martes, 31 de julio de 2007

BORDEANDO LA COSTA, Guillermo Ánderson


Bordeando la Costa, Centro Editorial, 2002, San Pedro Sula, es el libro del cantautor Guillermo Ánderson. La he leído como acostumbro hacerlo cuando me dispongo a leer un libro. Como resultado de mi afición a la lectura les hago saber mis impresiones y mi valoración crítica.

1. La infancia en la orilla de la mar. Guillermo Ánderson debió llamar su libro: “Biografía de un niño del mar”. El libro narra la experiencia de un niño cuya infancia transcurre en contacto directo con el mar, sus olas, sus espumas, encantos y misterios. En este sentido, la infancia marina de Ánderson, que está llena de sorpresas y alguna que otra bellaquería graciosa, es el símbolo de los niños costeños de la ciudad ceibeña del norte de Honduras. En este mismo tenor, Ánderson salva momentos de su niñez y de la de otros, convirtiéndose en un testigo de su generación. Por ejemplo, rescata leyendas, juegos y momentos llenos de ternura que despiertan en el lector aquellas libélulas luminosas de la propia infancia.

2. El paisaje costeño. Ánderson lubrica su libro con la impronta paisajística de su tierra. Así, por ejemplo, habla de los atardeceres, de las aves costeras que anidan en los grandes árboles (ceibas) de quienes habla con verdadero encanto poético: “Tu raíz / es mano hundida / en el húmedo y oscuro / corazón de la tierra”. Son referencias constantes el mar, la costa, la montaña, la noche, la luna, y las distintas especies de animales acuáticos.


3. El gusto por la música y los ritmos. No olvidemos que quien escribe Bordeando la Costa es un músico, un joven cantautor sazonado por la sal del mar y sus brisas. El niño que sigue siendo aprendió los ritmos de raza negra o garífuna. Asimiló de los bailes de pueblos el gusto por la música y del mar la cadencia de sus melodías.

4. El mito o leyenda que convierte en realidad. Otro factor, tal vez el más literario, es el que aparece en los relatos Canoa de Ceibón, la Avispa y la Tarántula, Miedos que me hace la Ondina y la Poza de la Sirena. En estos textos es donde mejor se aprecia la capacidad de fabular la propia experiencia o la experiencia de otros. A mi criterios son los pasajes que reúnen un intento, no sé si tácito, de poner en juego la imaginación con creatividad. Al hablar de todo esto no puedo menos que recordar a uno de los mejores fabulistas para niños, a saber, el hondureño Rubén Berríos.

5. Juicio crítico. Bordeando la Costa se enmarca más en lo biográfico del autor que en otro género literirio. No es un libro de leyendas y mitos, sino un libro que recoge las vivencias de la infancia de su autor con gracia y espontaneidad. Hay momentos líricos y narraciones, no muchas, (ver punto 4) que adquieren gracia literaria. Hay una mezcla de lo popular y lo culto que hacen de este libro una pieza para entender las costumbres y lugares de la costa norte de Honduras.

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Localización tierra natal, República Dominicana