martes, 31 de julio de 2007

LA ETERNIDAD QUE ME QUEDA, Dennis Ávila


LA ETERNIDAD QUE ME QUEDA, «Algunos conceptos para entender la ternura», Ed.Sexta Vocal, Tegucigalpa, 2005. El poco usual título en un libro depoesía es, de suyo, una introducción para el lector. Pero,contrariamente a lo que pensemos, el joven poeta Ávila va mucho máslejos.ACT (así vamos a nombrar desde este momento el poemario de Ávilapara efectos brevedad) ha sido concebido con soltura, sin hacerchirriar las palabras con la búsqueda obsecada de la metáfora.Ávila marca, desde un principio, su propio territorio, es decir,anuncia su carta de intenciones. Nos revela lo que él es y lo haceabiertamente: «De aquí para adentro / la casa es mía / tengo luces,sombras / humanidad y lobos… De ahí para adentro / mi casa tambiénes tuya» (Propiedad comunitaria).Las diferencias y a veces la incompatibilidad de caracteres, formanparte de la convivencia humana. Es frecuente convivir en un mismoterritorio, aunque nos cueste tener que aceptarlo, teniendo querespirar el mismo aire con otros: «Nunca te vi llorar en los brazosde mi madre. // Pero habitamos, somos / los pies sobre la tierra ylas alas sobre el vuelo». (Ingreso al planeta).El lenguaje común, el de todos los días, es manejado por Ávila con fluidez y rítmica musicalidad: «A lo lejos de tu casa está el campo / la obstinada precisión de los ríos / con sus paladas de agua dulce / remando en ellos mismos / tragándose, golpeando todas las piedras: / ríos con los ojos puestos en el mar: / el destino salino de las cosas» (Exploración de sitio).La memoria es un cúmulo de experiencias vividas. La mirada es partefundamental en el registro de los recuerdos. Para llegar a lafelicidad es necesario romper las barreras: «Si vences la oscuridadque accidentó al sol»; «para llegar a tiempo y espacio a laesperanza» (Ternura).La esperanza es una actitud de confianza en el devenir, por lejanoque esté y por árido que sea el momento presente que vivimos. Sólollegan lejos los que han sabido palpar y valorar lo inmediato,quienes toman en cuenta todo aquello que les afecta: «Y si no puedesllegar lejos / sencillamente / nunca has estado cerca» (ídem).La ciudad, ámbito asfixiante, rutinario y de estrés, sofoca, nopocas veces, al hombre de la era de las comunicaciones. El poeta,como un albatros, se sitúa por encima de la bazofia temporal en unanegación del absurdo y de la náusea cotidiana: «Aparta de mí estosojos en peligro de expansión / úneme a la tierra, algún día me cansédel mar / y de mi azar intemporal en la memoria / de un albatrosurbano… // Yo tampoco he querido vivir tanta basura, ave negra»(Zopilote).Ávila contrapone con frecuencia el sentido común del manejo de lapalabra, lo acabamos de ver: "estos ojos en peligro de expansión".Pero lo vamos a ver en el siguiente poema, utilizado muyincisivamente para desenmascarar, con ironía refinada y lucidezreflexiva, a quienes no toman parte de los problemassociales: «Lluevo mi nube. / Tú llueves la tuya. Vos. / Él llueveporque Ella llueve, suponiendo / que Nosotros, atormentados,relampagueamos / oriundos del mismo cielo / praxis de vientosperdidos / en contribución al incendio. / Vosotros, es decir,Ustedes / si les pasa el secuestro de un sueño / el asalto de uncorazón / o si acribillan a un bus / más inocente que el polvo /sólo así, llovéis. / Ellos, siempre en serio, provocan la lluvia»(Con jugar en serio).Llegar a anciano sin haber hecho el bien, sin dejar las huellasintachables, propia de los seres humanos que piensan, más que en símismos, en los otros, es verdaderamente desolador. La conciencia seconvierte así en el peor juez: «Llegaste a viejo / y ese día dejastesalir a los niños / por una puerta enloquecida / y no lavaste losplatos devorados… / y la memoria daltónica / de los abuelosculpables» (Deuda interna).El ritmo interno resulta particularmente interesante en los dosprimeros tramos del poemario. El interés aumenta en la medida en queel autor toca las vivencias o experiencias personales y las haceresonar en su versos: «Acepto tus escombros cuando vengas / aceptoarrodillar mi lengua ante tus ruinas… / Yo soy el que te regresa lassandalias / cuando las calles se descalzan en tus pies» (Hijapródiga).