miércoles, 16 de mayo de 2007

Entrevista a la poeta dominicana Teonilda Madera

F/ Háblanos un poco de los estudios realizados y en qué te desempeñas actualmente.

T/ La pregunta te la hago a ti: ¿los curas son tramposos cuando hacen el papel de periodistas? Me imagino que tú no vas a hacer preguntas atrevidas, aunque deberías, son las mejores (risas). Hablar de uno mismo se me hace difícil. Qué te puedo decir, en términos académicos tengo una licenciatura, dos maestrías y estoy terminando el doctorado. Ya terminé todos los cursos, solamente tengo que tomar un examen final y empezar a trabajar en la tesis. ¿Dónde he hecho mis estudios académicos? Casi todos aquí en Estados Unidos. He tomado cursos, la maestría y la licenciatura -la primera que tuve- fue en la Universidad de Lehman College en el Bronx y luego combinado. He tomado, en ese lapso de tiempo, cursos en la Universidad de Alcalá de Henares, en Madrid. En Colombia University he hecho cursos de trabajo de investigación, he colaborado en una guía curricular. Mi tema fue la Celebración del Día de los Muertos, México. Yo trabajé en el aspecto de la literatura, bajo ese tema salieron más o menos 60 páginas. Colaboraron veinte personas de distintos lugares y países. Me desempeño como profesora, de ahí me gano la vida. Llevo más de diez años trabajando con jóvenes en una escuela en el Bronx, se llama Dewitt Clinton Hight School. ¡Por eso es que me mantengo jovencita, como me ves! (Risas)

F/ ¿Cuándo empezó tu carrera literaria, formalmente hablando?

T/ Bueno, yo diría en el 1992 fue donde empecé ya a compartir en público y a permitir que salieran algunos poemas y cuentos míos.

F/ De todo buen escritor, como es tu caso, sobre todo en la etapa inicial de su trayectoria, hay autores que han marcado su sensibilidad creadora, ¿podrías decirnos cuáles han sido para ti “maestros”?

T/ Mira, es que es una avalancha, como tú sabes uno va descubriendo en el camino, a medida que va leyendo, con quiénes te identificas. Yo pienso que hay una comunicación que está desde tiempos ignotos, entre uno y los escritores, no importa de qué siglo hayan sido. A mí el escritor que me ha fascinado ha sido, este… (y tengo que decirte ahora lo que está cruzando por mi mente. Yo tenía en mi boca otra cosa que decirte, y por eso voy a decirte lo que esta pasando por mi mente: Dios ha sido el mayor escritor que me ha influenciado muchísimo, porque empecé a leer la Biblia –luego te contaré de eso– a base de unos sueños que yo tenía cuando era más joven que ahora). Y Luego Cervantes. En la República Dominicana, yo recuerdo que leí el Quijote en el sexto grado con una profesora –yo culpo mi memoria no haber retenido su nombre– quien fue realmente ejemplar, y me marcó muchísimo. Creo que, de hecho, por eso se me dio lo de profesora porque aquella mujer era fascinante.

Yo estaba en un colegio en la capital que se llamaba Los Altagracianos. Entonces, fue con ella que empecé a tener contacto con Cervantes, –imagínate leer a Don Quijote de la Mancha en el sexto grado, cuando uno tiene, qué sé yo, unos 11 años, más o menos, por ahí tenía uno que tener– y luego después, vienen un montón, yo puedo citarte: Machado, Vallejo, Neruda, Pedro Mir, Manuel del Cabral, Del Risco, Juan Boch, Pedro Antonio Valdez –para citar algunos de los contemporáneos– Federico Niesztche, Hemingway, Walt Whitman. Bueno, la lista sería larga, pero realmente son de los escritores que me han marcado muchísimo.

F/ Hablemos de tu poesía, ¿te parece? “Corazón de jade con lágrimas de miel”, ¿qué supone para ti esta primera obra? ¿Qué quieres comunicar en él?

T/ Fue mi primer intento y atrevimiento poético, un hijo del que no reniego, el cual quiero y adoro. Fue mi primer reto. Si “Corazón de Jade” no existiese, los otros libros que le han sucedido no existiesen tampoco. Pero, naturalmente, que fue un libro de novicia.

F/ En “Corazón de Jade” se preludia un talento creador que se consolida en “Van llegando los recuerdos”, tu segundo poemario. ¿Has percibido el salto que hay entre ambos libros?

T/ Por supuesto que sí, porque uno tiene que ser el primer crítico de su propia obra y tiene que darse cuenta de los pasos que tú vas dando, y podemos decir el nivel de madurez que vas adquiriendo a través del tiempo. Y eso se refleja en tus obras, porque la Teonilda de “Corazón de Jade” no es la Teonilda de “Van llegando los recuerdos”, ni es tampoco la Teonilda de “Sorbitos de café en paisajes yertos”; y ni es tampoco la Teonilda que va a aparecer, posiblemente, en “Catedrales de humo” o cualquier otro trabajo que estoy haciendo después. Porque como sabes bien tú, uno evoluciona, evoluciona en todo sentido, y además las lecturas y las experiencias de la vida de Teonilda que tienes frente a ti hoy en día, no es la misma que escribió “Corazón de jade con lágrimas de miel”.

F/ ¿Qué aspectos caracterizan al libro “Van llegando los recuerdos?

T/ Además de las emociones, yo pienso que la poesía realmente no es más que un cúmulo de emociones que te hace parir algo en un momento determinado. Pero, además, en “Van llegando los recuerdos” hay una conciencia mucho más clara, mucho más perfilada de lo que es la literatura, lo que es la poesía y de todos los movimientos de la literatura; y un intento, una búsqueda constante de uno encontrar algo innovador, de uno definir su propia voz como poeta y eso ya está mucho más consciente en “Van llegando los recuerdos”. Y, luego, por supuesto, cristaliza mucho más en “Sorbitos de café en paisajes yertos”.

F/ ¿La nostalgia apela tu conciencia poética desde el título del libro? ¿Te has dado cuenta? ¿Qué es lo que recuerdas o añoras?

T/ Las cosas que marcan a uno, ¿no?, como individuo. Recuerdo de mi infancia, por ejemplo, una tisana hecha de hojas de limoncillo, tan ricas. Mi primera travesura como niña, por ejemplo, andar detrás de una abejita en un rosal, mis primeros contactos con la naturaleza. Mi padre tenía plantaciones de tabaco, tenía muchas fincas por ahí, por el Palmar, cerca de Villa González, y me llevaba de vacaciones bien pequeña. Tengo recuerdos muy gratos de esos momentos, por ejemplo, de cómo yo engañaba a mi padre vendiéndole dulces de tierra (risas). Pues, naturalmente, tengo hermanas y hermanos paternos, mayores que yo, por supuesto. Cuando yo llegaba a la casa, yo era el juguete. Mi padre era débil, me quería muchísimo. Entonces mi padre solía divertirse muchísimo conmigo. Me ponían a bailar, yo bien chiquitita, me encantaba hacer de artista, bailar, cantar y entre eso aprendí que yo podía sacarle dinero a mi padre haciendo unos dulces de tierra, que luego yo en una bandejita me ponía en la cabeza, y empezaba a hacer de pregonera y él me los compraba todos porque le dada mucha pena. Empezaba a hacerme preguntas a mí, ¿no?, y yo a contestárselas y, finalmente, concluíamos en que él me decía: que cuántos hijos tenía yo (Estoy hablando cuando tenía yo 4-5-6 años), y entonces parece que tenía una mentalidad muy comerciante, venía de parte de mi padre, por supuesto, él me hacía la pregunta de cuántos hijos tenía yo. Imagínate, a esa edad uno no tiene conciencia bien de los números ni sé que número le diría yo de hijos.

Yo sí recuerdo como ahora que mi padre ponía cara triste, porque era buen actor, y me decía: ¡Ay, señora, con tantos hijos y ya tan tarde! Usted en la calle vendiendo dulces, yo se los compro todos. Y me los compraba y ese era el momento culminante. Salía yo volada con mis amigas, con mis hermanas paternas, con mis amiguitas a comprar dulces de verdad. Por supuesto, son etapas como te digo, uno va teniendo los recuerdos del primer amor, del primer beso, de una manera consciente e inconsciente. Luego tú vas descubriendo el humanismo, vas descubriendo todo lo que hay a tu alrededor, vas descubriendo la maravilla del mundo, del universo, de Dios, la magia de una flor que se abre, del vuelo de una abeja, de la tristeza de un ser que tú no conoces, que sin embargo te afecta, de la alegría de unos ojos brillantes adelante de ti, que te dicen tanto sin decirte una palabra. Y de ahí te va marcando los territorios del alma, de la vida y esos son recuerdos que se van quedando, ¿no? y que aparecen muchísimo de ellos en “Van llegando los recuerdos.”

En “Van llegando los recuerdos”, ¿crees que estás más cerca de ti misma, de tu propia voz?

T/ Pues digamos que sí, podría decir que sí. Yo pienso que no soy la más indicada para hablar de mi propia obra, de mí deben de hablar los lectores y entre ellos tú que eres un crítico, no yo, ¿no te parece que es injusto lo que estás haciendo?

El uso del inglés está presente en “Van llegando los recuerdos”. ¿Significa esto una ruptura con la tradición domínico-hispana?

T/ No, sólo significa una realidad lingüística simplemente. Yo vivo y me manejo en dos idiomas y por supuesto que tenía que aparecer ya la presencia del inglés como realidad lingüística en mi vida.

F/ ¿Cómo conjugas un único ser, o sea, tú, mujer y poeta con dos culturas, la propia y la adoptiva?

T/ Yo creo que eso se va dando de una manera inconsciente en uno porque, de repente, van aflorando cosas que pertenecen a ambas culturas y de ahí aparece o surge, yo te diría, un acrisolamiento lingüístico, cultura que se hace tuya.

F/ “Sorbitos de café en paisajes yertos”, tu tercer poemario, ¿qué elementos novedoso presenta? O sea, aspectos que no aparecen en los anteriores libros. ¿Superas los anteriores? ¿Y en qué?

T/ Te repito, no seas tramposo que de lo de cura no te está favoreciendo, así que esa pregunta yo no te la voy a contestar porque pienso que ya te he hablado demasiado de mi poesía y prefiero que lo digan los lectores. Yo sé que sigue latiendo allí la Teonilda que quiere, que tiene sueños, que cada día sigue superándose como individuo, como persona para llegar a una meta final, que es lo que somos todos: un ente del cosmos simplemente y seguir compartiendo con los demás las inquietudes que uno tiene de la vida, la filosofía que uno tiene de la vida, simplemente.

F/ A caballo entre la cultura dominicana y la norteamericana, ¿sientes alguna presión para defender o conservar tu propia identidad?

T/ No yo no tengo ningún problema con mi identidad, yo siempre he tenido claro que yo soy un individuo con una ciudadanía internacional. Yo soy simplemente del planeta tierra, y realmente no tengo ningún problema con mi identidad en ese sentido. Yo pienso que los seres se enriquecen y crecen muchísimo cuando están en contacto con otras culturas. Ya quisiera que escucharas tú una entrevista, una parte de una entrevista que yo le hice –tuve el privilegio, la fortuna, de hacerle una entrevista– a Don Pedro Mir y realmente cómo contesta a una pregunta similar a esta que tú me estás haciendo. Realmente yo creo que los seres somos mucho más libres, podemos llegar a ser más humanos a medida que tenemos más contactos, somos más abiertos a las demás culturas, pero eso no tiene que afectar tu identidad porque tú lo qué eres al final no es sino un ser humano como cualquier otro.

F/ Tú sabes que estamos en un mundo nuevo. El estar en este mundo nuevo supone un desafío lingüístico y cultural, donde no solamente afloran los recuerdos, sino que afloras tú como poeta, como creadora. ¿Qué supone para ti a la hora de expresar su ser poético?

T/ Bueno, mira, yo no sé cuán nuevo sea el mundo, para serte franca. Es un mundo muy viejo que está en constante, constante evolución, eso sí, y que a nosotros nos ha tocado vivir una era dominada por la tecnología y desgraciadamente por las guerras, por las armas nucleares y por la destrucción de la humanidad. Lo nuevo que tiene el mundo para mí es eso porque el hombre siempre ha tenido las mismas necesidades hoy día que tenía anteriormente: un deseo de comunicarse con los demás, un deseo de facilitar su rutina diaria, de encontrar las cosas que le faciliten el diario vivir, pero en esencia, el hombre en esencia, es el mismo hombre.

F/ ¿Has pensado publicar alguna cosa más? ¿Para cuándo?

T/ Sí, yo tengo un par de libros inéditos que sí pienso darles seguimiento. Entre ellos una obra de teatro, “Temor Rojizo”; un compendio de cuentos, “Catedrales de Humo”; otro poemario, un poemario y medio vamos a decir, y una novela. En su momento irán saliendo.

F/ ¿Objetivamente hablando, ¿qué aceptación ha tenido tu obra poética entre los escritores, entre que la gente que lee y que está pendiente de los valores dominicanos como es tu caso?

T/ Mira, en cuanto a lo dominicano, te voy a decir algo, yo no escribo para la comunidad dominicana nada más, no son esas mis pretensiones. Yo escribo para todo aquel que quiera leerme y en ese sentido deja decirte que pienso que ha tenido muy buena proyección mi literatura (de hecho tú eres testigo de que ni siquiera sin conocernos nunca, ya tú habías tenido mis libros y tú estás viviendo en Honduras desde ya hace tiempo) o sea, más que lo diga yo, lo puedes decir tú que mi obra ha pasado las barreras y las fronteras de la Republica Dominicana.

