viernes, 1 de mayo de 2009

TULIO CORDERO, poeta interiorista.

Tulio Cordero, San Juan de la Maguana, República Dominicana, 1955. La experiencia humana, espiritual, contemplativa, se conjuga en toda la obra poética de Cordero, quien extrae la sustancia de las cosas pequeñas y nos hace pensar que hay un sentido profundo en ellas que debemos descubrir.

Es cuestión de disponernos a hallar la música callada de las cosas, de la vida y de los acontecimientos cotidianos. El alma abierta al misterio, oirá con pasión los efluvios divinos que la seducen en todos los rincones en donde habita. La lírica de Cordero es mística. Su aporte fundamental al Interiorismo está justamente en esa línea.


Certeza

Esteremos contentos
cuando estos días acaben,
cuando estas sombras mueran
y mueran esos ojos
que acechan
y sofocan
nuestros sueños.
Tú estarás a mi lado
y no te temeré.
Tú me abrirás tus puertas
y yo
te daré mi pan.
Y, a fuerza de martirio,
abriremos, nueva,
la senda.
Y el día, pleno,
amanecerá verde de luz.
Y a otros
daremos
nuestra paz.



En tu jardín

A la hora de la brisa
llegué
a tu jardín tranquilo.
Los pesares del día
se me tornaron regalo,
y hablé contigo.

Yo no oía tus palabras.
Tú no oías mis quejidos.

Y en tu silencio,
y en el mío,
Tú me hiciste amor
y
yo
olvido.



Para caminar

Cuando se ha emprendido el vuelo
hacia el sueño infinito
hecho proeza
en cada martirizado instante.
Cuando se ha trocado el olor,
el calor y el dolor de la flor
en la soledad ardiente del desierto.
Y cuando
se ha conjugado
en un mismo motivo
la nocturna Sinfonía
del Universo hecho Ciudad
y la historia del día que se reniega…
Entonces,
entonces es mejor seguir.
Querer regresar
es convertir en sueño
lo que aún no se ha vivido.



Tu equipaje

Ponte en pie
y anda,
que atardece a cada instante.
No olvides:
mantén encendida
la luz de tu candil
y dialoga con el sentido
a cada fragmento de tiempo.
Apetece sólo el agua de la Fuente.

Que cuando el día asome
pueda beber de tu luz.



Pródigo

Es porque a veces te olvido
que me sabe a vacío
el instante.
Me palpo polvo
sin el hálito preciso:
bestia feroz o gorrión frágil.
Carencia envilecida
o nada galopante.

Y Tú,
te haces el que no ve
ni nada sabe.
Y yo,
volviendo a estrellarme
en tu semblante riente,
me veo como Tú eres.
Y vuelvo a ser
el lirio
que se abre.



Amigos

Hace ya tanto tiempo
que frecuentas mi pórtico
cuando yo menos lo espero.
Has tornado la duración
que me arropa
en un ritual
hecho para tus pasos.
Ya es hora de que
te deje pasar y
tienda sobre la mesa
el viejo mantel blanco.
(Espera. Voy adentro.
Regreso en un instante).
Dos sillas en el patio,
al amparo de la acacia
nos aguardan.



Búmeran

“Es que quiero de ti tu mejor tú”
(Pedro Salinas).

Tesis
Soy tan débil
como una espina.
Y más débil aún
que la libélula dormida
en el ámbar milenario.

Proposición
Rompe esta solidez aparente
y te verás en el espejo
de la luz que me arrojas.

Hipótesis definitiva
Lo que amas en mí
es todo aquello que eres
que ocultas
justo porque
insistes en mirarme.



Oferta

No te asusten
las rejas
de cristal
de esta lluvia importuna
y considera mi oferta
¿te sirve de algo
mi corazón cansado?
Corre
vulnera esas rejas
y ¡róbalo
a prisa!



Ensaye a tocar fondo

A veces piensa usted
-merced a la claridad
que alude a la retina-
que no es hondo
el ojo de agua que
fascina en su sosiego.
Pero arrime usted el tacto
y verá con qué sorna
ríen las piedrecicas
abismadas al trasluz.
No se vaya a engañar usted
por la simpleza
y ensaye a tocar fondo
Inténtelo. Al menos
una vez.



