu país, familia, padres y hermanos.

J.A.: Nací en Santiago de los Caballeros, República Dominicana. Tengo dos hermanas y un hermano. Él trabaja para la empresa Verizon en Santo Domingo. Una de mis hermanas es secretaria y otra es enfermera aquí en Nueva York.


2. EL PROFESIONAL

F.: Háblanos del hombre profesional.

J.A.: Soy graduado en agronomía, duré cinco años es esa profesión. Un señor, que tenía problemas cardíacos, -tenía el corazón grande- una vez me dijo: “Mira, en la vida tú no sabes de qué vas a vivir”. Poco después el señor murió. Y con el tiempo me daba cuanta de es verdad, que uno no sabe de qué va a vivir, porque después que yo me gradué duré cinco años ejerciendo la profesión, pasé a trabajar hotelería. Yo nunca lo imaginé. Ahí duré cinco años. Trabaje de gerente de recepción en un hotel de montaña La Mansión, que queda en San José de Las Matas, [Santiago, R. D.] Entonces en San José de Las Matas conseguí la residencia norteamericana y vine aquí y empecé a trabajar en una zapatería.

F.: ¿En qué año aconteció esto?

J.A.: Era el año 1995. En la zapatería me asocié con un cubano -muy buena persona- que también estaba recién llegado y pusimos una bodega. De la bodega, entonces, compramos un video, y del video pasé a trabajar periodismo. Ya te puedes imaginar todos los saltos que yo he dado. Aquí ejerzo el periodismo, pero no sé si yo voy a vivir de eso toda la vida, porque los planes míos son ahorrar suficiente dinero para poner un negocio en mi país.

F.: ¿Cuánto tiempo llevas ejerciendo el periodismo?

J.A.: Tres años, en el Diario La Prensa.


3. EL ESCRITOR

F.: Háblanos del escritor.

J.A.: El escritor que es José Acosta, es un escritor muy meticuloso, muy exigente. Al punto de que hay muchas cosas que yo he rechazado que quizás para otras personas pueden ser buenas. Yo recuerdo que cuando escribí mi primer libro “Territorios Extraños”… Dentro de ese libro hay poemas que seleccioné de una mascota llena de poemas. Es decir, yo escribía una mascota de poemas durante equis período de tiempo, varios años, leía la mascota y quizá había un poema que me gustaba, entonces sacaba ese. Lo otro lo tiraba a una pira y lo quemaba. Así que tú puedes imaginar lo exigente que soy yo en ese sentido. Me considero una persona que, con el tiempo comprendí, quizás no era esa la mejor manera de seleccionar mis poemas. Era una manera demasiado gráfica. Pero también me dije que una persona cuando va a publicar un libro tiene que lanzar lo mejor, porque ya después que sale ese libro no es tuyo, es del mundo. Y el mundo va a verte a ti reflejado en ese libro. Lo que diga ese libro, lo que representa ese libro, es lo que se va a ver de ti. Y, gracias a Dios, ese libro [Territorios Extraños], ganó el Premio Nacional –fue mi primer libro-, entonces yo me di cuenta, al ganar el premio nacional, que había otra gente que cría que ese método que yo utilizaba también era bueno. Aunque ya no implemento ese método.

F. ¿Puedes darnos tu punto de vista sobre la creación del cuento?

J.A.: El cuento, a diferencia de la poesía, yo creo que es algo que no necesita de la inspiración del escritor. Necesita más bien de la creación del escritor, de ese poder de la imaginación que tiene el ser humano. La poesía te nace en un momento y es como un impulso que tú tienes que plasmar en una página. Un cuento no, un cuento surge como una idea que se va desarrollando. Empieza con algo. Puede nacer, incluso, hasta de una frase o de una imagen que tú veas en la televisión. Yo tengo cuentos que han nacido de una imagen que he visto en la televisión o de una frase que yo he escuchado, o de una historia que alguien ha contado. Entonces, ese tipo de cosas tú las vas adornando con palabras. La poesía, como te dije, es más bien relumbrón. El relámpago de pronto nace no se sabe dónde. Y tiene la necesidad de salir de ahí, porque si te quedas con eso estás cerrando la puerta a tu propio ser.

F.: ¿Tú te sientes poeta o cuentista?

J.A.: Yo creo que cuando nació el cuentista, se murió un poco el poeta. Es decir, antes yo recuerdo, que cuando escribía tenía unos momentos fabulosos. La poesía me llenaba. A veces me estaba bañando y tenía que salir del baño todo mojado porque tenía que escribir un poema. Ya eso no me pasa. Eso desapareció inmediatamente yo empecé a escribir narrativa. La narrativa es una cuestión que tú necesitas pensar, que tú necesitas unir pedazos dentro de tu cerebro, a armar cosas para luego tú sentarte a escribir, porque también el cuento no funciona cuando te llega la idea. Tú tienes que tener el cuento hecho antes de tú sentarte a escribir. Porque si te sientas a escribir sin tener el cuerpo hecho, lo que te va a salir son pequeñas frases deshilachadas. La poesía no, la poesía es precisamente esas frases deshilachadas, pero que tienen un sentido. Un sentido que quizá uno se lo da, no con palabras, sino en un sentido espiritual.

F.: ¿Tu experiencia en la narrativa te ha llevado más allá del cuento, por ejemplo, a escribir novela?

J.A.: Sí. Yo tengo dos novelas terminadas. Estoy en una tercera, en una tercera versión que complementa a esas dos novelas, porque hubo un personaje de una que saltó hacia la otra. Es una cosa increíble. Tengo dos novelas terminadas, completas, pero hay una tercera que mezcla a una con otra, porque, como te dije, hubo un personaje que aparecía en una novela poco definido. Yo me di cuenta de que ese personaje era uno de los personajes de la otra novela. Entonces yo me dije: yo tengo que reescribir esto, me salga bien o me salga mal. Así nació mi tercera novela, que es la reflexión definitiva de las otras dos donde ya ese personaje está bien definido y se mezcla con los otros personajes con mucha armonía.

F.: ¿Qué autores han influido en ti o te han ayudado a comprender por dónde debes caminar como escritor?

J.A.: Cuando yo escribí mi primera novela cometí un grave error, que fue que yo me propuse no escribir con poesía, es decir, eliminar todo lo que era poesía y lo que escribí fue algo muy seco, algo que no tenía gracia, algo que no tenía ese espíritu que le proporciona a un texto largo, narrativo, la poesía. En la segunda, entonces, yo me propuse ser más yo, más poeta, más dinámico. Eso me resultó mejor. Pero, qué pasa, yo recuerdo que cuando empecé a escribir poesía, escribí un par de cuentos que leí a varios de amigos míos (Ramón Peralta, Puro y esos muchachos). Y lo que hicieron fue que se rieron, porque eran unos cuentos que parecían unos chistes. Entonces yo dije: no, yo no sirvo para esto, es decir, estos cuentos como que son muy “funny” [cómicos, chistosos]. Y abandoné el cuento y me quedé tranquilo con mi poesía. Pero después, con el tiempo, leyendo a autores como Gunter Grass y Ambrose Bierce, yo me di cuenta de que hay un género de narrativa que es así, que es eso. Yo creo que espiritualmente mi dirección iba hacia ese principio de narrador, es decir, narrador con cierto humor negro, con esa picardía. Entonces, lo que hice fue que cuando descubrí estos autores que escriben así, yo dije: aquí es que yo estoy como narrador, de ahí es que yo tengo que partir. Y por eso, entonces, surgen, por ejemplo, varios personajes que están dentro de mis novelas que son eso, personajes sumamente reales –en el sentido de que son verosímiles-, pero a la vez, cuando el lector los lee se los encuentra graciosos en situaciones sumamente terribles. Entonces yo creo –no se si todavía lo he logrado, pues es una novela que aún no ha salido al público que me lo diga-, que de la manera que yo la leo para mí, yo creo que encontré para mí mi dirección en cuento a la narrativa que es el humor negro, la picardía, la picaresca de la tradición básicamente española (Cervantes, Lazarillo de Tormes) o la narrativa de La Familia de Pascual Duarte que llevó a su autor al Nobel, que es un tipo de novela sumamente dura, en el sentido propio de la palabra, porque toca temas muy duros, pero cuando la gente la lee hasta se ríe porque los personajes son sumamente graciosos.

F.: En poesía hay autores que te hayan servido de plataforma en tu trayectoria como creador.

J.A.: Mira, yo digo que todo escritor tiene varias etapas, todos, por lo menos todos los de esta generación. La primera etapa es la adolescencia al leer a Neruda, porque yo leí todo lo que era Neruda, hasta los libros póstumos. Después la segunda etapa es César Vallejo. Cuando yo descubrí a César Vallejo leer a Nerura era para mí hasta repulsivo. Es decir, leía algo de Neruda y no me gustaba porque había superado esa etapa. Entonces pasé a la etapa de César Vallejo, pero qué pasa, César Vallejo te abre a ti un abanico de posibilidades. A través de él tú puedes conocer a la vanguardia francesa, a los españoles del Siglo de Oro. César Vallejo es como una vía para que a ti te empiece a gustar ese tipo de literatura que está en otro plano. Autores dominicanos como Franklin Mieses Burgos, Manuel del Cabral, que tienen otra dimensión, entran, para mí, en la etapa de César Vallejo.

F.: ¿Qué autores de tu generación te inspiran simpatía?

J.A.: Hay un cuentista –Máximo Vega- de mi ciudad natal que, para mí es uno de los mejores, y la gente debiera leerlo, porque la literatura que él hace es una literatura que –eso es lo más difícil de lograr- cuando tú terminas de leer sus textos, tú te quedas pensando. En poesía Ramón Peralta y en narrativa larga Pedro Antonio Valdez. Pedro está haciendo un trabajo que yo creo que les va a abrir muchas puertas a los narradores dominicanos.

F.: ¿Cuál es tu punto de vista sobre el Movimiento Interiorista?

J.A.: Yo creo que es uno de los movimientos más serios que hay en la República Dominicana. Es una labor alta, prácticamente religiosa la de Bruno Rosario Candelier. La última vez que yo me reuní con ellos me di cuanta que Bruno no ha perdido el tiempo, que hay un grupo realmente de poetas que para mí son lo mejor que hay ahora mismo en la literatura dominicana con un talento extraordinario. Yo no sé como él ha logrado eso. Ha aglutinado realmente a muchos nombres que son los que van a llenar las páginas de la literatura del país.

F.: En Norteamérica hay un tipo de literatura hispana o castellana. ¿Qué papel tienen los dominicanos en ella?

J.A.: Yo creo que aquí en Nueva York van a salir grandes voces, principalmente en narrativa y en el cuento, porque hay unos muchachos que están escribiendo una clase de narrativa corta que cualquiera se sorprende. Me refiero, por ejemplo, a Osiris Vallejo y a Rubén Sánchez y otros muchachos que andan por ahí como José López. Esa gente está escribiendo unos cuentos que, cuando los críticos o la gente amante de la literatura se sienten a leerlos, se van a sorprender. Realmente son personas jóvenes que están escribiendo literatura universal.

Fin

sábado, 12 de mayo de 2007

Insula Presentida, poesia


Vuelta a los orígnes


86

Verdad profunda, océano inviolable. Se ahoga en ti

Mi inteligencia, la razón.

En la vastedad de tu ser, oh Verdad,

Despojado de todo, desnudo de tierra y hojarasca,

Te reconozco por el olor a cielo,

Por la llama que no se consume en la visión.

Me nombras y mi fe tiembla; me miras,

Y mi alma ya no gime.


85

Oh principio de la sangre.

Principio de mi aire, de mi barro –tierra

Con hambre y sed de cielo-.

Estás quieto, Argé, en tu movimiento.

