
Pedro José Gris, Santiago de los Caballeros, República Dominicana, 1958. Poeta que ha impreso carácter al Interiorismo, tanto con su obra como con su pensamiento. Varios son los rasgos de la creación poética de Gris, a saber: la angustia metafísica, que se vierte en imágenes y símbolos que “revelan verdades profundas” y trascendentes; la sensualidad de los cuerpos, que le sirve de refugio a aquellas ansias del alma insatisfecha.
Y la búsqueda de la belleza, que se consigue a través de los “saltos” de la vida que se dan por “acumulación”. Poesía de genio, intuición y verdad. Gris es interiorista por antonomasia, maestro e ideólogo de
Oda al Padre
El de los cabellos azules
(Nelson vivió lo que escribo en el agua)
Del vaho de la tierra palpitante de noche
asciende vaporoso jugo letal
de angustia
y turba mi cabeza,
en su origen de sangre primigenia,
esa extensión inmensa de sangre y de criaturas
subterráneas. ..
El gris, acerado sentimiento, me obliga
a entrar al agua
a refrescar un poco la existencia
En un baño de espadas disueltas
en luna líquida y en agua
he empezado a nacer de nuevo
desnudo en la sal, en la consumación de la blancura
La vida se vierte, meditabunda, se pierde
se perfuma
se embriaga...
la noche es un aroma de muy viejos rosales
y un viento muy sabio de adolescentes labios
que besan, que besan
que besan...
La tarde, simplemente, se hace olvido...
El Mar, el Mar, el Padre de estos seres,
impasible y agónico enciende misterioso
sucesivos alborozo de silencio...
Nada... más que vivir
la vida se presiente...
La tarde
lentamente...
nos suma a su memoria
es decir, a su luz, a su música, a sus rosas...
¡Y más allá del Tiempo, de la sucesión misteriosa,
del oleaje,
la eternidad resplandece en su hondura intangible
¡Hacia ti convergen la mediatez del Tiempo,
la agonía del agua, el soplo de la luz
en la Nada Perfecta
más allá de
¡Epifanía pura de cristales de instantes!
¡Marejada del Uno mágico y derramado
en cristales eternos!
¡Oleaje esencial sin distancia, sin Tiempo!
Oh Mar, oh Padre de los siglos,
Padre de estos seres vibrantes
que ahora toco en mi dispersión,
en su fluir viviente,
en su latir cósmico.
Oh Mar, oh Padre mío desde la noche; desde la sal,
desde la consumación de la blancura!
Oh dicha de este hijo en tus noches extrañas
donde se escuchan vuelos, donde el Padre medita
el abismo que acecha a todo hombre...
y desde su meditación se elevan truenos.
Oh Padre, sosegad a la noche hasta hacerla
imagen del pasado.
Oh Padre, sosegad esta visión de sangre que me abruma;
abre tu inmensidad,
mira sangrar mi cuerpo
herido en tu dolor, en tu belleza
ahogado en tu clarísima tristeza...
Oh vasta tumba azul donde los siglos
mueren.
Oda a una piedra
Será el agua dura, el rocío intangible:
esta piedra
En la fragancia herida de este río
de aguas intocables
maduras el tiempo, el tiempo! su dureza:
materia fría, espuma detenida, silencio del planeta
Y sobre ti el río, con música y con muerte
el río, espantosa metáfora del tiempo
Antes que el hombre era la piedra
El Mar de
Los colores desgarrantes de los primeros ocasos
hirieron hondamente tu agonía cerrada
Oh Piedra que no tienes en tu abismo memoria
Oh piedra de retorno y soledad
Piedra luz
luna y piedra!
El río, el río incesante te arranca del insomnio
esquirlas de sueños y pastores dormidos
en los ojos de ovejas, de duras ovejas
del pasado
Oh piedra sumergida en la angustia azul
del universo
Vuelves incesantemente como el mar y la vida
como una divinidad del recuerdo.
En ti las criaturas perpetuaron su sangre
Oda a una nube
Templo que el agua levantó dichosa
al dios que la noche, solitario, pasa
hacia el bosque umbrío donde el verde
es sombra
donde se hace inmensa la luna y el alma
Templo de frescura, savia de los campos,
hacia ti, borracho de amor y ausencia
alzo mi esperanza, mi vida disuelta, mi existencia
Arrebolada ternura, catedral de blancura: cuerpo
Vientre estremecido del rocío, espuma de los vientos: cuerpo
Lenta ola hacia un Mar perdido
Espejo de sangre del ocaso.
Río de los sueños abogando tigres y amadas miradas
en su noche verde
¡Oh río, oh templo donde bisojos de agua
beben lo que olvidan!
(Film)
Equus
I
Hay un Mar…
Hay un Mar del que estoy enamorado
Donde los dioses se bañaron
antes de morir
II
Un planeta de esperma fresco y viviente
una cabellera de leche amanta las islas
Ese es el origen de Equus y un bello
un refulgente dios lo ahoga en su propia espuma
en su marea lunar, donde la luna derrama
su metal y sus abismos
III
¿Quién quién
cayó en ti ebrio de profundidad o desnudez
mago, mágica, sobre los metales verdes del abismo
sustancia, hondura de las aguas?
