Digo con desenfado porque Rosa Julia tiene la cualidad de escribir como habla, es decir, con el salero que caracteriza el léxito del cibaeño que disfruta de hablar y contar historias sin pelos en la lengua.
Cada cuento es un telar que va tirando de muchos hilos hasta que culmina, a la manera de una sinfonía, dejando en el lector una estela de asombro. Porque detrás de cada historia, al parecer, hay un ser humano que la originó. Las historias que cuenta Rosa Julia tienen que ver con la vida, el dolor y los lados sombríos de la existencia que fenece en la soledad y en el anonimato.
Rosa Julia puebla la atmósfera de sus cuentos con certeras referencias de artistas, escritores, obras clásicas, películas, etc. Pero sobre todo el territorio que mejor domina es la palabra, es decir, los modos propios del dominicano que con poco dice mucho. "El vigilante del edificio [...] dio un braguetazo y lo casaron el mismo año de la tragedia". "Con dos niños jodonísimos , la suerte es que ya están crecidos y no van mucho a fuñir ni a hacer reguero a esa casa". "A lo mejor creía que se estaba viendo con alguno y que la otra era maipiola". "El run-run se inició entre los tígueres que se reunían de tarde en tarde en el parque".
"No fue mi Carlitos" es, tal vez, el cuento más logrado. Si no, el que más transmite al lector. La narradora compara a Carlitos con el chico de la película de Forrest Gump, dirigida por Robert Zemeckis y protagonizada por Tom Hanks, año 1994. "Imagínese el lector -dice la autora- lo devastador que puede ser [la herida del amor] en quien viene de fábrica con más instinto que razón". La clave del cuento gira en torno al "exceso de hormona y la escasez de juicio" de Carlitos, quien descubre el "grito urgente de testosterona".
Posiblemente el camino literario de Rosa Julia esté signado por la cuentística. Este primer libro de cuentos es un claro anuncio de que podemos esperar, y no por mucho tiempo, que nos vuelva a entrener con sus cuentos sin cuento.
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