miércoles, 19 de enero de 2011

POSTULADOS DEL MOVIMIENTO LITERARIO INTERIORISTA (Fundado en julio de 1990, República Dominicana)


Modos de Ficción Literaria:

1. Realidad real: objetiva, histórica, concreta, material, circundante, realista, costumbrista, social, mimética (La imaginación reproduce y recrea la realidad) El escritor es mimético.

2. Realidad Imaginaria: subjetiva, fantástica, Simbolismo, Imaginismo, Modernismo, Creacionismo, Surrealismo (la imaginación idealiza la realidad) El escritor es imaginario, mítico.

3. Realidad trascendente: metafísica, sublime, profunda, espiritual, recreación de lo trascendente, revelación de la realidad trascendente. El escritor es interiorista.


INTERIORISMO: tendencia estética que revela la verdad subjetiva de las cosas expresada como certeza de la conciencia mediante el lenguaje de la intuición.

Un aporte fundamental del Interiorismo: la imagen. El Movimiento Interiorista, como el Romanticismo o el Modernismo, ha creado su propia imagen. Esta es, a saber, “verinto”, neologismo que significa que en el interior de cada cosa hay una fuerza, una verdad profunda y trascendente, una sustancia intuida o revelada –no siempre explicable, al decir de Gris, con nuestras palabras- que te atrapa en el poema y no te suelta. ”Ejemplos: “Oh río, oh templo donde mis ojos de agua / beben lo que olvidan” (Oda a una nube, Pedro Gris). “Invisible oropéndola rozándome la carne / invisible” (Huésped en la noche, Julio Adames).


El método interiorista.

La Poética Interior propone el método de los siguientes principios:

1) Situarnos en el interior (esta es la técnica fundamental del Interiorismo) de la cosa para captarla, sentirla y valorarla como realmente es.

2) Atrapar el impacto del mundo circundante en la conciencia del sujeto creador.

3) Identificarnos sensorial, afectiva y espiritualmente con la cosa.

4) Vivir y expresar los valores interiores, como empatía universal, ternura cósmica, silencio contemplativo o soledad sonora.

5) Revelar verdades profundas, que son las verdades poéticas, verdades metafísicas o verdades trascendentes de vida.

6) Exaltar los valores universales, como la verdad metafísica, la belleza sublime o el bien supremo.7) Desarrollar los poderes interiores con el concurso de los sentidos interiores, la capacidad de creación y la visión espiritual y estética del mundo.

8) Identificar y expresar la voz interior y la voz universal como una forma de habitar interiormente el mundo con valor y sentido.

9) Comprender y valorar la voz del yo profundo, el sentido de lo existente y la búsqueda de lo Absoluto.

10) Ponderar nuestro vínculo espiritual con la Totalidad en razón de nuestra pertenencia a un destino mayor que confirma que somos uno con el Universo.


Postulados del Movimiento Interiorista

1. Expresión de la interioridad de la persona y de las cosas mediante la auscultación de la voz interior. Se trata de escuchar la voz interior del ser, que nos reclama un ideal profundo y universal: «Fugitivos largartos milenarios / como perlas se alejan y se pierden en el origen de una luz enredadiza / ¿Acaso no vuelve la llama sobre sí misma? ¿Y no grita el ave cuando sobre su sombra pasa? / Me quemo sí / me hundo en los ardores de un animal / sin pensamientos / En la espesura hay llantos que alucinan / anémonas florecen y crecen en quietud» (Iki Tejada, Lartos fugitivos)

2. Contemplación del mundo como expresión de lo divino. El mundo es expresión de la divinidad, expresión de amor y ternura sublime: «El mar es enorme./El caracol, pequeño./ Mas en el laberinto del caracol/ está toda la sinfonía del mar inmenso./ Yo, que te contemplo,/ soy sólo el caracol/ de tus misterios». (Tulio Cordero, Silogismo Infantil)

