José Mármol (Rep. Dom., 1960). Leguaje del mar,
Visor, Madrid, 2012. El poeta, después de sus anteriores obras calificadas como
“poesía del pensar” ha bajado, sin abandonar del todo la reflexión, al terreno
de los sentidos, esto es, de la sensualidad, para verter las emociones de forma
natural. Con esta obra Mármol fondea el lenguaje más sonoro de la poesía, esas
aguas renovadoras de las que fluyen versos sonoros y espumantes. Para mí la
poesía de Lenguaje de mar surca las bahías del deseo, de los
acantilados de tantos mares que devoran las sales y los odios. Mar de espumas
blancas y risas. Mar agitado por vientos contrarios, por brisas de amor. El mar
recuerda el misterio de Dios, de la vida, pero también advierte de los
naufragios inevitables, de la lujuria, de las noches y las soledades, de las
miserias de los desdichados. El mar esconde, anclado en su azul profundo, la
memoria, el pasado imborrable. Lenguaje del mar es la suma del
erotismo y la sensualidad, por lo que darse un chapuzón en este mar resulta refrescante.
Poesía destilada en la mejor destilería del lenguaje, donde el bello decir abre
surcos de placer.
Luis Beiro, Jugar
a dios. Editora Unicornio, San Juan Puerto Rico, 2013. Después de leer esta
obra de Beiro se tiene la impresión de que la poesía de este autor, cubano
(1950) radicado en República Dominicana, posee la fuerza de la verdad. Esto se
fundamenta en el hecho de que el autor escribe como piensa y piensa la palabra
iluminada por la vida. Dicho de otra manera, hay en esta obra de Beiro una
vitalidad arrolladora de la que no hay forma de no sentir su impacto. Su
palabra no hace ruido, pero hiende el silencio y sacude la conciencia como una
ventolera (ver Derrumbes transitorios). ¿Cuándo se sabe que un poeta es un
artesano de la palabra? Un indicio es la audacia para cambiar de ritmos (sonetos,
versos libres), pero sobre todo para asociar las emociones del alma, los
recuerdos, los anhelos, etc., con la metáfora exacta. Jugar a dios es un intento de ser un ángel despojado de odios y
falsas pretensiones. Pero sobre todo es una poesía oral, para ser leída en voz
alta por su acento sonoro y por la agudeza de sus versos vitalistas.
Giovanni Rodríguez, Melancolía inútil, mimalapalabra editores, Honduras, 2012. Este
libro de poemas recoge una muestra de lo mejor de la poesía del autor catracho.
Es una antología personal de sus obras Morir
todavía, Las horas bajas y de una
nueva selección de poemas titulada Requiem.
La pretensión que encierra esta antología puede resumirse en lo siguiente:
dejar constancia de un sentimiento universal de angustia ante la muerte, pero
también de un intento feroz de sobrevivir. Melancolía
inútil hace constar cuánto vibran las cuerdas del alma de un poeta herido
por el desamparo existencial, el ansia de superar las grietas que le impone la
vida misma (el dolor, la soledad, la melancolía, la transitoriedad de la
existencia) y el abismo de las horas que prolongan la noche y el asedio del
tiempo. No hay estrellas, solo noches; no hay encuentros, solamente ‘vestigios
del amor’. El poeta es voz, lira, garganta de zorzal. Su canto le resulta
desgarrador. Se puede uno imaginar a un poeta maldito a lo Baudelaire que
sobrevive a su tragedia, a su propio suicidio. Como un escorpión que se mata
con su aguijón es el poeta en Melancolía
inútil. Solo la poesía lo levantará y le devolverá la vida.
María del Carmen Soler, El universo suena. Ediciones Torremozas, Madrid, 2014. La lectura de esta libro de poemas resulta
consoladora. La autora se ejercita en la palabra para definir lo que es la
poesía para ella, cómo se construye, con qué materia se forja el poema, etc. La
poeta descubre su mundo de sueños, sus esperanzas más sinceras. La preocupación
por todo lo que ensombrece el camino hacia Dios y enturbia el amor es una
constante en su poemario. Si algo puede definir el alma artística de María del
Carmen es su capacidad para oír: “La voz de la esperanza / que grita en cada
semilla”, como si diera continuidad a aquella intuición poética blaikiana de
que el ‘mundo cabe en un grano de arena”.
Concurso
de Cuentos Radio Santa María, La Vega, República Dominicana, 2013. Edición
número 20. Los tres primeros premios recayeron en Héctor Santana Pérez, Ungry Young Girls; Yuniris Ramírez, ¿Puedes mirar debajo de la cama?;
Fernando Berroa, El purgatorio terrenal
de Pedro Bernardone. Hay cuatro menciones de honor para Edwin Castillo
Frías, El eterno día de Eufemmio Obrero; Carlos
Díaz, Un affair virtual; Danilo
Rodríguez, Decay; y Altagracia Pérez
Pytel, Mi belly dance. Con esta
pléyade de escritores se puede afirmar sin ambages que la literatura dominicana
y caribeña tiene, más que una promesa, una realidad. Imaginación,
creatividad, ingenio narrativo es lo que rezuman estos narradores dominicanos.
No es ocioso decir que se espera lo mejor de ellos más allá de un certamen
literario. El aliciente lo tienen, pero la mejor literatura muchas veces se
escribe, no al fragor del elogio, sino del esfuerzo y dedicación.
Altagracia
Pérez Pytel, A mitad del sendero.
Ediciones Juguetes de Madera, Santiago, R. D., 2014. Libro premiado en el año
2007 por la Alianza Cibaeña en su XII convocatoria. Uno de los principales
hilos con los que la periodista y narradora Pérez Pytel compone esta obra es el
poético, como atinadamente señala Máximo Vega, pero además, al calor de ese
elemento fundamental, hay otro más sutil e importante, a saber: la destreza
para entrar en el alma de los personajes, empleando para ello todos los
recursos posibles (arcaísmos, expresiones coloquiales, regionalismos, etc.) creando
con ello una atmósfera veraz con la que se conquista rápidamente al lector. La
autora consigue arrancar el sentimiento de compasión, al situar al lector ante
sus personajes, no como un juez, sino como un ser compasivo y solidario. Tal
vez sea un acierto afirmar que Los
miserables de Víctor Hugo es una metáfora de A mitad del sendero. Esto lo demuestra el hecho de que en su obra
Pérez Pytel humaniza a sus personajes, a los miserables, los rescata, los salva y repara su memoria. Ese es su
mejor logro, en mi opinión. Ella, al mostrar el dolor y la realidad misérrima
de muchos seres humanos, especialmente del sexo femenino, denuncia el lado
sombrío de la existencia, así como la injusticia deshumanizadora. ¿No es esta
una de las funciones de la literatura? Entonces, si esto es verdad, estamos
ante una obra de cuento de mucha importancia. A mitad del sendero es la primera obra publicada de la periodista
Altagracia Pérez Pytel. Cabe, pues, esperar la siguiente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario