“Memoria de la tarde”, del poeta Henry M. Santos Lora, estremece por su hondura. En ella vamos a hallar versos de incuestionable belleza conceptual y artística. La palabra poética, finamente trabajada por el autor, alcanza niveles que, como verá el lector, confirman que estamos en el territorio de la lírica universal.
El poeta busca un asidero, la fuente originaria de lo Absoluto. Sus pensamientos como «arañas trepan sobre los puentes paralelos / del relámpago». Auscultar el misterio es una tarea ardua en la que te puedes hallar con «voces de incineradas raíces».
Todo el empeño de este bardo de
La atmósfera urbana está de telón de fondo en esta obra maestra y cuidada del aeda vegano. Asimismo, la inconsistencia de las cosas, de la vida misma, de los lugares que nos habitan, ribetean “Memoria de la tarde”, como si resonaran al fondo los versos machadianos, “todo pasa y todo queda, / pero no nuestro es pasar”.
“Memoria de la tarde” empalma con la gran tradición de la poesía trascendente y metafísica de
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