Humedece este desierto

De mi nada que es sólo grieta.

Causa que dio forma a mi tiempo, ¿por qué

Tiemblo a tu paso? Oh Argé, tú arremolinas

Mi centro y revuelves mi sangre.

Mi noche es animal que resuella,

Tenso, por el relámpago que abre abismos.

Argé, saca mi carne del dolor, alíviala

Del deseo que me ahoga en su turbulencia.

Tu rostro me arrincona en el Eros, Argé,

Y me anonado en tus manos de alfarero.

Lo que he hallado de mí

Está vedado en mi carne. Me llamo

Desde el fondo. Apenas si me oigo

Porque es eterno el temblor.


84

Aún no era yo, empecé

A ser hombre, a tener piel, carne, ojos, boca.

No había nacido y ya mi carne temblaba,

No tenía vida y mi barro sentía dolor,

Fuego en la piel. Unas manos

Revolvían mi nada y daban

Forma a mi existencia.

El rostro oculto de quien me creaba

Brillaba de alegría. El triunfo apareció

En su aliento, la vida.

Lloró el barro. Ignoraba porqué.

Una herida intangible quedó en el Jardín,

Y el barro, desnudo, cayó al abismo.


83

Tus manos han hecho hablar el barro.

El barro hoy te busca en la noche. Te palpa la voz.

Le diste al barro vida. El barro anhela tu divinidad.

Huérfano se postra, míralo. Barro

Con corazón, barro con dolor y muerte. Barro

Que orilla tu nombre como ola que balbuce

Su llanto. ¡Ay, que gime el barro, que sueña

Hallarte! Barro que camina y piensa. Barro

Que cree y rastrea los aletazos de tu vuelo.

¿Dónde moras, presencia sin sentidos? ¿Por qué

Le diste a este bulto de tierra olfato de cielo?

El barro suspira por tus caricias,

Por ver tu rostro de gloria.

Soy barro ungido de esencia, muerte y viento.


82

Se deslizó como agua

Hasta poblar la atmósfera con su omnipresencia.

Su celaje aturdía el paso

Y en cada puerta un ángel aguardaba.

La realidad era impalpable.

Fui atraído por la fuerza de un beso.

El mundo en su adolescencia,

Empezaba a ser consciente de sus límites.

La noche rompió su madeja

Y abrió para mí sus puertas.

Aquel ser se desvaneció ante mí

Dejándome el sabor amargo

De la caída.


81

Y yo que creí que mi espíritu

Empañado era nuevo.

Y yo que creí que mis huesos secos

Estaban vivos.

Y yo que creí que mis pies

No tropezaban en la niebla.

Y yo que creí tener el sol

En mi noche.

Y yo que creí ver

En mi ceguera.

Hasta que me hiciste de cielo,

Cruz y domingo.


80

Dulzura Infinita, ¿por qué te me escondes? ¿Por qué

Tu rumor de lluvia en la arboleda me seduce y subyuga?

Palpas mi cuerpo con tus manos de aire y verdor. Silbas

En un pájaro, te miro y vuelas. Herida secreta dejas a tu paso.

Dulzura Eterna, en esta vasija agrietada

No vas a hallar más que huesos secos,

Dolor enmohecido, pedazos de llanto.

¿Por qué tratas de salvar la brizna de mi humanidad?

¿Por qué alumbras mi nada con tu sonrisa?

Vencido, caigo en tu luz.


79

Ojos que descienden

A lo oculto de mi alma. Ojos que ven por dentro.

Ojos que descubren tesoros enterrados

En el barro, en la compasión. No ven mis ojos,

Sino los tuyos. Serenos ojos nazarenos, que pueda ver,

Que vea tus huellas. Haz de mis ojos cuencos del amor,

Océanos en los que naveguen los niños.

Ojos en calma, poseídos de cielo, abiertos a la esperanza.

Que mis ojos y los tuyos se encuentren

Como estrellas de la mañana.