3. Búsqueda metafísica o la búsqueda del sentido trascendente. Se trata de situarse reflexivamente frente al misterio para intuir el otro lado de la realidad, lo intangible, para atrapar el sentido de lo Absoluto. “Esta ventana está abierta hacia sí misma: / anillo entre dos sombras, / túnel por donde regresan mis ojos / a mi rincón de sangre. / Esta ventana no está abierta a nada, / no hay un chorro de humanidad / hirviendo entre sus párpados, ni un camino rodando en su distancia / ni el olor a presencia de algún pájaro. / Esta ventana no está abierta a todo, / no tiene un hombre hundido en su estatura / no tiene una lámpara empujando las tinieblas / no tiene un gato dormido en su misterio / ni una voz trepando los espacios” (José Acosta, Esta ventana)

4. La creación mitopoética como expresión sacral del mundo. Mirar el mundo como los que creían en los dioses, es habitarlo poéticamente, como algo vivo y sagrado. “Templo que el agua levantó dichosa / al dios que en la noche, solitario, pasa / hacia el bosque umbrío donde el verde / es sombra, / donde se hace inmensa la luna y el alma / templo de frescura, savia de los campos, / hacia ti, borracho de amor y ausencia / alzo mi esperanza, mi vida disuelta, mi existencia. / Arrebolada ternura, catedral de blancura: cuerpo / vientre estremecido del rocío, espuma de los vientos: cuerpo / lenta ola hacia un Mar perdido / espejo de sangre del ocaso. / Río de los sueños abogando tigres y amadas miradas / en su noche verde / ¡Oh río, oh templo donde mis ojos de agua beben lo que olvidan!” (Pedro José Gris, Oda a la nube).

5. Auscultación del lenguaje del yo profundo. «Cementerio de la tarde/ Un vaho blanquecinoentre árboles dormidos/ y un leve sol / desparramado./ El mito de la tarde aún existe…/ Algo hay de mí en sus verdores apagados/ en esas manchas solitarias/ en ese gris transido de rostros./ Pretendo la soledad pero todo me asiste:/ solo entre ramas y azahares hay una multitud insólita./ Ahora todo mi universo es fronda / silabario ancestral/ brumas desdibujadas y pausas…/ ¿Es vivir ser parte de las cosas?/ Busco las moradas donde asirme/ como quien se niega a sucumbir/ y sigo con la tarde descrita en luz de luciérnagas/ que transitan horadando la oscuridad./ Mis corceles asidos de dioses cabalgan / y todavía la tarde es la luz podrida/ cementerio azul/ ráfagas de alas./ Y retengo en mis manos la tarde/ abrevada pero cierta/ llena de mariposas, / cocuyos fugaces / y un tropel de alas en el sueño/ en las lindes de mis ángeles…/ Tarde que es un espejo/ un pasadizo por donde huyo a encontrarme/ con mis dioses./ La tarde que urdo y despojo en arcoíris extintos/ es esta de luz fallida/ de soles oscuros que obnubilan los espejos./ Tiempo detenido que mitiga la luz / la célibe tristeza de los ojos que estrenan sus soles/ sus cirios apagados./ Ojos de una instancia/ donde todo es el chasquido de hojas magulladas/ desde antes que el tiempo creara su tortuga/ su horóscopo de sangre./ ¿Qué tiempo no ha existido aniquilándose?/ ¿Qué tarde no fue esta tarde/ sólo porque mis ojos la negaron?» (Guillermo Pérez, Cementario de la tarde).

6. Ternura cósmica en una compenetración sensorial, emocional, imaginaria e intelectual con todo lo existente: «En la hondura del cosmos/ Allí tengo mi rostro/ el rostro verdadero/ en la hondura del Cosmos/ en lo alto del tiempo/ más allá del rumor posible/ de las cosas/ de la lluvia sin voz/ de la noche sin sombra/ donde el cielo pesa/ lo que pueden mis hombros/ y la luz se piensa/ en los remotos espejos» (Óscar de León Sivlerio, En la honduras del Cosmos).

7. Valoración de la verdad interior, como verdad metafísica o poética. Es la verdad que cada persona intuye del mundo, una verdad profunda y trascendente. “He escrito la palabra profundo / y ha nacido un pozo en mi papel / donde cabe el mundo. Cruzo el / lindero de la palabra y ya profundo / es una mancha donde se pierde la mirada. / Escribo agua y bebo. Sangre y lloro. / Hoy todo lo escrito ha buscado su efigie / su osadía de ser, su forma. / Y he aquí escribo hombre / y surge alguien que me besa. / Escribo Dios y algo se esconde / y mi papel simplemente tiembla” (José Acosta, Transformación).