IV
Equus no tuvo principio: brotó en la desnudez
desgarrada de un hombre
-Hay un Mar que yo amo donde los dioses mueren-
Y el hombre buscó la espuma para adorar su cuerpo:
penetraba penetraba
en delirio inmenso de pasión y de vida
el Mar donde los dioses se ahogaron desnudos
en sangre y en espuma
V
Oh cósmico Erotismo en tibia noche
del universo tibio
-Hay un Mar que yo amo donde un dios adolescente
que no quiso morir
me ahonda entre sus brazos eróticos y frescos-
eyaculó la vida su semen como un templo de amor
sobre las islas
VI
EQUUS cuero de fuego que vomita la tierra
en marejadas blancas
EQUUS ídolo del Mar de bellos dioses muertos
templo de vida, sepultura de hombres
olvido de los tiempos
EQUUS Cementerio de dioses
espuma de los siglos
El mar
1
El Mar besa una meta que no alcanza
después de la plenitud toca el vacío
se hace amor
baña horizontes de llanto
sobre su piel la catedral depone
El Mar
el Mar
el Mar mentido
2
Eco del cielo: Silencio
¿Por qué silencio en templos
de blancura?
Bajo la bóveda nada permanece
y el Mar depone su piel sobre la arena
3
Un Ulises de sangre se aventura
atado a tu canto
Y otra bestia de polvo
Los salmos de la vida
I
Toda la dicha que llorando
apagamos
la colocamos en el corazón de lo que nace.
La mujer se iba por la luz
tranquila sin última resolución
volvió para que el hombre cosechara.
El niño es el hijo del Padre.
Presiente el horror de no ser su eternidad
cotidianamente sabemos que vivimos
paralelamente la vida vive para vivir
en las calles y en las cosas somos dos:
el sobreviviente y la vida programada
para ser siendo.
II
La hembra “da al luz” de sí
ramo de conciencia
ventana de paisaje
Dibujo, paisaje, réplica:
La tripulación del amor hacia la tierra.
la sombra como fuego, el elemento
la atareada muchedumbre de la estirpe.
Las luminosas huellas, los vestigios
el viento de los apegos
el agua fundamentada
el hoyo de los vuelos
el orgasmo como parapeto
contra la salvedad que haría inútil
tantas repeticiones de nosotros mismos.
III
La hembra “alumbra” a la hembra
hija de la madre.
Amor a la tierra, a la carne
pasión de vidas, de dioses.
Las flechas apuntan hacia ventanas
brotan árboles y jugosas fincas
en los vacíos se agrietan las aguas de tan noches.
Sin imagen de dicha
aparecen las presencias que por anhelo se presentan.
Las dichas que irrumpen son intraducibles.
No son dichas además
Ni son recuerdos ni éxtasis, ni menor pavor.
IV
El éxtasis hacia adentro, sin la leche.
La iluminación sin dicha, con certezas.
La verdad de hierro. Destino de animales.
El llanto improductivo, sin silencio
Silencio que no cierra ni abre.
La falsificación de lo vivido en canto
vigilia en suceso.
Habitación estrecha, sin exteriores.
Caja de roble: transmutación de arboleda.
Estremecimiento de conciencia que no es emoción
evento de claridad que nos devuelve pobres
daño, “damage”, error de manufactura
que nos dicta poesía para apaciguarnos.
¡El salto de las almas en cosas!
V
Los niños luego no siguen siendo
la acumulación insostenible
de sus inocencias
los conduce irrefrenables
a sus estaciones de calores
e irrefrenables placeres.
Una cortina de leche que se brinca
ciegamente dos veces en las dos vidas
el niño regresa por conmoción
de una vida a otra mudando el lugar
de su gusto pasajero.
Y se amarra a su viento
desnudo siempre y enmadejado
con la eyaculación como victoria
concretiza el instante de rompimiento
con su muerte.
Su primer orgasmo marca el aterrizaje
en la temporalidad de su segunda vida
ciegamente determinada.
Hastío natural de las cantidades
la carne acostable como pradera
dichosa en el trance de las acumulaciones
descarga en salto sin vacío
su leche tersa, originaria
su gota de eternidad
destinada!
VI
Entonces allí surgen los ayes
y los suspiros
y se fundan religiones que se olvidan
y se regresa a ciegas de la eternidad
a una vida que ciega los hallazgos
Luego no sigue siendo el mismo
ni otro tampoco ni ninguno.
Toda su belleza atrapada en su carne
se abre y se enciende, se dispensa
y el mensaje de su propio salto
vertiginosamente se cierra hacia el placer.
¿Todos corremos contra la meta en el goce
sagrado ardid
ejercicio carnal de las repeticiones?
Mirad ahí el nuevo poema:
El niño no existe: ha saltado.
Por saturación de la belleza de sus carnes
el mismo se disfruta y se disipa
como una fruta que nunca tuvo árbol.
Inaugura apasionado la fábrica de
lo que somos
y sale abruptamente de escenario.
No regresa a morir.
Vive para cada quien como tumba interior.
Bibliografía activa: Las voces, Ed. Corripio, R. D., (1982) 3ª edición, 2000.
Bibliografía pasiva: Alberto Baeza Flores (chileno): Poesía dominicana en el siglo XX.Antología Poética, R. D., 2005. Frank Martínez: Juego de Imágenes. Ed. Hojarasca, R. D., 1995. Bruno Rosario Candelier: Valores dominicanos, Ed. PUCMM, R. D., 1991. B. R. Enegildo Peña: Candelier: El Movimiento Interiorista. Ateneo Insular, R. D., 1995. B. R. Candelier: El Interiorismo. Ateneo Insular, R. D., 2001. B. R. Candelier: La búsqueda de lo absoluto. Ateneo Insular, R. D., 1997. B. R. Candelier: La creación cosmopoética. Ed. Academia Dominicana de
No hay comentarios:
Publicar un comentario