viernes, 24 de abril de 2009

PEDRO JOSÉ GRIS, poeta interiorista.

Pedro José Gris, Santiago de los Caballeros, República Dominicana, 1958. Poeta que ha impreso carácter al Interiorismo, tanto con su obra como con su pensamiento. Varios son los rasgos de la creación poética de Gris, a saber: la angustia metafísica, que se vierte en imágenes y símbolos que “revelan verdades profundas” y trascendentes; la sensualidad de los cuerpos, que le sirve de refugio a aquellas ansias del alma insatisfecha.


Y la búsqueda de la belleza, que se consigue a través de los “saltos” de la vida que se dan por “acumulación”. Poesía de genio, intuición y verdad. Gris es interiorista por antonomasia, maestro e ideólogo de la Poética Interior.







Oda al Padre


El de los cabellos azules
(Nelson vivió lo que escribo en el agua)

Del vaho de la tierra palpitante de noche
asciende vaporoso jugo letal
de angustia
y turba mi cabeza,
en su origen de sangre primigenia,
esa extensión inmensa de sangre y de criaturas
subterráneas. ..
El gris, acerado sentimiento, me obliga
a entrar al agua
a refrescar un poco la existencia
En un baño de espadas disueltas
en luna líquida y en agua
he empezado a nacer de nuevo
desnudo en la sal, en la consumación de la blancura
La vida se vierte, meditabunda, se pierde
se perfuma
se embriaga...
la noche es un aroma de muy viejos rosales
y un viento muy sabio de adolescentes labios
que besan, que besan
que besan...
La tarde, simplemente, se hace olvido...

El Mar, el Mar, el Padre de estos seres,
impasible y agónico enciende misterioso
sucesivos alborozo de silencio...
Nada... más que vivir
la vida se presiente...
La tarde
lentamente...
nos suma a su memoria
es decir, a su luz, a su música, a sus rosas...
¡Y más allá del Tiempo, de la sucesión misteriosa,
del oleaje,
la eternidad resplandece en su hondura intangible
¡Hacia ti convergen la mediatez del Tiempo,
la agonía del agua, el soplo de la luz
en la Nada Perfecta
más allá de la Forma y de la Belleza!
¡Epifanía pura de cristales de instantes!
¡Marejada del Uno mágico y derramado
en cristales eternos!
¡Oleaje esencial sin distancia, sin Tiempo!
Oh Mar, oh Padre de los siglos,
Padre de estos seres vibrantes
que ahora toco en mi dispersión,
en su fluir viviente,
en su latir cósmico.
Oh Mar, oh Padre mío desde la noche; desde la sal,
desde la consumación de la blancura!
Oh dicha de este hijo en tus noches extrañas
donde se escuchan vuelos, donde el Padre medita
el abismo que acecha a todo hombre...
y desde su meditación se elevan truenos.
Oh Padre, sosegad a la noche hasta hacerla
imagen del pasado.
Oh Padre, sosegad esta visión de sangre que me abruma;
abre tu inmensidad,
mira sangrar mi cuerpo
herido en tu dolor, en tu belleza
ahogado en tu clarísima tristeza...
Oh vasta tumba azul donde los siglos
mueren.



Oda a una piedra


Será el agua dura, el rocío intangible:

esta piedra

En la fragancia herida de este río

de aguas intocables

maduras el tiempo, el tiempo! su dureza:

materia fría, espuma detenida, silencio del planeta

Y sobre ti el río, con música y con muerte

el río, espantosa metáfora del tiempo

Antes que el hombre era la piedra

El Mar de la Sangre bañó esta piedra

Los colores desgarrantes de los primeros ocasos

hirieron hondamente tu agonía cerrada

Oh Piedra que no tienes en tu abismo memoria

Oh piedra de retorno y soledad

Piedra luz

luna y piedra!

