domingo, 3 de mayo de 2009

ÓSCAR DE LEÓN SILVERIO, poeta interiorista.

Óscar De León Silverio, Santiago de los Caballeros, República Dominicana, 1953. Hay personas dotadas para comunicar emociones poéticas interiores de gran calado. Esto, precisamente, es palpable en la creación de Óscar de León.


La búsqueda de lo absoluto, de Dios, es el filón principal de la poesía de nuestro aeda. Apunta a lo metafísico con profundidad y donaire. Poesía sincera, apasionada y escudriñante. De León Silverio hilvana su pensamiento con imágenes que apresan sus más agudas intuiciones trascendentes, su “nostalgia de lo eterno”.



En la hondura del cosmos


Allí tengo mi rostro

el rostro verdadero

en la hondura del Cosmos

en lo alto del tiempo

más allá del rumor posible

de las cosas

de la lluvia sin voz

de la noche sin sombra

donde el cielo pesa

lo que pueden mis hombros

y la luz se piensa

en los remotos espejos


II


Allí tengo mis ojos de extraño lamento

y cada pájaro nace en mis manos desiertas

es un lugar profundo de sigilosas brumas

donde el eco devora los fueros del tiempo


III


Si lejos del mundo mi voz se rinde

por qué la noche procura mi aliento

suprimo el eco azul de mi llanto

ya no es hora de volver al grito

ni al sollozo impío de las cosas que arden

vivo en el ocaso de viejos abandonos

si aún quedan hábitos en mi rostro muerto



Soy de un latir


Soy de un latir

donde Dios ebrio de sí mismo

anula el balbucir de las espumas

puede libar mis huesos

hechos de polvo y extravío

quiebra y respira la absolutez

de los cuerpos

allí el agua en su quietud

me piensa

la noche se ahoga en mi garganta

y canto, canto…

¡Oh piedras nirvánicas!

¡Oh concreción de la flor

que mora en lo insondable!

¿No es tu oro ese crepúsculo

que hacia otro estadio avanza?

Allí no hay vértigos

ni abandonos

ni huellas

ni luz que impugna las pupilas

del ciego

allá en lo eterno

una luz ciega otra luz adversa

¡Oh a qué éxtasis huele

el esqueleto del tiempo!

Soy huésped de la lluvia

el eco profundo de un diluvio

por qué lloran mariposas

en trance de existir

qué ritmo avariento en el vacío

las cubre de nostalgia

en qué otro milenario desanidan

hasta capear las distancias

como rosa que sospecha su aliento

en el alba

las mariposas derraman sus alas

en el vacío.

Dispuesto la expoliadora

revancha de los Dioses

cortejo su presencia

caigo en el ultraje de furentes ríos

su estilo de luz intransigente

¡Oh! quién decreta las sombras del abismo

el vesánico torrente de la muerte

aquella inapetencia del mar

por proscribir la cólera celeste

y mi tumba siempre abierta…



Estuario del ser


Me vi ascender sobre los viejos techos

las brumas prorrogaron puertas ya remotas

crucé los puentes inexactos de los días

velándome la frente.

¿Qué alegría musitarán las piedras

en su lívida quietud?

Como el árbol crecido sobre piedras

a destiempo me abandona el corazón

buscando el estuario del ser

escucho las plegarias del reloj

una voz irreprimible

una extraña canción que hace la mar

una ola con temor de volver

un miedo que perenniza su latir

es todo lo mío

mas hoy pregunto:

¿Dónde está la vendimia,

el adviento del ayer,

que anula su memoria?

¿Dónde las cosas

que el relámpago espía?

Chorrito de luz casi ofendido.



Aquel silencio


¿Será tu voz, oh Dios mío,

aquel silencio

que rutila en el abismo?

El primer oficio del polvo

fue crear el hombre

Dios sen todas partes

permanece extraviado habitándonos

desde entonces ¡oh huella!

¿Eres tú el alma del polvo?



Arribo a los nimbos del espacio


Aquella eternidad tan pura del vacío

prejuzga lo infinito

el mar enrabia los cuerpos

en sí mismo palpita

ahora que en mi pecho

instigo algo triste

desdeño el abandono de la noche

el alma de la sombra

impele la memoria

Vivir es el hecho mínimo del tiempo

la sangre explora cuantas rutas

lirifican la nostalgia de lo eterno

¡Oh nubes perentorias del destino!

Como pájaros estrechos de conciencia

como breve nadería del ser

Como canto averiado en lo infinito

donde un Dios medita el rostro

que tendré en el abismo

renuncio a la hondura ya viril

arribo a los nimbos del espacio

donde al árbol le duele soñar

y despierto coincide con mis sueños



Nostalgia de lo eterno


Y fui la inextensa bruma de la noche

y el latir hacia otro corazón disperso

que tras las pupilas infinitas del tiempo

quiso en el velamen de la flor naciendo

conjurar el reposo de las olas dormidas.