Ojos que construyen encuentros, amigos

De las entrañas, temblor de pupilas intangibles,

Luciérnagas del interior

Que auscultan mi esencia. Oh niñas divinas

Que lloran la muerte, ¿acaso tengo hermosura

Para que me miren? Esos ojos deslumbran

Con sus llamas. Y yo que no los quiero ver

Y los miro. El eterno rostro encarnan.

No por humanos los percibe mi centro,

Sino por el amor que irradian. Ay seducción,

Ay pupilas sin orbe, ¿por qué ahondas

La herida en la ternura?


78

De tu corazón nacen los ríos, las raíces.

Astro aglutinante, fuerza sacra del universo.

Eres origen inefable del arco iris, pálpito

Del ángel. Sístole humana y diástole divina.

Eje de bondad y punto débil del cielo.

Todo tú en tu Corazón. Todo tiende hacia

Lo íntimo. Los vivientes

Giran en torno a ti. Los creyentes

Descansan en tu Corazón. Corazón de carne,

De barro, de Dios.

Centro sin rango, totalidad primigenia,

Alfa y omega del ser, lluvia interminable

De misterio. Tu corazón se expande

En la llama. Retoña compasivo en los tristes,

Clarea en la amarga noche.

Corazón que subsiste sin tiempo,

Diana del secreto de cruces lastimadas.

Acuno mi mañana

En el regazo del Cielo.


77

¿Qué tengo yo para que pongas tu mano

Sobre mi aliento y mi carne sin corteza ni niebla?

Escrutas con tu mirada

El lienzo de mi vida y orillas mi lecho de barro

Con tus impalpables brazos

Que me estrechan con divina ternura.

En el ámbito en que nos hallamos

Ni es noche ni es día, aquí el rumor

Es Paraíso y nada más.


76

A ti, luz sin llanto ni maldad,

Te abrí mi casa. Quédate y abre

Las ventanas. Mañana, cuando decidas

Irte con tus pies albos, avísale

Al leve viento de la arboleda, que sueñe,

Que tarde en venir.

En ti yace el fin como plenitud de río.

Estate aquí, en esta casa de absoluta quietud,

Para que nos descubran asidos al infinito, al pan,

Las libélulas.


75

En medio del desierto, del mundo, en la soledad

Más callada, el que ES ha descendido

Hasta hacer temblar mi carne

Como una débil hoja. Alguien que no puedo

Nombrar, alto en su propia mañana, anda

Cerca, revelándome sus secretos

En este Edén arrepentido.

Mi historia se escribe en la lluvia.

Mi lengua se petrifica. Rezo.

En su seno mi libertad es un hallazgo,

Un vuelo.


74

Mi ser se turba como una novia.

El vaho es amor. Sustancia

De amor el vino en la copa.

Amor que me ama. Amo al Amor.

Amor, semilla de vida, ventana, latido

Gracia de luz.


73

Estaba mi alma recogida

Balbuciendo plegarias al Padre. Pródiga

Ante él se halló, incólume, y en su regazo

De fuego la introdujo en un gesto

De amor puro e inefable, y ella, ebria, tan sólo

Abbá sabía murmurar.

La gracia era toda claridad

Y la humana caída resurrección. El avecilla,

Acurrucada en el Seno Materno, ascendía

Los límites reservados a la aurora.

Al abrir los ojos sólo la huella

De un abrazo quedó impregnado

En mi interior.


72

El Altísimo me cubre con sus cálidas alas.

Una brecha se abre en mi humanidad

Y un breve soplo sacude la fronda,

Murmurando delicias de riachuelo.

La gracia se derrama como lluvia.

Un ángel vuela arrebatándome la lira

Entonces la lluvia se hace trino.


71

El cielo se derramó sobre la tierra,

Y calmó sus poros sedientos.

El sosiego vino al inquieto barro

Que mis huesos amarran.

Hoy he sentido renacer la luz;

El Edén, enérgico, nuevo.

Retorno al lecho de la noche,

Húmedo de cielo

Y retoñado de olivos.