8. Canalización de los sentidos interiores: la intuición, la imaginación, el instinto, el sentido común y la memoria sensible. Estos sentidos nos abren a la vivencias entrañables y trascendentes, o sea, suprasensoriales: «Brumas de tersas manos en oblación, aprietan/lirios sin sentido.// En los ojos, la nada/ del caracol desanda/ su saliva.//Volví: el polvo/ del camino despertaba/ mis huellas.// La ventana diáfana / a un cielo que no ve/ asciende.// Es un Dios:/ el ímpetu de luz/en el follaje verde.// Si me cae encima/el cielo: diré/ que era hambre.// Asusté al abismo/ arrojándole un puñado/ de viento.// ¡Cuánta luz!/ Bajo la roja arcilla/ de la cruz.//» (Julio Adames, Bajo un velo de llamas).

9. Aplicación de los valores interiores: el amor, la ternura cósmica, la verdad profunda y el bien, la belleza sublime, la paz interior, la soledad sonora, el anhelo de lo divino. "Búscame Tú con tus ojos de rocío./Llámame Tú con tu voz de paloma./Sostenme Tú con tus manos de espigas./Y ríeme con tus dientes de lirio./Mírame y cuídame Tú/ que conoces ya todos los olvidos./Búscame Tú que sabes de memoria las puertas/(las has tocado todas)./ Y ámame con tu Centro zaherido,/ saltamonte de hiel, de miel y de trigo" (Tulio Cordero, Búscame).
«Estoy al final de la noche/ una espantosa belleza/ me hiere/ Es demasiado/ para mis ojos/ que morirán mañana/ Estoy llorando por no saber qué hacer/ con el presuroso río y esa luna clavada en su soledad.»
(Sally Rodríguez, Noche).

10. El empleo de los signos interiores o metasemas. Estos apuntan a la realidad trascendente, a lo intangible. El metasema conjuga lo extrasensorial con lo sensorial. Éstos son: penumbra, neblina, humo, niebla, sombra, llama, murmullo, celaje, rumor, etc. "Hermano sol/ hermana luna/ pastando estoy con mi lobo/ en la soledad del alto aposento/ Escuchad el silencio del monje/ dormir con su flauta las cavernas/ La prontitud se aposenta en el no-tiempo del bosque/ donde los lienzos de sombra prístina/ se gozan en la eternidad de la hora" (Ramón Antonio Jiménez , Encuentro en la presencia).

11. El empleo de los símbolos interiores. Son recursos que el creador utiliza para simbolizar la realidad trascendente. A saber: la noche, el valle, el cirio, el espejo, el cocuyo, etc. «Huelo la noche. / La atisbo y la toco como un cocuyo / trazando círculos quebrados. / Huele a pájaros dormidos y a hojas muertas. / La noche piensa, tiene corazón de hierba / su pulso late en el diafragma de los insectos / y canta con olor a resina / secretos de estrellas y luceros. / Rugen sus búhos la impotencia de la sombra / pero asume su dolor callado en la majestad de rocío. / Viene a mí desnuda la lástima / en una brutal entrega de nardos. / Deambulo entre los huecos del silencio / arrastrando su cadáver de niebla. / La noche madre vientre se ancla en el éter / como un grito en la gravedad» (Ángel Rivera Juliao, La Noche).

12. La vía de unión universal mediante el vínculo místico. Es el anhelo de vivir en armonía con la naturaleza, con la familia humana, y con el cosmos: «De pronto, todo es agua y es temprano / y es sol el agua y eres tú la fuente./ Todo es temprano y agua de repente/ y te fluye el Tabor entre la mano.// Es todo transparente y todo humano, / todo piel de la Luz, tempranamente, / para llevar tu nombre entre la frente, / para manar... / Debajo del manzano // te desperté, / entre la piel manada. / Es del agua tu nombre, desposada, / del árbol recental de la inocencia.// ...Y es agua todo y boda y es mañana, / y la novia se viste donde mana / la fuente antes del sol, su transparencia.» (Juan Miguel Domínguez, Icono en el Jardín de Arimatea)

Nota: Esta síntesis del Interiorismo Literario la he hecho en base a los textos fundamentales de Bruno Rosario Candelier. La ejemplificación de autores son de mi autoría.

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