Madrid, 17 de mayo, 2010. "Fausto - me dijo Teodoro Rubio, coordinador de la tertulia "Orillas de Ávila" de la calle Caballero de Gracia, 18 -, te invito a la lectura de poesía que hará el poeta Alfredo Piquer Garzón. Ven -insistió- que va a estar muy interesante". En efecto, el nivel de la tertulia y del invitado era verdaderamente alto. Piquer Garzón es un artista polifacético. Es pintor, profesor en la Facultad de Bellas Artes, grabador y poeta. Concibe el pensamiento como cultura. Para él la poesía es cohesión entre contenido y forma. Ha publicado "Paleografías" en la editorial Vitruvio y está por ver la luz "Mar sobre este altar". Su poesía tiene una resonancia clásica. En ella convergen los mitos y personajes de la antigüedad. El poeta aprovecha el influjo ancestral de los pueblos orientales y de allí alza, como un taumaturgo del verso, vigorosas imágenes y motivos de notable valía artística. Su estilo es solemne, grave, y tiene la vena de los poetas cultos, sabios, simbólicos y de gran profundidad. De lo que no cabe duda es de que estamos ante un artista en el sentido pleno de la palabra, es decir, ante un creador con sentido de la poesía como obra de arte. Su poesía es esculpida con el mismo vigor con el que esculpe un grabado o ribetea el color y la luz de la pintura.
Pude recoger, para ser honesto, mal copiar, en mi agenda versos espigados de su prolífica pluma:
"El tiempo es la certeza", "la neblina oscura de mi sueño", "cuajadas las pupilas de espacios vacíos", "fríos laberintos de insomnios", "carcomidos los dientes por la soledad del desierto", "papeles clandestinos, floreciendo de súbito por las aceras", "la isla fantasmal del extravío", "las sombras que enflaquecen", "antiguo rumor de olas vencidas se escuchan por la tarde", "es un beso todo lo que acontece en las manos", "la lluvia pudre la brizna que hemos sido", "El mar que guarda la memoria en su abismo", "océano de aire calcinado", "arquitectura ensombrecida de la muerte".
Todos estos versos sueltos, la lectura en su contexto, el tono angustioso del poeta y la secreta fuerza de las palabras dichas para el deleite, nos puede dar una pista de que estamos ante un poeta que canta lo humano con una potencia que sobrecoge. El recurso de la tradición egipcia antigua y la magia de las grandes tradiciones míticas dan a la poesía de Alfredo Piquer Garzón un halo de poeta que escribe versos inéditos, es decir, originales. Sin duda, quien lea o escuche a este poeta habrá sentido lo que es la poesía como la han concebido los hijos de Orfeo, esto es, como dictan las musas.
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