El río, el río incesante te arranca del insomnio

esquirlas de sueños y pastores dormidos

en los ojos de ovejas, de duras ovejas

del pasado

Oh piedra sumergida en la angustia azul

del universo

Vuelves incesantemente como el mar y la vida

como una divinidad del recuerdo.

En ti las criaturas perpetuaron su sangre



Oda a una nube


Templo que el agua levantó dichosa

al dios que la noche, solitario, pasa

hacia el bosque umbrío donde el verde

es sombra

donde se hace inmensa la luna y el alma

Templo de frescura, savia de los campos,

hacia ti, borracho de amor y ausencia

alzo mi esperanza, mi vida disuelta, mi existencia

Arrebolada ternura, catedral de blancura: cuerpo

Vientre estremecido del rocío, espuma de los vientos: cuerpo

Lenta ola hacia un Mar perdido

Espejo de sangre del ocaso.

Río de los sueños abogando tigres y amadas miradas

en su noche verde

¡Oh río, oh templo donde bisojos de agua

beben lo que olvidan!


(Film)

Equus


I

Hay un Mar…

Hay un Mar del que estoy enamorado

Donde los dioses se bañaron

antes de morir


II


Un planeta de esperma fresco y viviente

una cabellera de leche amanta las islas

Ese es el origen de Equus y un bello

un refulgente dios lo ahoga en su propia espuma

en su marea lunar, donde la luna derrama

su metal y sus abismos


III


¿Quién quién

cayó en ti ebrio de profundidad o desnudez

mago, mágica, sobre los metales verdes del abismo

sustancia, hondura de las aguas?


IV


Equus no tuvo principio: brotó en la desnudez

desgarrada de un hombre

-Hay un Mar que yo amo donde los dioses mueren-

Y el hombre buscó la espuma para adorar su cuerpo:

penetraba penetraba

en delirio inmenso de pasión y de vida

el Mar donde los dioses se ahogaron desnudos

en sangre y en espuma


V


Oh cósmico Erotismo en tibia noche

del universo tibio

-Hay un Mar que yo amo donde un dios adolescente

que no quiso morir

me ahonda entre sus brazos eróticos y frescos-

eyaculó la vida su semen como un templo de amor

sobre las islas


VI


EQUUS cuero de fuego que vomita la tierra

en marejadas blancas

EQUUS ídolo del Mar de bellos dioses muertos

templo de vida, sepultura de hombres

olvido de los tiempos

EQUUS Cementerio de dioses

espuma de los siglos



El mar


1


El Mar besa una meta que no alcanza

después de la plenitud toca el vacío

se hace amor

baña horizontes de llanto

sobre su piel la catedral depone

El Mar

el Mar

el Mar mentido


2


Eco del cielo: Silencio

¿Por qué silencio en templos

de blancura?

Bajo la bóveda nada permanece

y el Mar depone su piel sobre la arena


3


Un Ulises de sangre se aventura

atado a tu canto

Y otra bestia de polvo



Los salmos de la vida


I


Toda la dicha que llorando

apagamos

la colocamos en el corazón de lo que nace.

La mujer se iba por la luz

tranquila sin última resolución

volvió para que el hombre cosechara.

El niño es el hijo del Padre.

Presiente el horror de no ser su eternidad

cotidianamente sabemos que vivimos

paralelamente la vida vive para vivir

en las calles y en las cosas somos dos:

el sobreviviente y la vida programada

para ser siendo.


II


La hembra “da al luz” de sí

ramo de conciencia

ventana de paisaje

Dibujo, paisaje, réplica:

La tripulación del amor hacia la tierra.

la sombra como fuego, el elemento

la atareada muchedumbre de la estirpe.

Las luminosas huellas, los vestigios

el viento de los apegos

el agua fundamentada

el hoyo de los vuelos

el orgasmo como parapeto

contra la salvedad que haría inútil

tantas repeticiones de nosotros mismos.


III


La hembra “alumbra” a la hembra

hija de la madre.