Silogismo infantil

El mar es enorme.
El caracol, pequeño.
Mas
en el laberinto del caracol
está
toda la sinfonía del mar inmenso.

Yo, que te contemplo,
soy sólo el caracol
de tus misterios.



Camino a la capilla en campoadentro

Yo no sé de qué penas
florece este camino
eco hondo
de tranquilas pupilas
y uñas delgadas
manos enredadas
hasta el peñasco del recodo
y pies de lodazales
y “¡hola! ¿qué hay?”
De esta parte del muro
el calor es otro
el canto uno
de lo que podría fulgir
en el anuncio de
Tu Siempre ahora
que nos hace desandar
estas veredas
mirándonos joviales
no obstante estos chubascos
Y somos aquella florecilla
que aún no se ha tocado
ese oculto manantial
aún no removido.



Búscame

Búscame Tú
como tus ojos de rocío.
Llámate Tú
con tu voz de paloma.
Sosténme Tú con tus manos de espigas.
Y ríeme
con tus dientes de lirio.
Mírame y cuídame Tú
que conoces ya todos los olvidos.
Búscame
Tú que sabes de memoria las puertas
(las has tocado todas)
Y ámame
con tu centro zaherido,
saltamontes de hiel,
de miel
y trigo.



Imagen crepuscular

Un nenúfar que se abre
en el fondo
muy hondo.

Que se cierra
y se abre
en aguas
de un limpio
pozo

Un nenúfar muy quedo
que se abre
y se cierra
en el fondo muy otro

En Tu fondo
el silencio

En mi fondo
tu fuego

(Y el nenúfar
risueño)



Esta sed

Si es cierto
que en este manantial
has de venir a encontrarme
entonces
date prisa

Cántaro no tengo
y me dan miedos
estos montes inhóspitos
y estas bestias hambrientas

Tú sabes que yo sé
de muchos pozos
pero ignoraba el tuyo

Ven
Que mis manos se abrasan
y esta sed se hace honda.

Esta sed no se calma.

Querría ser junco

-¿Es cierto que al Junco
le llega el agua al corazón?

-(Silencio).

-Siempre húmedo y fresco,
su corazón sería
como luz que permanece.

-Sólo el corazón siente la sed.
A nada obliga el poseer algo.
Sólo el ser poseído
es cosa formidable.

-¿Y si se ausenta por un instante
la llama?

-Él sabe los secretos del viento.
Él es el arúspice fiel
de la noche y sus misterios.
No podría ser desleal ni cambiadizo.

-Entonces, ¿es el Junco poseído?

-No lo sé.

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Bibliografía activa: Latido cierto (1986); Si el alba se tardara (1989); La sed del junco (1999). Poesía junta (1999), Colección Fin de Siglo, Consejo Presidencial de Cultura, República Dominicana.

Bibliografía pasiva: Carmen Pérez Valerio: Hacia una poética del ser. Epílogo a la Colección Fin de Siglo, R. D, 1999. José Alcántara Almánzar: A propósito de “Si el alba se tardara, las pulsaciones del amor”. (Epílogo, ídem); Iván García: Prólogo a la primera edición de “Si el alba se tardara” (Epílogo, ídem); Ida Hernández Caamaño: Prólogo a la primera edición de La sed del junco. (Epílogo, ídem). Bruno Rosario Candelier: Bruno Rosario Candelier: El Movimiento Interiorista. Ateneo Insular, R. D., 1995. B. R. Candelier: El Interiorismo. Ateneo Insular, R. D., 2001. B. R. Candelier: La búsqueda de lo absoluto. Ateneo Insular, R. D., 1997. B. R. Candelier: El Ideal Interior. Ateneo Insular, R. D., 2005.


Bibliografía Internet
http://www.provincias.com.do/ecoturismo/tulio.htm
http://www.rincondominicano.com/provincias/sanjuan/tuliocordero.php

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