sábado, 18 de octubre de 2008

«SUCESIONES», por Marily Morales Segovia, poeta.

«SUCESIONES»

Si un mérito debe atribuirse a Fausto Leonardo Henríquez por sobre otros que indudablemente tiene en el libro que vamos a presentar, éste es sin duda la audacia. La audacia para lanzarse a una tarea llena de riesgos como es la de escribir un libro que contiene una visión totalizadora del devenir cíclico de la naturaleza, del ritmo cósmico y de la vida humana, utilizando para ello las clave de la música.

Lo hizo Vivaldi en sus famosas “Cuatro Estaciones”, otros artistas han intentado la síntesis, entre ellos Picasso, en su cuadro de la época azul titulado “La vida” y lo hace Fausto Leonardo Henríquez en su libro “Sucesiones”. Sucesión del tiempo, de los ciclos de todo lo viviente, desde el nacimiento a la muerte.

Como una sinfonía de imágenes y sonidos comienza el PRIMER MOVIMIENTO, en una composición barroca de LA PRIMAVERA llena de pajarillos, flores, mariposas y música embriagante y sugestiva que nos recuerda “La Primavera” de Boticelli.

“Empuñan los rosales los infantiles pétalos por erupcionar
y así los jardines, como violines preparan,
en el pentagrama abrileño,
los colores que oirán los ojos de mayo”.

Y en la “Sonata del Ruiseñor”:

“El ruiseñor entreabre el pico y vibra su buche
Mientras emite notas sonoras que elevan, olvidadas de sí,
El alma, hasta el fondo de la altura”.

Y luego en la “Suite del riatillo”, en la que él descubre su secreto de escritor que crea su propia música de palabras; y en “Coda” donde la omnipresencia de Dios se manifiesta.

Y pasamos ya al SEGUNDO MOVIMIENTO que nos abre las puertas del verano. Aquí la juventud del poeta Fausto, esa juventud, energía y vitalidad que ambicionaba eternas el FAUSTO de la literatura, aún a costa de su alma, desborda con naturalidad en imágenes rurales y urbanas, hasta que el alma se turba, en el último poema, ante el castigo implacable de la sofocante estación.

Ya en el TERCER MOVIMIENTO, el otoño con sus ocres. Dice el poeta:

“No hay cantos, más que el frío
Piar de gorriones y urracas o de ciguas viudas”.

Los días cenicientos y las lluvias envían al alma hacia adentro y dice Fausto:

“las hormigas buscan asilo bajo las piedras y las cuevas”.

La delicada melodía otoñal se desliza en cada verso y el poeta siente que las hojas del hablan y cantan. También el ser humano encuentra en la madurez otoñal, el reposo reflexivo, la pausa necesaria para gustar de los matices y las sutiles veladuras del tiempo.

Por último en el CUARTO MOVIMIENTO llegará el invierno, con los pies helados, pisando de puntillas sobre el teclado de la nieve y Fausto poeta iniciará el descenso, el soto voce de su sinfonía poética hacia lo que él llama la “mansa paz de museo” de reliquia atesorada en el corazón.

En este libro es posible, gracias al dominio que tiene Fausto del ritmo, para dibujar el ritmo cósmico con el lenguaje de la música. El invierno, el silencio, la nieve extrema son símbolos de la muerte, sin embargo Fausto nos deja la esperanza de una música eterna, de la eterna música de la repetición infinita de los ciclos, cuando nos dice:

“Todo afuera es frío como una partitura sin tocar”.
“Abrid los oídos para ver la sonoridad del agua nieve”.
“Por mis oídos sabré que vivo”.

Marily Morales Segovia, poeta. Instito de Estudios Modernistas, Valencia, España, 1995.

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