70

Se queja mi barca. Las olas baten

Su frágil armazón. Tú calmas la ira del viento

E increpas la duda. Remo al interior del mar.

Sólo la vastedad de tu nombre me sostiene.

Allá adentro, en la oscuridad total,

Una luz de cirio crece.


69

Pozo, tu mirada de medio día.

Sosiego halló la aridez de mi tierra.

Me diste a cántaros el cielo, en un abrazo

La eternidad.

Me fui contigo a lo profundo del pozo

Y allí muero

Y bebo tus delicias.


68

Tú, el Simple, te pusiste a los pies de la nada.

La historia se ríe de ti, se escandaliza

El interior de la tumba y se revuelven los abismos.

A tu cintura ataste el Viento.

Lavaste el rostro de la humana noche.

La dejaste translúcida, como una novia

Que entra a tu esencia.


67

Sobrevuelo el misterio como torpe avecilla,

Que no pudiendo sostenerse

En la ingravidez divina, sobre plumas

Trasciende lo infranqueable.

Miel esos instantes ilimitados. Memoria del alma

Trastocada tras el encuentro con el Todo.

Testigo es esta capilla

De “música callada”.


66

Te recuerdo como en agua mansa

El cisne contemplativo.

Al través de la ventana

Aún joven la luna.

Bajo mis pies murmura el tiempo la eternidad.

Cruzo el meridiano de mi estancia en la tierra.

Mis recuerdos empiezan

A ser nostalgia en huida,

Grito de ángel que aletea en el Origen.

Deseo volver a la tierra, amasado

Por tus manos increadas.

Me llama la Llama.


65

Roca total en su inmensidad,

Conciencia infinita de Himalayas.

Roca de viva mirada. La Roca

Se acerca, respira. El humo del incienso

Esconde su desnudez.

En sus brazos los ríos se abren

Y yo me quedo balbuciendo

Alegrías desconocidas.


64

Del altar el pan:

Ácima divinidad

En frágil sombra.


Celajes blancos

Atestiguan tus huellas

En la naditud.


Garganta de Dios:

Orfeo caribeño,

Zorzal de fuego.


63

Te hablo desde este altar en llamas.

El incienso te busca. El fuego inconsumible

Arde en mi gemido.

Zarza que devora en mis entrañas

Noches aún niñas.

Belleza, revelas la eternidad en los abrazos.

¡Muero en llamas, retenme en tu velo!


62

Sangro infancia, avanzo en el estremecimiento.

Mi conciencia abre su mañana.

Me desgarra el origen. Se pudre la noche.

Ay manos que me tejieron, oh ternura

Perdida en el Edén.

Sopla en mi nariz tu nombre

Para que renazca en el vientre el alba.


61

Inciensas el altar que te redime,

La piedra donde la sangre habla por ti.

El Todo te endulza el paladar de vino,

Limpia la muerte en tus entrañas.

Entras al ágora sacrificial

Atraído por él entre lienzos

Y celajes de ángeles.

Tu caída es hoy gloria.


60

¿Qué hondas manos

Alargan tu angustia en la tierra? Persigues

Secretos mundos que nadie ve,

Ni siguiera tú con tu ceguera enterrada.

¿Entiendes porqué existes? Soportas

El peso en tu cabeza, Tántalo, y no desmayas,

Ni gimes. Invisible, tu sangre madura

En ramas de savia y rezo.

Toda tu ansia de ser se entierra,

Se esconde en el interior de Gea.

Buscas en el barro a tu creador, lo presientes

En la orilla del río, en el contacto con el gusano

Que te pasea la frente.

Raíz profunda que tiemblas y te abrazas

A la noche, a la tierra sin luz. ¿Quién

Eres al fin? ¿Cielo? ¿Vida

En los abismos? El cielo retoña

En la raíz madre del olivo

Y recapitula todas las raíces

En el Amor.


59

Por mi humanidad sube un dolor

Que estremece mi casa.

Me retuerzo como el mar, como serpiente.

Oh dolor, ¿cuándo anclaste en este puerto

Y te quedaste ahogando mañanas?