Ávila busca experimentar con la palabra, desafía su imaginación y,en ese atizar su conciencia creadora, menudea la imagen conchispeante claridad: «Me arde el cielo / duele la calma sin mirostro… / Queda presa la cárcel» (Primera piedra).Pasado el turbio "palabrerío" el poeta vuelve recuperar, en el tramofinal del poemario, (Últimos exilios) el tono sereno con que empezóy guía al lector a otras esferas: «Un dolor de pájaros inquietos /un profundo verde sin latir de hojas / una palabra de viento» (Egolatía).La vida contemporánea, sujeta a la tecnología, desarticula la pazinterior, la cual no es posible si no hay un oasis para lamisma: «donde nadie reclama las percha de tu ropa herida» (Paz).La temporalidad, que devora todo, incluso a uno mismo, asalta alpoeta, mas algo hay que no declina, que perdura y nos lanza hacia elmañana: «Sin duda alguna soy como yo en el futuro, / sólo quetodavía me sirven los ojos para leer, para / llorar. De modo que estuya la eternidad que me queda» (El ser querido).El poeta se sirve de la poesía para perpetuar su estancia en latierra, para sazonar la existencia y darle sentido con la convicciónde que en el poema se constata el nacimiento de algo ligado a labelleza y al misterio: «es un poema el que te gesta / la sensaciónde que algo tuyo nace» (Hombre de poemas tomar).Juicio crítico: La poesía de Ávila apunta a la madurez y hay en susversos improntas atractivas que presagia a un creador con sellopropio: «En lo corto de mi historia / he sido serenamenteolvidable»; «La llegada en gran parte / llegó con vos» (Horizonte).Dennis Ávila pertenece a la generación de poetas hondureños que,bajo mi criterio, orbitan en la Poesía de la Experiencia. Esto sesustenta en el hecho de que su poesía es urbana y evoca la vidacotidiana con todas sus luces y sombras. En consecuencia, ACT secircunscribe en la Poesía de la Experiencia. Esto es, en una formade poetizar la vida cotidiana tal como es, sin mutarla con lapalabra, más que lo necesario para retener sus momentos,ejemplos: «El amor inicia y no imagina / que dos lunes lo vuelvencotidiano / se ensalza con nuestro tiempo y nuestras calles / yrecuerda desde luego el primer beso / para entonces ya es muy tardedetenerlo / para el caso / siendo un huésped se atrevió a usarnuestro escalofrío / a la hora de las maletas y los viajes»; «Cartapública para dennis / su despacho / podría decirse su casa / yviceversa / compañero: / usted sabe que puede contar con la vida /mientras tanto cuente con el recuerdo» (Palabrerío).El poema "Tegucigalpa" es, acaso, el más evidente ejemplo de lo queafirmamos arriba, es decir, de la Poesía de la Experiencia: «Abro lapuerta. Miro la calle. Miro hombres, perros, gatos / todosimaginarios circulando / pasos según sea el dolor / pasos según seael tiempo. / Miro a los gatos, ya no es tanto el odio: paz a losperros de buena voluntad. // Transcurre el día y llega la tarde rotade calor».Ávila habla de sus vivencias, de emociones como una manera deasentarse en el mundo y en su tierra. ACT es un intento de serescuchado, oído en su tiempo, en su época. Expone su propia palabra,su particular forma de concebir la poesía. Ha hablado el poeta y haentrado en diálogo con nosotros y con el mundo. Eso es, de suyo,valioso.Hay en ACT rémoras de palabras y frases que eclipsan la bellezaperseguida por el autor, ejemplos: "Agua que sí he de beber"; "Estaes la guerra que tiene a la paz" (p. 28); "que te ausentaras de laausencia" (p.37); "auséntate de la ausencia" (p. 40).Queda pendiente el reto de dar el paso de la palabra que "nombra" ala palabra que "revela" por la imagen poética la "esencia" de lascosas. Falta dar más, arriesgarlo todo hasta oír a los dioses paraapresar sus revelaciones como Hörderlin. La poesía es másque "palabrerío", la poesía, lo digo con Martín Heidegger, "soportala historia". En este sentido, el poeta tiene la misión de caminarhacia una poesía que rescate e instaure lo permanente.San Pedro Sula, 26 de mayo, 2005.Fausto Leonardo Henríquez

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