Qué hombre a la deriva

vislumbra el corredizo hacia el abismo

por emboscar el sueño.

Soy Heráclito

el del abrupto río transido

cubriendo laberintos

recaladas mágicas de turbísimos espejos

desbendicen la sangre con su imagen

caigo en el lampo de mi otro ser portento

y mido lo intangible

En su quietud el cadáver procura otras distancias.

Límites aviesos en la memoria del pájaro

conjuran sus vigilias

otra voz precipita la redención

ese rumor triste que exploró el olvido

como latir bastante de las águilas

quiebra la nostalgia de lo eterno

y el incienso presuroso de Dios invoca al ángel

la greda efímera que mora en lo insondable

y huye hacia la furia que en cada rostro avanza.

Quién palpándose inmortal

dentro de mí

fura de otros ayeres

pudo latir y desmemorizarse

en la inútil flora celestial

donde hojece el árbol de lo extinto.

Qué voz sin nombre

qué mares en reposo de líquidos espejos

embisten el rostro

en su espesura

y el invisible temblor de un corazón oculto

en las pupilas de lo infinito

donde os invoco un Dios sin instinto

cuando estoy sin presencia,

El polvo se embriaga de los cuerpos

y gime en la nostalgia

emerjo en círculos increados

derramando mis ojos en el olvido.

Allí toda la Nada me alcanza inconcluso

y pienso, pienso.

En qué espejo impalpable

podrán las dimensiones

verse tristes.

Ahora que vuelvo sobre mí

cae la nostalgia de lo eterno.

Y fui el lecho de un río muriente

que testó sus piedras al vacío

y a los páramos indormidos en silencio

legó el sollozo del rocío.

Que nada quede sin ser velamen

desdén o abismo.



Huésped de la nada


En esta comarca

huésped de la Nada

mis últimos destellos

Este aguijón divino

Estas ruindades del tiempo

divinizan la materia un instante

puedo decir que no es de barro

la creación del cuerpo

y que toda muerte seduce

en la ruptura

mi dolo no tiene huerto

en el cenit

n tiene rumbo la herida

que transita

por invivir sin Dios,

vacía la copa,

lento el rostro para el amor

el único espejo que me queda

es este anochecer sin sombra

que se pierde en mi interior

sueño trascender la gota que me ahoga

en este Mar de quejas que implora lo inmortal



En la absolutez del reino


Busco en las pupilas correntosa del tiempo

la semblanza del recuerdo

Mi destino no tiene color

Malogro el sigilo del clavel

Y tiemblo en el reducto de la noche

Soy en el cuerpo

la humilde posesión de un lampo misterioso

Por mí esperan la azucena y el polvo

la púrpura infiel de mi sepulcro

Cansado del arrecife absurdo

busco de la vida la ribera incruenta

pero el límite impreso en el rielo celeste

niega mis desvelos en el cenit

Y todo queda sin nombre

en la absolutez del Reino.



Para mi última pesquisa


Dame Dios un horizonte para el grito

quiero que me arrastre hacia los otros puertos

para mi última pesquisa

En mi viaje no hay nada fraudulento

Ven, rapta mis desvelos

Bandera de la existencia

Mi llaga también tiene remembranza

proscribe el desconsuelo de la muerte

Dios, Tú que eres la lluvia, diatriba de los techos

El ampo del misterio y del miedo

donde el hombre apaga los silencios

Tiéndeme el hallazgo que trasvasa

el ritmo de la mujer sin torrentes

Ya a mi ave no le basta su delirio de árbol

ni la alborada del tiempo

Dime por qué la rosa siempre muere adolescente

si al Mar le bastan sus conjuros de espumas

y el exceso que produce la trama del viento

Dime si tiene estirpe la voz que dejo

y quién diluvia el amor en las alturas

El llanto corona la vida de ruegos

y voy quedando impotente

La paz nada trasluce cuando estamos muertos

y en la tumba nada prevalece

cuando a la tierra le saldamos con los huesos.


Bibliografía activa: Por las rutas del dolor, Stgo., R. D., 1990; Nostalgia de lo eterno, Ateneo Insular, 1996, R. D; Huésped de la nada, 1996 (inédito).

Bibliografía pasiva: Bruno Rosario Candelir: Óscar de León Silverio y la creación poética, 1995. Nicole Dalton (Oregón): Óscar de León Silverio, la personificación de fuerzas invisibles. Francisco Matos Paoli: El ojo que ultraja la imagen que mira. (Prólogo a Nostalgia de lo eterno). Bruno Rosario Candelier: El Movimiento Interiorista. Ateneo Insular, R. D., 1995. B. R. Candelier: El Interiorismo. Ateneo Insular, R. D., 2001. B. R. Candelier: El Ideal Interior. Ateneo Insular, R. D., 2005.

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