Se agotaron las lágrimas,

No amanecen los hospitales.

Desciendo al útero donde el barro

Fue vida. Mujer infinita, en la humedad

Intemporal de la matriz

Engendraste el sacramento, el llanto

De la carne que tiembla,

Dile a mis pies que regresen

Al agua transparente, a la antigüedad

Esencial de la luz.


58

El dolor nubla la tarde. Todo él

Se atrinchera en un rincón de mi cuerpo.

Dolor que labra la piel y golpea

La puerta con puños de hierro. Tenaza

Que muerde mi carne hasta hacerla gemir.

Qué hondo el río de piedras, cuán atroz

Su dentellada. El tiempo no corre. Una espada

Traspasa mi corazón. Aprieto el grito

En mi dientes para calmar

Los relámpagos de esta hora sexta.


57

¿Quién soy yo que a ratos la carne me bulle

Como un enjambre de abejas? ¿Quién,

Si en el altar la luna sale de mis manos,

Redonda, con vida? Yo, que sé beberme

El alba a rezos, que conozco

Los gemidos de las palomas en el alero

Del templo, ¿qué tengo de hondo

En esta orilla que me hala hacia dentro

O me arroja al fango?

Busco un asidero en el joven barro

Y no encuentro más que mi aliento

Atrapado a lo eterno como araña en su tela.


56

Ese puente tendido

Hacia el otro lado, ese puente fijo,

Que no se estremece ni se perturba,

Ese puente que tiene profundas esencias

Y tensos los nervios, ese puente que tiende

Su espalda para mudar

La luz del sol y el cansancio

De una hormiga, ese puente no muere,

Vive, se entrega, se inmola a sí mismo.

El río le reza entre las piedras.

Ese puente espera, aguarda a que pasemos

Al otro lado donde moran

Los vivos.


55

Alguien te empuja a beberte

El agua de los glaciares. ¿Qué fibras

Mueven tus recodos que lloras espumas?

Río en fuga, detén tu curso en esta orilla,

En mis manos. ¿Por qué avanzas

Tan aprisa?, ¿qué locura te arrebata

La calma? En tu fondo te lastimas

Y no hay cura para tu mal, excepto

En el océano. Llévame en tu piel

Que yo también al mar me precipito.


54

Hablo de la tierra, de lo hondo de ella.

Hablo de la grieta

Que se abre en el alma.

Duele la angustia.

Un viento secreto camina

Por mi vera como un lamento.

Ansío la lluvia, el origen de los ríos. Jadeo.

Brota agua y no es de la roca. Sale agua

De la nada. Es Dios que mana. Y yo

Aquí reseco como camino.


53

Las paredes amortajan

La oscuridad en que me hallo. Es frío

El abismo de la muerte. La nada

Me perfuma. Un lienzo envuelve

Mi esperanza. Palpo mis gusanos.

Muere la muerte. Madrugada,

Rumor de ángeles.


52

Noche, ¿qué secreto encubre tu ansia?

¿Por qué te avienes a mí

Que no tengo más que tiempo? Algo

Grande nace en este instante, algo innombrable,

Algo que gira, gira y gira

Revolucionando el ámbito de llamas,

Viento y cielo.

Se abrió la puerta, temblaba la tierra,

Y el mar y el gentío.

Entraste mudo, mirando la topografía

De mi edad.


51

Habito en mí, transido de cielo.

Mi carne es aún niña.

Avanza mi edad en el cauce.

Raíces le han salido a mi tiempo,

Luna a mis ojos.

Quedo aquí como un árbol, ¿oyes

El viento en sus ramas?


50

¡Ave, Cirio!

Faro en llamas enciende la leña

De mis huesos, alegra el zorzal

En la madrugada.

Que tenga luz en esta noche,

Que muerte me sobra en la carne.

Ay, Cirio, bájame de la cruz

Este llanto, apura el vino

En mi resucitada boca.

