viernes, 26 de diciembre de 2008

OLVIDO GARCÍA VALDÉS



Acabo de leer "Esa polilla que delante de mí revolotea", poesía reunida (1982-2008) de Olvido García Valdés. Galaxia Gutenberg - Círculo de Lectores, Barcelona, España, 2008. En este libro están contenidos sus poemarios "La caída de Ícaro", "ella, los pájaros", "Caza nocturna", "Del ojo al hueso" y "Todos estábamos vivos".

La primera impronta que extraigo es que la Poesía de la Experiencia alcanza en ella, después de Luis García Montero, su vértice. No sé qué pensará de esto Antonio de Villena, pero eso es lo que creo y defiendo yo. Si en García Montero sobresale lo biográfico y lo cotidiano, en García Valdés destaca por la diafanidad de su léxico. Esto es, su poética es la del discurso llano, simple. Podría decir, usando una analogía musical, sin pretender reducir años de trabajo, que toda la poesía de Olvido García Valdés es un sinfonía en la que se oyen todos los instrumentos de forma armoniosa, pero que cuesta distinguir uno en particular. Quiero decir que la poética de García Valdés es de lo sutil, de lo que pasa desapercibido para los que "no son músicos" de la gran sinfonía de la realidad.

La poeta musicaliza sus vivencias y lo hace con la palabra más común y corriente del hablante. Común, que no vulgar: "Levanta la tasa de / té y se la lleva a los labios". "Parece que habla sola, camina/ deprisa, aún es de noche, casi nadie/ circula por la calle, giro con el coche / a la derecha". "El moño prieto, cabello tirante / ciñendo la cabeza".

La realidad que cautiva a la poeta, es decir, las vibraciones de lo que acontece a su alrededor es lo que va al poema. Lo poético de poema no está tanto en el uso forzoso de la metáfora- que las hay como veremos al final de estos apuntes- como en la "experiencia vital" encerrada en el mismo. Lo que cuenta para García Valdés es la atmósfera de la "obra" que es el poema y no tanto los fuegos artificiales. Obra que puede no estar terminada deliberadamente para que el lector pruebe la miel, mas no toda. Cada poema viene a ser un fragmento de lo cotidiano, cuya gracia está en inmortalizarlo con la palabra y en la palabra poética. Dice la autora: "Considero mi escritura realista, quiero decir literal. El brillo o la fulguración sombría de una metáfora pasan en todo caso por la literalidad". Esto es fundamental para una lectura crítica de la autora.

García Valdés versa la verdad de lo real y va armando un retablo de experiencias que terminan configurando el compendio de su poesía. Dicho con otras palabras, la poeta asume su oficio como el arte de la verdad. Narrar poéticamente lo real, sin falsificarla, es el papel de esta mujer que ha asumido el compromiso de embellecer el mundo con la poesía: "Lo real dice yo siempre en el poema, / miente nunca, así la lógica".

Sorprende positivamente la ausencia de destellos sexistas o de género. Esto, a mi juicio, le da un carácter neutral a su obra y, por consiguiente, un talante que la distingue. Olvido García Valdés está más por el arte de la palabra que por otros motivos ajenos a la literatura.

Al pensar en el quehacer de Olvido García Valdés no puedo menos que pensar, aunque sea sólo de paso, en Blanca Varela, poeta peruana. Las dos construyen una obra que las distingue por la sobriedad y la transparencia. En fin, sería como para hacer una lectura comparada.


Algunos versos que me deleitaron y que no olvidaré:

"Y solo y lejano, el aullido / como un banco de niebla esfumándose".

"El espacio del bosque / es corazón".

"No duele el nacimiento, a pesar / de la ácida luz de algunas horas".

"Lo único / que importa es siempre lo imposible".

"Terminada la juventud / se está a merced del miedo".

"Donde hay agua / hay misterios".

"Las heridas que heredé son mi tesoro".

"Una buena esperanza nodriza de la vejez".

"La dicha no eleva / si no cae / como una lluvia mansa".

"La vida puede ser elástica / si se sabe escuchar, hay que escuchar por dentro".


Algunas imágenes o metáforas literarias pueden, como estrellas fugaces, ser vistas con placer:

"Escuchar la sombra, / como un ovillo, escuchar la sombra".

"La muerte siempre es de frío".

"Siesta del verde, / ahogo de luz húmeda y baja"

"La soledad el rojo bajo el cielo".

"Azul es la dulzura".

"No llega ruido cuando rumia la roca, / la desgarrada luz".

"La flor de la muerte florece una vez".

"Sordas y ciegas, hacen música -una lira, una flauta-".

"Verdor de alegría agria".

"Mal ventilado sabor y la dulzura angosta".


El punto más crítico, a mi juicio, de la escritura realista o literal de Olvido García Valdés, no está tanto en el estilo narrativo ni en los recursos con los que orna su poética, tanto cuanto en cómo entiende ella esa literalidad. La poiesis, tal como la entendían los griegos, es creación, fuerza creativa, propulsada por el Eros como pasión inspiradora. La poiesis no retrata la realidad, la inventa, la recrea. La poiesis da lugar a una nueva realidad, la del poema. Eso por un lado. Por otro lado está la mimesis, que es imitación de la realidad, calcar la realidad sin el dinamismo de la poiesis. La mimesis está muy vinculada a lo real tal como aparece ante la vista, tal como se presenta al poeta. Mimesis y literalidad es, en cualquier caso, lo mismo. Por tanto, si García Valdés se declara abiertamente una escritora de la realidad literal, se concluye, según el pensar de los antiguos griegos, que su escritura es mimética. ¿Quiere decir que la escritura o la poesía mimética no es creación? No negamos eso, afirmamos que es imitación, copia de la realidad. Pero ¿es menos una que otra? La distinción y el sentido de poeisis y mimesis es de suyo la mejor respuesta.



Estos apuntes no pretenden más que dejar constancia de una lectura, de un encuentro con Olvido García Valdés en este año 2008 que concluye. Su poesía viene a poner una parte al retablo de la poesía actual española que podrá gustar o disgustar. Pero de que es un hecho que esta mujer tiene una voz propia lo es. Si no, paso al tiempo.


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