Amor a la tierra, a la carne

pasión de vidas, de dioses.

Las flechas apuntan hacia ventanas

brotan árboles y jugosas fincas

en los vacíos se agrietan las aguas de tan noches.

Sin imagen de dicha

aparecen las presencias que por anhelo se presentan.

Las dichas que irrumpen son intraducibles.

No son dichas además

Ni son recuerdos ni éxtasis, ni menor pavor.


IV


El éxtasis hacia adentro, sin la leche.

La iluminación sin dicha, con certezas.

La verdad de hierro. Destino de animales.

El llanto improductivo, sin silencio

Silencio que no cierra ni abre.

La falsificación de lo vivido en canto

vigilia en suceso.

Habitación estrecha, sin exteriores.

Caja de roble: transmutación de arboleda.

Estremecimiento de conciencia que no es emoción

evento de claridad que nos devuelve pobres

daño, “damage”, error de manufactura

que nos dicta poesía para apaciguarnos.

La Revelación:

¡El salto de las almas en cosas!


V


Los niños luego no siguen siendo

la acumulación insostenible

de sus inocencias

los conduce irrefrenables

a sus estaciones de calores

e irrefrenables placeres.

Una cortina de leche que se brinca

ciegamente dos veces en las dos vidas

el niño regresa por conmoción

de una vida a otra mudando el lugar

de su gusto pasajero.

Y se amarra a su viento

desnudo siempre y enmadejado

con la eyaculación como victoria

concretiza el instante de rompimiento

con su muerte.

Su primer orgasmo marca el aterrizaje

en la temporalidad de su segunda vida

ciegamente determinada.

Hastío natural de las cantidades

la carne acostable como pradera

dichosa en el trance de las acumulaciones

descarga en salto sin vacío

su leche tersa, originaria

su gota de eternidad

destinada!


VI


Entonces allí surgen los ayes

y los suspiros

y se fundan religiones que se olvidan

y se regresa a ciegas de la eternidad

a una vida que ciega los hallazgos

Luego no sigue siendo el mismo

ni otro tampoco ni ninguno.

Toda su belleza atrapada en su carne

se abre y se enciende, se dispensa

y el mensaje de su propio salto

vertiginosamente se cierra hacia el placer.

¿Todos corremos contra la meta en el goce

sagrado ardid

ejercicio carnal de las repeticiones?

Mirad ahí el nuevo poema:

El niño no existe: ha saltado.

Por saturación de la belleza de sus carnes

el mismo se disfruta y se disipa

como una fruta que nunca tuvo árbol.

Inaugura apasionado la fábrica de

lo que somos

y sale abruptamente de escenario.

No regresa a morir.

Vive para cada quien como tumba interior.


Bibliografía activa: Las voces, Ed. Corripio, R. D., (1982) 3ª edición, 2000.

Bibliografía pasiva: Alberto Baeza Flores (chileno): Poesía dominicana en el siglo XX.Antología Poética, R. D., 2005. Frank Martínez: Juego de Imágenes. Ed. Hojarasca, R. D., 1995. Bruno Rosario Candelier: Valores dominicanos, Ed. PUCMM, R. D., 1991. B. R. Enegildo Peña: Candelier: El Movimiento Interiorista. Ateneo Insular, R. D., 1995. B. R. Candelier: El Interiorismo. Ateneo Insular, R. D., 2001. B. R. Candelier: La búsqueda de lo absoluto. Ateneo Insular, R. D., 1997. B. R. Candelier: La creación cosmopoética. Ed. Academia Dominicana de la Lengua, 2005. B. R. Candelier: El Ideal Interior. Ateneo Insular, R. D., 2005. Fausto Leonardo Henríquez: Una lectura crítica al poema Oda al Padre. Manuel Mora Serrano: Literatura dominicana e hispanoamericana. Cocolo Editorial, Sto. Dgo. R. D., 1999.

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