Gime la noche apoyada en mi ventana

Y en ella miro al otro que soy:

Gota de fuego

Que retorna a su esencia.


49

¿Por qué te asomas a mi ventana

Con tu ser de brisa?

Tocas mi sangre. Un ruido

De raíces se apodera de mí.

El cielo está aquí con su claridad.

El reloj perdió la memoria.

Donde abunda la eternidad

Sólo alas faltan. ¿Dónde estás Zorzal?

¿Qué rezos bisbiseas en tu pico?

La montaña descansa en mi hombro,

Tú te avienes en sus nubes preñadas.

La realidad está toda en tu nada

Como toda la luz en mis ojos.


48

Vid, tronco vivo de cielo, mira

Esta rama crecida, torpe en su andadura.

La rama, Vid, te comulga, te posee la savia.

En ti vibra la eternidad. De tu tronco

Retoña la palabra y crece la luz.

Atráeme a ti, oh Vid, que retoñe

En tu ser, misterio de suelo y cielo.

Ay, que muero sin retoñar. Tremola

Mi rama, apenas podada en la edad. Las hojas

Amarillean. Inyéctame tu aliento de gloria.

Se secan mis días si no llueve el fuego

De tus raíces. Sepúltame

En tu tronco, que resucite en tu savia.


47

¿Por qué me habla esa puerta? ¿Por qué se abre

Y extiende sus brazos en horizontal?

Esa puerta es de cielo, de carne. Puerta

Que se anonada y se empequeñece. Puerta que llora

Y sube al monte y camina sobre las aguas.

Puerta que se mira con la fe y se abre

Con los rezos de las tórtolas.




Ínsula presentida o los lugares secretos del mediodía (contraportada Ínsula Presentida)

Por José Acosta

Para que exista el mundo, hay que colocarle límites: una noche que lo oculte y un sol que lo defina. En el poemario "Ínsula presentida" de Fausto Leonardo Henríquez, la profundidad tanto es un elemento que ahoga como una madeja que invita a entrar, a percibir un mundo que, pese a su atmósfera desgarrante, está lleno de luces, de llamas, de reflejos que asaltan desde el principio del tiempo hasta un mediodía indefinido. "El mundo en su adolescencia,/ Empezaba a ser consciente de sus límites.", escribe el poeta, confiriéndole al mundo la certeza de un principio, asegurando después, en otro poema, que su espíritu es más viejo que la propia conciencia de tener un espíritu: "Y yo que creí que mi espíritu/ Empañado era nuevo."
El tiempo tiene un sentido perturbador, ejerciendo a la vez un poder mágico: "Me desgarra el origen. Se pudre la noche." Esas noches que según el poeta son "aún niñas".
Y ese llamado a ese mundo "que nadie ve", sólo el poeta que, como lleno de lo Trascendente, exclama: "Dile a mis pies que regresen/ Al agua transparente, a la antigüedad/ Esencial de la luz". Para luego admitir que: "El tiempo no corre. Una espada/ Traspasa mi corazón. Aprieto el grito/ En mis dientes para calmar/ Los relámpagos de esta hora sexta".
Este poemario es un canto al tiempo, no al que nos arrastra hacia el futuro, sino al que dejamos atrás, antes del nacimiento. "Ínsula presentida" está salpicado de poemas de una belleza y un lirismo extraordinarios, como la serie que empieza con el número 57, los cuales colocan a su autor, entre las voces más altas de la nueva poesía latinoamericana.

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Corta mención puedo hacer ahora (por espacio) de desempeños novos en poesía: el de “Ínsula presentida” (Ateneo, 2004) del reverendo Fausto Leonardo Henríquez, conductor de la propuesta Interiorista en valle de Sula. Mística y ardor, universalidad y comarca, espejo de mundo y de otro allá, sus versos retrotraen a placeres sólo alcanzables en islas de meditación y paz. Pasión duramente contenida, libertad para volar, Henríquez ya culminó la plenitud que únicamente provee la singularidad. (Julio Escoto, Honduras)

Localización tierra natal, República Dominicana