En La otra latitud, Leonardo Henríquez confirma los lineamientos fundamentales de su trayectoria lírica: la asunción del mundo desde su vertiente simbólica y trascendente con un sentido de la belleza y el misterio. En la primera parte toma a Adán, expresión simbólica de

ligera y ágil, clavando sus lunas diminutas
que sangra recuerdos y reaviva
sostiene entre sus manos, así, silencioso,
de una cordillera de sueños.
inventar de la nada un ser sonoro,
Sí, aquí estoy, con mi instrumento ágil
tratando de diluir
El fuego arde en mis dedos sin consumirse,
como una hoguera de aceite
En mi nueva residencia deambulo
para provocar un río de versos que inunden
en un pensamiento
con rauda impaciencia de serenidad.
EL TEMPLO DE LOS ANHELOS
El mundo, allá, al otro lado de la niebla,
oculto detrás del espejo,
sobre alas azules, un templo donde todos los anhelos
Desde este ilimitado mirador, en el que se debate
de un tú en la penumbra de mi intuición.
SONORA PRESENCIA
en la oquedad vedada de mis íntimas veredas.
Posiblemente sea tu sonora presencia
que se debate en los entresijos
o en las pupilas de la noche hueso.
Hoy ha pasado el día ebrio de espíritu,
como si no buscara más fin que sollozar de alegría
Debo ascender como el incienso hasta la cúpula
TENTATIVA
que se yergue en los recónditos
que se escapan imperceptiblemente,
ante un río impetuoso,
que, calurosa, se prenda de mi vestido
Un nudo corredizo ata mi mirada,
quien quiere ser un ángel
ANGUSTIA
de tu sombra de elípticos balbuceos,
insomne océano de olas,
Pienso cómo el tiempo se ahueca,
en sus laberintos
El ser, oh el ser,
en una masa de niebla, como si fuera yo
por el ruido de mis sentidos de metal.
COSMOS INTERIOR
deambulan en órbita
Peregrinan por el vacío estrellas de breve vida,
cuerdas de guitarras rotas,
cristos colgados de esperanzas como hojas verdes.
Figuras sin rostro, libros abiertos como ventanas
nadan en la ingravidez de un subrealismo daliniano
Caballos alados vienen y van
y ángeles ebúrneos habitan el cielo
RECREACIÓN
confronta las profundidades del cielo.
hasta aquí los insondables
por la salinidad de los alisios subterráneos.
Del hondo silencio de mi alma
se expande por los mares de mis venas,
y mis lluviosas palpitaciones
se estuviera, inconfundiblemente, recreando
UMBRAL
ese pasadizo oculto que los ángeles recorren
No dudo que más allá de la inteligencia
exclame: ¡éste es mi paraíso!
Sin embargo, se nublan de claridad mis ojos
elixires de la infinitud.
Este veraz deseo de ser eternamente humano
y me aterra la felicidad,
imagen de Dios por siempre.
LA FUGA
mantra oscuro de arañas perdidas, las olas del aire.
Los cláxones de los taxis ensordecen
Huyo perseguido por los rugidos
de la ciudad felina, atacado y herido
Huyo hasta donde el roce de la soledad
No viajo hacia la nada porque es el sin sentido,
al encuentro de mi Alfarero.
ASCENSIÓN
de los rayos solares asciendo
donde los seres toman vida,
donde las rocas, las torres de las iglesias y sus cruces
Es el alma la que se marcha tras sus alegrías,
porque sabe que busca
que emana del azul y combado océano celeste.
En el alfombrado amanecer de oro,
a los ángeles.
LA LLAMADA
la barrera de la vida, frontera liviana,
Sé, y lo consulto mirando
en el fondo del agua de mi ser, que estamos
a la república de la Plenitud.
¿Cuál es el camino a seguir? El palpitar verde
el brillo del amor en tus ojitos inseguros.
MAGIA
sostenido entre los dedos de la brisa;
se sentía como un suave susurro al oído.
Mis ojos, al verte, te besaron.
era ebúrneo.
A nadie le dije, pese a que te paseabas
de mi experiencia por temor
Sólo lo pensé y ya no estabas.
EL ÁNGEL
y onírico hallazgo más allá de los cinco
Respiró un aire celeste, luminoso, perceptible
de íntimos latidos.
Sus alas sentían el hálito divino
estremecen al alma sedienta e inocente.
Una dulce mirada oyó resonar
FILOMELA
en la punta grácil de una rama. Tenía
Era tímido.
Me acerqué a enjugar su gris pena.
del gigante árbol, como refugiándose
Oculto en la copa dejó de clamar al viento
y me miró con sus ojitos de niño llorón
y desgarro mi garganta,
se llega a la eternidad.
Y le dije: sigue con tu lira para que me vaya contigo
HELIO
conocer su intimidad, sentarme con él
poblado de hormigueantes luciérnagas
sus dorados brazos de fuego.
Más allá de la claridad están los secretos
Por eso Helio, príncipe que rige
en una reciprocidad dichosa, sutil y ardiente,
llegarán a ser gotas azules de divinidad.
TIEMPO
el rostro del tiempo.
El tiempo me mira con un aire de tristeza,
es mucho más que un cuenco de experiencias,
en otoños rebeldes.
En sus pupilas intento adivinar
donde el reloj no sea una sirena que despierta
de mis canas y mis recuerdos.
TRANSFORMACIÓN
transformado en espada,
el miedo a la pantera negra de las noches amargas.
divinidad de los cerros
de los mares aún sin auscultar.
Si toda mi historia acabará en la nada,
entonces, trágame dinosaurio gris
Esto dijo el árbol dolido de finitud.
EXPECTROS
Vienen a su abrevadero de antenas y parabólicas,
las ondas sin polen.
Por el aire circulan voces como espectros,
en algún lugar.
redes digitales.
Errantes espíritus sin faz
fenecen en los pantanosos valles,
de la realidad virtual.
EL SUEÑO DE LEONARDO
donde no oía el ruido arenoso
tambor de la violencia.
por el cual entraban,
Cuando entré en un clima sobrenatural
y al hablar no hacía falta la voz,
y la sinceridad del cristal desnudo
Vi, además, que desapareció la edad en todos
Deseé quedarme en aquel alegre Apocalipsis
me devolvió a la materia.
MISTERIO INSONDABLE
el Éverest de la existencia, frío llanto
¿por qué no lo desvelas tú que la hiciste
de las aguas prehistóricas?
Anidó tu aliento en los ríos de asombro,
de tu imagen.
Te fuiste y dejaste colgado en el árbol
y olvidamos cuál de todos los altos habitantes
la araña del misterio
vedando las cosas,
OCULTACIÓN
sustentado por un aliento
pienso en lo que hay en ese abismo impenetrable
Es ese abismo insondable, profundo e irrastreado
la inteligencia de los entes que balbucean
la que persigo con un desespero y agonía
¿Por qué persistes en ocultarte a mis ojos?
¿Qué pretendes, que muera
el lienzo de tu mirada?
REPROCHE
de taciturnos campos
como un diamante, pero dulce a la lengua.
El eco se expande, como reproche
en el confín del silencio abrupto.
esa cortina de lluvia, el rostro indescifrable
oteando el mundo,
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