No te podría decir, darte una definición o un porcentaje porque eso no se puede medir y punto. Yo pienso que sí me he proyectado, que mi trabajo se ha proyectado muy bien porque a mí, te repito, te reitero, a mí me conocen escritores internacionales de donde quiera. Qué te puedo decir, a mí me conoce un, por ejemplo, Don Claudio Guillén –por citarte a alguien que es uno de los críticos más grande que tiene España ahora mismo, que es el hijo del poeta de la Generación del 27–, con quien me carteo. Te puedo citar a Roberto Ponte, unos de los escritores de Brasil; te puedo citar a un montón de poetas y escritores no dominicanos y que me conocen internacionalmente, incluso de China, que conocen mi trabajo. Muchos, ha pasado como por ejemplo contigo, que han leído cosas mías, libros que le han llegado o artículos míos, qué se yo, y se han, de una manera u otra, puesto en contacto conmigo. Me parece que eso es fabuloso, pero en cuanto a decirle yo ¡ay mira que soy el gran fenómeno de la literatura!, ¡Me libre Dios! O sea, una de las cosas que pretendo mantener siempre es la modestia en todo los actos de mi vida. No quiero pecar jamás de que la arrogancia me lleve a mí a yo autodefinirme como la gran poeta de la Republica Dominicana, a usar esos epítetos y a hacer uso y abuso de las hipérboles que son tan comunes en nuestros escritores. Lo que yo pretendo es, sí, llegarles a quienes Dios tiene destinado que yo llegue.

F/ A propósito de Dios, que al principio dijiste que era unos de los autores que, por medio de la Biblia, te había inspirado, ¿puedes conversar un poquito de esto?

T/ Sí, sí, mira, yo siempre he sentido la presencia de Dios en mi vida, pero de una manera muy, muy tangible. Yo tengo cierto conociendo de la Biblia. Yo empecé a leer la Biblia cuando estaba en la República Dominicana haciendo el bachillerato, la escuela secundaria. Fue a raíz de sueños que yo empecé con la Biblia, entonces un día, yo le dije a mi abuela, –yo le decía a mi abuela mamá– que me prestara su Biblia, y yo solía abrirla al azar donde saliera. Allí empecé a leer y empecé a ponerme en contacto con los discípulos y con la profecía, con el libro de Revelaciones. Yo pienso que una de las cosas que me mantiene a mí realmente, no tengo la menor duda, de que quien guía mis pasos literarios y mi vida, es Dios. Yo reconozco, humildemente, reconozco que sin Dios no sería nadie ni nada.

No soy tan soberbia como algunos de creerse que las cosas que yo logro, lo poquito que mi literatura ha avanzado se deba a ningún talento mío nada más, no, se debe a que Dios tiene destinado para cada individuo algo. Y eso no te lo quita nadie, independientemente de lo que fuese y lo que yo he hecho en términos literarios y términos personales de mi vida ha sido guiado por Dios.

F/ En esta misma línea, tú sabes que hay escritores, intelectuales, tan intelectuales que son fríos y tan fríos que son ateos, ¿qué opinión te merece a ti el trabajo intelectual y la fe? La fe en Dios, para ser exactos.

T/ Mira, Fausto, yo no soy quién para cuestionar la fe de nadie ni la ideología de nadie, yo las respeto, absolutamente las respeto, independientemente de que yo no comulgue con la ideología ni con la fe de otros, porque eso no me atañe. No puedo opinar sobre este tema porque cada quien es libre de escoger el territorio de la fe con la que más se siente conforme.

F/ Una última pregunta para terminar, ¿tú podrías darnos o decirnos una frase célebre?

T/ Mira, antes de contestarte esta pregunta, como tú me hablaste de Dios y de los ateos y de los intelectuales, en unos de los viajes que yo he hecho a Europa, yo estaba mirando -por cada país de los que fui visitando- la presencia de Dios en las montañas, en la agricultura, en la naturaleza, en los seres que me fui encontrando en todos los países que visité. Escribí un poema, precisamente, en el cual se presenta la visión de un ateo y de un creyente. El poema es un cuestionamiento así empieza: “¿Dónde esta Dios?”, pregunta el ateo. Este poema está en “Sorbitos de café”. Léelo, que quizás ahí vas a encontrar un poco de cosas sobre lo que yo considero acerca de la fe y sobre ciertas pretensiones utópicas como quizás las que me estoy planteando en este poema, o sea, llegar a que a un ateo de un momento a otro reconozca la presencia de Dios.

Frase: “Yo sólo sé que no se nada”. (Risas).

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