martes, 31 de julio de 2007

DE LAS COSAS QUE RECUERDO, John Connoly


He asumido el compromiso personal de emitir algún tipo de opinión acerca de las obras literaria de autores hondureños, con especial énfasis, en el campo de la poesía. El único fin perseguido no es sino divulgar la creación de quienes, independientemente del alcance de su obra, publican valientemente sus producciones.
Recientemente leí la obra poética de John Connolly, (La Lima, 1951), “De las cosas que recuerdo”, publicada por la editorial “Ramón Amaya Amador”, Progreso, Honduras, 1994. Hace unos días, como se ve, sin embargo, siempre es interesante retomar obras sazonadas por los años.
En “De las cosas que recuerdo” hay unas claras connotaciones de la poesía social, un evidente eco de los poetas del pueblo como Roberto Sosa, Pablo Neruda y Miguel Hernández, independientemente de si los ha leído a fondo o no Connolly.
La poesía de Connolly, como toda la poesía social, expresa la angustia de un pueblo asediado por la injusticia. Desde este punto de vista, estamos ante un libro de poesía que, amén de lo que se ha escrito de poesía social, apenas introduce elementos nuevos al género.
Naturalmente, la cosmovisión del poeta es intransferible y escribe, justamente, desde este atalaya: “Hoy que a mis hijos nocturnos / les falta la armonía de otras noches”. O bien: “Esta mañana un niño / volcó sobre mis ojos / mil pájaros de un golpe”.
Nuestro poeta sabe del dolor, sí, de exilio, de la esperanza que se construye, de la libertad que se consigue derribando las puertas que nos aprisionan: “Cuando cierre la puerta / se marcharán conmigo / todos los árboles del patio”.
Late en Connolly, como en los poetas grandes de la poesía comprometida, la utopía que puede hacerse realidad. Digámoslo con otras palabras, hay en él la certeza de que el mañana, el futuro está preñado de esperanza, que “no basta / con reducir en el agua las razones” y de que es posible “devolver al hombre / la esperanza de niño”. De ahí su “sindical sonrisa” y la “sombra de Lenin”.
En suma, nuestro poeta social es un hombre de luchas, consciente de que es posible encontrar un oasis de amor que redima tanta nausea social: “El canto en el amor / se vuelve transparente”.
El poeta es un hombre sensible y sincero: “Nada será más útil / más humano, / que conservar la fe / bajo esa vieja costumbre de redimir la vida”.

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Localización tierra natal, República Dominicana